Las tensiones y fracturas entre una idea populista y otra marxista de la Revolución, en América Latina, durante la Guerra Fría, tienen en la correspondencia entre Juan Domingo Perón, desde el exilio, primero en Ciudad Trujillo y luego Madrid, y su agente en La Habana, John William Cooke, uno de sus documentos fundamentales. Aunque Perón era para entonces inquilino de dictadores amigos de Fulgencio Batista, como Marcos Pérez Jiménez, Rafael Leónidas Trujillo y Francisco Franco, las primeras declaraciones del líder argentino sobre la Revolución Cubana fueron favorables. A su lugarteniente y discípulo Cooke le gustaba citar una frase peronista de 1959: "la Revolución Cubana tiene nuestro mismo signo".
Cooke escribe varias cartas a Perón desde La Habana, entre 1960 y 1962, que trasmiten claramente la radicalización socialista de la juventud peronista. Primero le dice que La Habana es la "meca revolucionaria", iniciando un plan de traslado del dirigente argentino a la isla que nunca llegó a concretarse. Cuando comienzan las nacionalizaciones y confiscaciones de medios de prensa, en la primera mitad de 1960, Cooke dice algo muy revelador. Sin autodenominarse todavía "socialista", la Revolución Cubana estaba planteando una renovación de la izquierda que daba la razón a Perón, frente a sus enemigos en la izquierda moderada o democrática latinoamericana:
Tal vez Cooke tuviera en mente a alguien muy concreto como su compatriota Ezequiel Martínez Estrada, crítico severo del peronismo, quien también por entonces vivía en La Habana y se aproximaba a Cuba por la vía socialista. Perón responde positivamente al entusiasmo de Cooke con la Revolución Cubana, pero hasta un punto. Cuando se produce la declaración oficial del marxismo-leninismo como ideología del gobierno cubano, comienzan las reservas del dirigente argentino. El propio Cooke, involucrado en los proyectos guerrilleros del Che Guevara y Jorge Ricardo Masetti, para 1962, teme, ante un Perón cada vez más receloso, que el control de "los cubanos" sobre las nuevas guerrillas argentinas desvirtúe el proyecto originario del "justicialismo peronista",