
No sé si siga siendo igual, pero cuando era estudiante de la Facultad de Filosofía de la Universidad de La Habana, en los años 80, y se estudiaban las obras de Mella, raras veces se leía completo el folleto ¿Qué es el ARPA? (1928), dedicado a descalificar el proyecto aprista impulsado por el revolucionario peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, ni la respuesta de éste en el ensayo El antimperialismo y el APRA (1928). El texto de Mella era un brillante panfleto, con algunas críticas pertinentes, como la del apoyo del APRA al movimiento anti-chino en México, y con muchas acusaciones e insultos sin base.
Lo que en realidad era parte de una ofensiva de Moscú y el Partido Comunista Mexicano contra la influencia del APRA en el movimiento obrero y la política mexicana, en el texto de Mella aparecía como un conflicto ideológico irreconciliable. Unos y otros, los comunistas y los apristas, como a fuerzas reconoce Mella, estaban por los frentes amplios, por la eventual colaboración con las burguesías o con la participación estratégica en procesos electorales. Pero lo intolerable del aprismo -y, en general, del naciente populismo latinoamericano- era que intentaba desplazar a la red comunista de Moscú como foro de la izquierda regional.
No es que no hubiera algunas diferencias conceptuales de peso: los comunistas pensaban que el liderazgo de la revolución debía estar en manos del movimiento obrero o, más bien, de las cúpulas comunistas del movimiento obrero, mientras que los populistas daban más importancia a los campesinos, los jóvenes, los intelectuales, las clases medias y las comunidades indígenas, a las que Mella, por cierto, no reconoce como sujetos políticos, ya que, a su entender, el capitalismo había "resuelto el problema racial" haciendo de los indios, campesinos. Pero en teoría, esas diferencias habrían podido acortarse de no haber existido tal conflicto de intereses.
Los reproches de Mella a Haya de la Torre reaparecerán textualmente en los informes del VI Congreso de la Internacional Comunista en Moscú, en el verano de ese mismo año. El cubano, evidentemente, se hacía eco de las directrices moscovitas al presentar a Haya y sus "arpistas" como "falsos" revolucionarios. Especialmente, en los ataques dirigidos a cuestionar el respaldo del APRA a la Revolución Mexicana, a Augusto César Sandino en Nicaragua o al movimiento nacionalista guatemalteco, se hacía evidente aquella disputa territorial por la hegemonía de la izquierda latinoamericana. No se comprende cabalmente el sentido del texto de Mella sin la lectura de la respuesta de Haya de la Torre, en su libro El antimperialismo y el APRA (1928):
--> "Fue entonces cuando Julio Antonio Mella, estudiante desterrado de Cuba y militante comunista, publicó un violento folleto contra el APRA. Mella se había reencontrado conmigo en las sesiones del Congreso Antimperialista Mundial, reunido en Bruselas a principios de 1927. Le conocía desde que llegué desterrado a Cuba de paso a México en 1923, pero los debates de Bruselas, en los que refuté y conseguí el rechazo de su proyecto de resolución sobre las condiciones económicas y políticas de Indoamérica, nos distanciaron definitivamente. Mella era un mozo de gran temperamento emocional y de probada sinceridad revolucionaria. Fue hasta la muerte un luchador puro y antimperialista inflexible. Creo que habría sido uno de los grandes realizadores de la libertad de Cuba, una vez que la experiencia le hubiera demostrado que el comunismo no es el mejor camino para la nueva emancipación de nuestros pueblos. Pero a fines de 1927, Mella, recién llegado de su visita a Rusia, se hallaba poseído de un juvenil fanatismo bolchevique, intransigente y ardido. Su folleto revela bien tal estado de ánimo. En páginas saturadas de agresividad e intolerancia reprochaba al APRA lo que él llama con léxico europeizante su reformismo”.