El último número de la revista Nueva Sociedad, que edita la Fundación Friedrich Ebert en Buenos Aires, bajo la dirección de Svenja Blanke y Pablo Stefanoni, contiene un dossier sobre algunos libros imprescindibles de la historia intelectual del siglo XX latinoamericano. Los títulos escogidos por los colaboradores y el diálogo que desde la perspectiva del siglo XXI establecen con esos clásicos del pasado reciente son una buena muestra de los desplazamientos que vive la historia de las ideas en América Latina.
Los artículos de María Pía López sobre Los Sertones de Euclides da Cunha, de Jesús Martín Barbero sobre Latinoamérica: las ciudades y las ideas de José Luis Romero, de Emir Sader sobre Dialéctica de la dependencia de Ruy Mauro Marini, de Adolfo Gilly sobre Los ríos profundos de José María Arguedas, de Vera Carnovale en torno a Sobre la violencia revolucionaria de Hugo Vezzetti, de Alfredo Stein sobre Las armas ideológicas de la muerte de Franz Hinkelammert y de Carmen Soliz sobre La emergencia indígena en América Latina de José Bengoa, dicen mucho sobre los giros ideológicos que impuso el pasado siglo.
El debate planteado por aquellos textos, a diferencia de los que asociamos a la polémica liberal-conservadora del siglo XIX, no era doctrinario. Es decir, no estaba ligado a los problemas de la recepción de corrientes filosóficas o teóricas occidentales o de la reorientación de las mismas en América Latina. Más que a doctrinas, esos ensayos clásicos del siglo XX remitían a sujetos, espacios e imaginarios sociales: el campo y la ciudad, las comunidades y sus mitos, las guerrillas y sus métodos, las iglesias y las religiones, las naciones y la dependencia.
La historia intelectual del siglo XX latinoamericano, emplazada por eventos sociales como la Revolución Mexicana y la Revolución Cubana, el peronismo, el varguismo y el cardenismo, el movimiento estudiantil y el indígena, las guerrillas y las dictaduras, las transiciones y el neoliberalismo, cambió radicalmente los ejes de la querella intelectual heredada del siglo XIX. El nacionalismo, la reforma agraria, la urbanización, el populismo y el diálogo entre catolicismo y marxismo alteraron para siempre las genealogías del republicanismo, el liberalismo, el conservadurismo y el socialismo decimonónicos.
Hoy comprendemos que los desplazamientos del siglo XX fueron tan radicales, que cada vez resulta más complicado trazar continuidades ideológicas entre un siglo y otro. Tan sólo las revoluciones y los populismos desterraron al siglo XIX dilemas que hace más de cien años parecían eternos como los derechos naturales del hombre, el gobierno representativo, la división de poderes, la expropiación de bienes del clero o el Estado laico. Tal y como van las cosas, queda el consuelo o el malestar de que el siglo que apenas comienza hará lo mismo con la historia intelectual de la pasada centuria.