Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

miércoles, 15 de febrero de 2012

Lunas de Revolución

A fines de 1961, Allen Ginsberg anotó en sus diarios varias frases que, a juicio de los editores de Journals. Early Fifties. Early Sixties (New York, Grove Press, 1977), aluden al cierre de Lunes de Revolución, el suplemento literario que dirigía Guillermo Cabrera Infante en La Habana. Estos apuntes adelantan su conflicto con el gobierno cubano en 1965, cuando el poeta beat fue deportado de la isla, y cuestionan un tanto la tesis del biógrafo Barry Miles de que Ginsberg no se "preparó" antes de su viaje a La Habana.

Luego de mencionar a Fidel Castro ("a big cigar and he wants to be hero too"), como uno más de los presidentes y caudillos latinoamericanos que viajaban regularmente a Nueva York, a discursear en la ONU, anota Ginsberg: "He thinks of his name in the future and shuts down de Moons of the Revolution", y agrega: "The Moons of the Cuban Rebellion´s gone under the laughing Carib!" Varias páginas más adelante, todavía en diciembre de 1961, Ginsberg inserta este poema en su diario:


The Moon of the Cuban
Revolution's gone under
the Laughing Carib -
I told you so!

Pierrot Lunaire's been
banned from the stands
for seraphim tender cries
Wouldn't you know!

What'll we do for new
hope for the masses now
politics shows its tricks
How should I know?

Communists, Capitalists
play up to the masses
and both are sincere but
Business is slow!

Le Roi Jones President
I'll be the Treasury
We'll reform the world with
our stupid noses in a row!

Cut up the world, and
You'll see the right answer
Words are the weapons,
the weapons must go!
  

miércoles, 8 de febrero de 2012

Termidor de la globalización

Dos artículos recientes en The New Republic, el primero de Robert Kagan sobre los que considera "mitos" de la decadencia de la hegemonía de Estados Unidos en el mundo y el segundo de Michael Ignatieff sobre el rearme de la soberanía que observa en algunos estados europeos -glosa, a su vez, del libro de Brad R. Roth, Sovereign Equality and Moral Disagreement (Oxford University, 2012)- parecen llamar la atención sobre el momento termidoriano de la globalización que estaríamos viviendo.
Luego del frenesí integrador que siguió a la caída del Muro de Berlín y a la desaparición de la Unión Soviética, hace veinte años, según estos autores estaríamos viviendo no sólo tendencias a la constitución de otros bloques regionales, como los de China y el Sudeste Asiático o Brasil y los Brics, sino un rearme de los principios bismarckianos del interés nacional en Europa y Estados Unidos que se formularon por primera vez a fines del siglo XIX.
Ignatieff, por supuesto, lo advierte críticamente, desde el rechazo a esa vuelta -que, aunque ligera, vuelta al fin- a los nacionalismos, con la memoria bien puesta de alguien que sabe que la historia terrible de la primera mitad del siglo XX tuvo ese origen. Pero Kagan casi que lo celebra, en medio de sus razonables objeciones a las tantas imágenes apocalípticas sobre el futuro de Estados Unidos que circulan en el mercado simbólico global. No está mal leer a ambos y, también, a Roth, para saber por dónde va el debate sobre los poderes mundiales a principios de la segunda década del siglo XXI.

domingo, 5 de febrero de 2012

Bausch, Wenders y La Habana de los 80



El documental de Wim Wenders sobre Pina Bausch me ha transportado a La Habana de los 80, donde esta legendaria coreógrafa y bailarina alemana tenía fervorosos seguidores. Recuerdo a las maravillosas apóstatas del Ballet Nacional, Caridad Martínez, Mirta García y Rosario Suárez, que junto a algunos actores como Pedro Sicard y Francisco Gattorno, fundaron el Ballet Teatro de La Habana. Y recuerdo, también, la ascendencia de Bausch sobre las propuestas escénicas de Marianela Boán en Danza Teatro y de Víctor Varela en su Teatro del Obstáculo.
En aquella Habana, la poderosa impugnación que Bausch hacía a la expresión corporal en el ballet clásico y la danza moderna, tuvo una recepción impresionante. Allí también, en esa ciudad caribeña, tan ajena y distante de Wuppertal, se había institucionalizado una rígida noción del cuerpo, con no pocas sintonías con la metafísica que cuestionaba Bausch en Alemania. Con este conmovedor homenaje, Wenders lleva esa liberación escénica del cuerpo al nivel que aquellos jóvenes habaneros soñaron en los 80.
Las tres dimensiones del film hacen que el espectador sienta encima de su cabeza las sillas de Café Müller, la tierra y el agua que se acumulan en el escenario y que, de pronto, se disparan desde la pantalla. La perspectiva y la profundidad que la cámara de Wenders logra en este documental ya comienzan a ser comentadas como hito en la filmación de la danza. La danza de Pina Bausch encuentra en el cine de Wim Wenders el medio que le faltaba para expresar plenamente esa idea del cuerpo que tan bien nos retrata.

martes, 31 de enero de 2012

Cattelan o el abismo del siglo XXI

Alguna vez, a propósito de sendos libros de Alain Badiou y Christopher Domínguez Michael, hablamos aquí de divergentes maneras de pensar el siglo XX. Para unos se trata del siglo de los totalitarismos y para otros del siglo de las revoluciones, para otros más del siglo de la voluntad de poder o del siglo de las vanguardias estéticas.
En la retrospectiva del artista italiano, Maurizio Cattelan (Padua, 1960), en el Guggenheim de Nueva York, podría leerse otra imagen del siglo pasado. La retrospectiva comienza en 1989, año de la primera muestra personal de Cattelan y, también, de la caída del Muro de Berlín. Si la retrospectiva en el Guggenheim no estuviera condensada en la gran instalación All podría pensarse que ese año cumple una función meramente curricular en la trayectoria de Cattelan.
Sin embargo, lo que ha hecho este artista es colgar toda su obra, de 1989 a la fecha, en el hueco que forma la escalera en espiral del Guggenheim, diseñado por Frank Lloyd Wright. Una obra donde no pocos de los personajes representados son íconos del siglo XX, como Hitler y Berlusconi, el Papa y la carreta, Superman y el Zorro, el refrigerador y la televisión.
Tan sólo en un tablero de ajedrez que cuelga, con derroche de equilibrio, el espectador puede ver al Che Guevara, la Madre Teresa, Gandhi, Martin Luther King y George W. Bush. Sin forzar demasiado la interpretación, podría pensarse que la suspensión de todos esos íconos, incluido el ícono del propio Cattelan, tantas veces autorretratado, es una metáfora del siglo XXI como abismo en el que se despeñan las grandezas y miserias del siglo XX.



lunes, 30 de enero de 2012

Celos, nombres y verbos

La editorial de la Universidad de Yale ha hecho una edición restaurada de Stanzas in Meditation (1956), el libro póstumo de Gertrude Stein (1874-1946). Según cuentan Lynne Tillman en su inteligente comentario y Joan Rettalack en su Introducción, las editoras y restauradoras del libro, Susannah Hollister y Emily Setina, decidieron hacer algunos cambios en la última versión editada a partir del manuscrito original.
Uno de los más curiosos cambios es sustituir, todas las veces que aparece, el verbo can por el verbo may. El cambio, sostienen las editoras, es, en realidad, una restauración. Resulta que Alice B. Toklas, la última compañera de Stein, estaba celosa de May Bookstaver, una amante juvenil de la escritora, y sospechaba que cada vez que Stein utilizaba el verbo "may" aludía a aquel amor juvenil. Luego de comentar esta sintomática reconstrucción de un manuscrito original, Tillman hace un comentario válido para todos los clásicos de la literatura:

"I enjoy Stein most as a theorist: her ideas startle me, in whatever form they appear. One of those ideas was that becoming a classic could kill a work of art".

viernes, 27 de enero de 2012

Nuestra América mexicana

El ensayo Nuestra América (1891) de José Martí es, como sabemos,  un manifiesto de la identidad política regional. Una identidad que, como hoy reconocen sus mejores estudiosos, no está planteada desde las premisas étnicas, civilizatorias o religiosas que predominaban en el positivismo latinófilo, antisajón o procatólico por entonces en boga. Como el buen republicano que era, Martí intentaba formular aquella identidad en términos cívicos y políticos, aunque el tono simbólico del texto se preste a las más forzadas hermeneúticas.
Mucho se ha escrito sobre las fronteras imaginarias con que Martí separa a su América de la del Norte y de Europa, pero pocas veces se repara en los contenidos históricos y geográficos de ese sujeto "nuestroamericano". Llama la atención, por ejemplo, que la gran mayoría de los personajes históricos latinoamericanos que cita Martí en su ensayo sea mexicana. De hecho, además del argentino Bernardino Rivadavia, del canónigo salvadoreño José Matías Delgado y León -a quien Martí, equivocadamente, llama "español"-, que encabezó junto con Manuel José Arce la independencia centroamericana y del general Gabino Gaínza -este sí, peninsular-, líder de la Provincia de Guatemala, el resto de los políticos latinoamericanos que se mencionan en Nuestra América son mexicanos.
El "cura" que sale con "el estandarte de la Virgen a la conquista de la libertad" es Miguel Hidalgo, los "tenientes"son Ignacio Allende y Juan Aldama y la "mujer" es Josefa Ortiz de Domínguez, esposa del corregidor Miguel Domínguez. Martí asegura que esos criollos "alzan en México la república". Hoy sabemos que no es cierto: se alzaron a favor de Fernando VII y de la autonomía del reino de la Nueva España.
El "rubio" al que "hacen emperador" es Agustín de Iturbide y en las páginas finales del ensayo, Martí introduce el magnífico pasaje en que, a través de una alusión a Benito Juárez, hace la crítica de la política latinoamericana de su época: "de todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo.Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos.Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pompa de jabón".
Es lógico que la "nuestra América" de Martí fuera tan mexicana. No sólo por lo bien que Martí conoció ese país fronterizo y por la importancia que siempre le dio a un eventual apoyo del gobierno de Porfirio Díaz a la independencia de Cuba sino por el dato elemental de que Nuestra América fue escrito para el periódico mexicano El Partido Liberal, órgano de prensa de las élites porfiristas. De más está agregar que Martí, por entonces admirador de Díaz, incluía a la dictadura porfirista dentro de aquellas repúblicas latinoamericanas que, a su juicio, "acendraban, con el espíritu épico de la indepedencia amenazada, el carácter viril".

jueves, 26 de enero de 2012

Nietzsche latinoamericano

El Book Review del periódico The New York Times, de esta semana, recomienda a sus lectores que compren y lean American Nietzsche. A History of an Icon and His Ideas (The University of Chicago, 2012), de Jennifer Ratner-Rosenhagen, un libro que, por la reseña que le hiciera Alexander Star en la misma publicación, parece tan disfrutable como útil.
En este libro se reconstruye un variopinto contingente de nietzscheanos norteamericanos en el siglo XX. Una extravagente procesión de bailarinas, como Isadora Duncan, dramaturgos, como Eugene O´Neill, líderes anarquistas como Emma Goldman, criminales como Nathan Leopold y Richard Loeb, abogados como Clarence Darrow, novelistas como Jack London y, por supuesto, filósofos como Walter Kaufmann, Stanley Cavell, Alan Bloom, Leo Strauss o Richard Rorty.
Tan útil como este libro sería su equivalente latinoamericano: una virtual reconstrucción de las lecturas de Nietzcshe desde América Latina, que desestabilice ciertas hegemonías de la recepción intelectual que, casi siempre, remiten al liberalismo, al catolicismo o al marxismo. Nietzsche no fue, como sabemos, liberal, ni católico, ni marxista y, sin embargo, ha tenido muchos lectores latinoamericanos. Dato bastante revelador de la pluralidad ideológica de esta parte de América.
Empezando por José Enrique Rodó, cuya alusión en el Ariel, a un "abominable y reaccionario espíritu" en la teoría del superhombre ha llevado a olvidar a muchos que la estructura de ese ensayo debe más de un aspecto formal y teórico a Así habló Zarathustra. Y continuando por buena parte de la generación de 1910 (Reyes, Vasconcelos, Henríquez Ureña, García Calderón...), sin olvidar, naturalmente, a José Carlos Mariátegui, quien arranca con él en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928).