El crítico mexicano Sergio Ugalde Quintana, Doctor en
Literatura Hispánica por El Colegio de México y actualmente profesor de la
UNAM, ha escrito un deslumbrante ensayo sobre La expresión americana (1957) de José Lezama Lima. No se trata de
un estudio literario tradicional de esta obra, a la manera, por ejemplo, del
realizado por la estudiosa brasileña Irlemar Chiampi, que tiene muy presente. Tampoco
de un ejercicio de historia intelectual, donde se recrea la irrupción del texto
en La Habana de Batista. Se trata de otra cosa.
La biblioteca en la
isla (2011), editada por la madrileña editorial Colibrí, es una lectura de La expresión americana a través del
voluminoso y variado archivo que Lezama utilizó para la composición de los
cinco ensayos de su libro. Ugalde Quintana no sólo releyó el texto de Lezama,
releyó también sus fuentes, pero no para reconstruir el proceso de escritura de
La expresión americana –o
“deconstruirlo” -, ni para suscribir o impugnar sus argumentos. El objetivo de
Ugalde Quintana fue más discreto y, a la vez, más eficaz: recatalogar la
biblioteca de Lezama.
El crítico mexicano dividió esa biblioteca en cuatro
estantes. En el primero reunió todo el campo referencial de la morfología de la
cultura y la historia y la crítica literarias europeas que Lezama utilizó para
orientarse teóricamente a mediados del siglo XX: Spengler, Curtius, Vossler,
Klages, Huizinga… Toda una tratadística que le llegó al poeta cubano a través
de José Ortega y Gasset y la Revista de
Occidente, publicación que enseñó a pensar a buena parte de la
intelectualidad hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX.
El segundo estante tiene que ver con La Habana como lugar
para la conversación literaria y la poética de la memoria. Ahí coloca Ugalde
los diálogos que sobre la poesía y la historia, América y Europa, el mito y la
cultura, sostuvo Lezama con María Zambrano y Cintio Vitier entre los años 40 y
los 50. En esos coloquios encuentra otra fuente de las analogías de imágenes y
los enunciados genealógicos que abundan en La
expresión americana. La visión de Occidente como algo más que Europa y la
de América como algo más que América Latina o Hispanoamérica, que distinguió a
Lezama, se conformaron, como asimilación o rechazo, en esos diálogos.
Al barroco americano, a la tensión que el mismo establece
con el clasicismo y el romanticismo, con la cultura prehispánica y la expresión
criolla, en la obra de Lezama, dedica Ugalde el tercer estante. En este último
ocupa un lugar central la relación de Lezama con México que, hasta ahora, la
crítica no había tratado con tanta profundidad y sutileza. Archivero él mismo,
Ugalde da a conocer, por primera vez, cartas de Lezama a Alfonso Reyes y
detalles del importante viaje del autor de Paradiso
a México en 1949.
El último de los estantes de esta remozada biblioteca de
Lezama se consagra a José Martí. Pero no encontrará el lector, en estas
“variaciones”, los pétreos estereotipos que la religión martiana ha acumulado
en el último siglo. Martí aparece en La
biblioteca en su isla sumado a la conversación letrada de Lezama y, a
veces, como interlocutor caribeño de Friedrich Nietzsche. En las últimas páginas
de su libro, Ugalde Quintana descubre, detrás de la idea lezamiana de Martí como
“plenitud de la ausencia posible”, una variación en torno a la “escritura en
sangre” del filósofo de Basilea.