En el último número de la revista The New Left Review se reproduce una entrevista del sociólogo brasileño Emir Sader con el fallecido marxista cubano Fernando Martínez Heredia, que vale la pena leer. Allí el pensador socialista recorre pasajes de su biografía, desde su aproximación temprana al Movimiento 26 de Julio hasta su identificación con las ideas de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, además de su adscripción a un marxismo crítico, reacio al dogmatismo soviético, y ligado a las luchas del nacionalismo revolucionario y los socialismos libertarios en América Latina.
Cuenta Fernando Martínez, una vez más, la breve e intensa experiencia de la revista Pensamiento Crítico y el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, entre 1968 y 1971. Su relegación durante los años 70 y su reivindicación a partir de los años 80, coincidiendo con la crisis terminal del bloque soviético y el inicio del "periodo especial" en Cuba. Por el camino, Martínez Heredia traza un itinerario muy completo de sus lecturas de Luxemburgo, Gramsci y Althusser, además de una historia de su contacto con el marxismo latinoamericano, especialmente, con la obra de José Carlos Mariátegui.
Aunque especialmente desprovista de pasajes de adhesión ideológica al gobierno cubano, la entrevista es clara en la exposición de una biografía intelectual que pasa del protagonismo al ostracismo para luego regresar, nuevamente, al protagonismo. En ese sentido, la máxima con que Sader titula la conversación, "pensar por nosotros mismos", cambia de significación a través de las páginas. No siempre el "nosotros mismos" ni el "pensar con cabeza propia" significan lo mismo, a medida que Martínez Heredia habla.
En las primeras respuestas, el "nosotros" retrata a una juventud humilde y mestiza de provincia, como la de Martínez, que se suma a la Revolución triunfante, alfabetiza en las montañas y defiende al país de sus enemigos. Durante los años 60 y 70, ese "nosotros" intenta captar la vocación de saber de una generación intelectual, contemporánea de la Nueva Izquierda occidental, que se opone a la adopción de los manuales soviéticos como fuente primordial del marxismo clásico. Pero ya al final de la plática, el "nosotros mismos" de Martínez Heredia incluye al propio gobierno cubano, a su "proyecto socialista" y a ese sujeto impreciso que llama "Revolución".
Cabría preguntarse si Sader, un militante de la izquierda latinoamericana defensora no sólo de Hugo Chávez sino de Nicolás Maduro, incluye a los gobiernos bolivarianos dentro de ese "nosotros mismos" de Martínez Heredia. La expresión estaría sosteniendo que la izquierda bolivariana es un actor que piensa por sí mismo, a diferencia de la izquierda soviética. Idea a la que siempre habrá que agregar el recordatorio de que la izquierda oficial cubana fue pro-soviética hasta el año 1992, cuando apoyó el golpe contra Mijaíl Gorbachov, y que el eje bolivariano se ha caracterizado por múltiples alianzas geopolíticas que lo hacen dependiente de mercados distantes o no hemisféricos, como el ruso o el chino, pero igualmente capitalistas.
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