Libros del crepúsculo

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viernes, 6 de abril de 2018

El primer Guiteras y los límites democráticos del nacionalismo



En abril de 1927, cuando era todavía miembro del Directorio Estudiantil Universitario, Antonio Guiteras redactó y firmó un manifiesto en el que se oponía a la prórroga de poderes que impulsaba Gerardo Machado por medio de una serie de reformas a la Constitución de 1901. El documento revela ese constitucionalismo inicial de toda revolución, cuando el cambio es anunciado por medio de la lealtad a un código originario. Según Guiteras, Machado intentaba quebrar el orden constitucional en que se sustentaba la democracia republicana en Cuba.
De acuerdo con aquel primer Guiteras, en 1927 no había necesidad de cambiar la Constitución de 1901, mucho menos para perpetrar "un atentado a las libertades y a la soberanía del pueblo cubano". El joven revolucionario pensaba que la prórroga de poderes estaba siendo negociada con Estados Unidos, para asegurar la continuidad de un gobierno afín a los intereses de una oligarquía entreguista. Si se reformaba la Constitución para perpetuar a Machado, suponía Guiteras, habría menos posibilidades de llegar al poder por la vía electoral en 1928 o en 1932
El momento más interesante del documento llega cuando Guiteras alerta contra el recurso discursivo de Machado y los machadistas de que la prórroga de poderes podría servir para negociar con el gobierno de Estados Unidos la abrogación de la Enmienda Platt. Machado había viajado a Washington y había pedido al presidente Calvin Coolidge el fin del plattismo. Guiteras se adelanta a decir que, aún en ese caso, el autoritarismo es inadmisible. Dicho de otra manera: puestos a elegir entre la democracia constitucional de 1901 y el machadato sin Enmienda Platt, el joven Guiteras se decantaba por la primera opción.
La elección ilustra los límites democráticos del nacionalismo en ciertos momentos de la historia de las revoluciones latinoamericanas. No ha habido una sola revolución en el continente en que no se haya planteado el dilema entre nacionalismo y democracia. En la mayoría o en todos los casos, desde México en 1910 hasta Cuba en 1959, el dilema se resolvió por la vía autoritaria, es decir, subordinando la plenitud de la soberanía nacional a formas restringidas de acceso a los derechos políticos. Guiteras y el Directorio, en abril de 1927, atisban la posibilidad de poner límites democráticos al nacionalismo: hacen de la democracia condición de la soberanía. Al revés de la mayoría de los revolucionarios latinoamericanos del siglo XX.

1 comentario:

  1. En esta entrada Rafael Rojas parece haber encontrado una clave histórica en la relación entre nacionalismo, revolución y democracia. Rojas dice que el dictador Machado apela al nacionalismo (luchar por la derogación de la Enmienda Platt) para compensar una falta democrática (la enmienda a la Constitución para mantenerse en el poder). Por otra parte, Guiteras se opone a Machado y dice que prefiere la Constitución vigente con Enmienda Platt a una violación de la democracia que defiende la misma Constitución. Rojas parece presentar la observación histórica como una paradoja. Un revolucionario como Guiteras defiende la Constitución sometida a Estados Unidos ante un presidente “entreguista” que, por su parte, ofrece liberar a la Constitución de la dependencia estadounidense. Es decir, un revolucionario que pone el nacionalismo antimperialista en segundo lugar contra un “lacayo imperialista” que pone el nacionalismo en primer lugar.

    La historia, gracias a Rojas, ofrece el hecho, no lo explica. La sociología ni siquiera ve el hecho. Sin embargo la perspectiva cultural lo puede explicar. Primero observa algo: Machado y Guiteras son revolucionarios. De hecho, Machado es el verdadero revolucionario. Es un revolucionario de antes de la revolución mexicana de 1910, de la rusa de 1917 y es presidente de un gobierno revolucionario victorioso 10 años después de la rusa. Machado y Guiteras se enfrascan en una lucha sectaria, son dos revolucionarios enemigos socio políticos, pero aliados culturales. Ambos luchan por el poder y creen en la violencia, pero ambos tienen un verdadero enemigo común cultural: los valores modernos ("impuestos" por Estados Unidos). Nótese que el nacionalismo es secundario para ambos. Culturalmente las acciones de ambos revolucionarios no son paradójicas sino razonables.

    El pequeño hallazgo de Rojas tiene consecuencias enormes. Permite a sus lectores ver que tanto en el apego a la Constitución “mediatizada” de Guiteras como en la violación democrática de Machado se encuentra el mismo “malestar cultural” causado por la modernidad de la Constitución. Culturalmente predominó una gran lucha sectaria política que encubrió la guerra secreta cultural contra la modernidad en el siglo XX. Algún día los historiadores contarán esta guerra. Rojas, quizás sin saberlo, ha escrito las primeras cuartillas.

    Soren Triff, Bristol, Rhode Island

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