Libros del crepúsculo
sábado, 9 de septiembre de 2017
Patti Smith, Sam Shepard y el azul de Yves Klein
Patti Smith estuvo en México, cantó en la Casa del Lago, recitó en la galería Kurimanzutto, protestó contra Trump, contra la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y recordó a su admirado Roberto Bolaño, a quien dedicó el poema Hecatombe, que leyó en versión castellana un Juan Villoro que pronunciaba cuidadosamente "bueyes", y a Sam Shepard, su amigo y amante, actor y escritor. Hoy sábado, El Cultural de La Razón, trae una excelente (ana)crónica de Rogelio Garza sobre el concierto en la Casa del Lago y una traducción a cargo Roberto Diego Ortega de la maravillosa cronológica que Smith dedicó a Shepard en el New Yorker hace una semana, y que arranca así:
"Me podía llamar tarde en la noche desde algún punto del camino, un pueblo fantasma en Texas, una estación de descanso cerca de Pittsburgh, o desde Santa Fe, donde se estacionaba en el desierto y escuchaba el aullido de los coyotes. Pero con mayor frecuencia, me hablaría desde su casa en Kentucky, en una noche quieta y fría en la que uno podía oír la respiración de las estrellas. Sólo una llamada telefónica a media noche, surgida de un azul tan sorprendente como una tela de Yves Klein; un azul para perderse en él, un azul que podía conducir a cualquier parte. Yo despertaba feliz, me preparaba un Nescafé y platicábamos de cualquier cosa. Sobre las esmeraldas de Cortés, sobre las cruces blancas de los Campos de Flanders, sobre nuestros hijos o la historia del Derby de Kentucky. Pero sobre todo, hablábamos de escritores y sus libros. Los escritores latinos. Rudy Wurlitzer. Nabokov. Bruno Schulz..."
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Alguna vez asisiti a un concierto en la Casa del Lago, buen lugar
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