Hace unos días el
intelectual catalán Josep Ramoneda ofreció una conferencia en la Librería
Rosario Castellanos, de la Ciudad de México, sobre la situación de España y Cataluña en el
“desconcierto” europeo. En la presentación, Roger Bartra destacó la peculiar
mezcla de filosofía y periodismo, análisis político y promoción cultural que se
produce en la obra de Ramoneda. El autor de Apología
del presente (1989), un cuestionamiento paralelo del preterismo y el
utopismo que se apodera de las visiones de la realidad internacional
contemporánea, publicado en el mismo año de la caída del Muro de Berlín, hizo
gala de esa condición.
Ramoneda es un pensador que razona
con imágenes. Hábito adquirido en su larga experiencia como director del Centro
de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), que colinda con el Museo de Arte
Contemporáneo de esa ciudad. La metáfora que utilizó para describir el actual
“desconcierto” de Europa es el “libro desencuadernado”. El libro fundacional de
la Unión Europea, es decir, el conjunto de valores democráticos y confederales,
que debía rebasar los nacionalismos enfrentados en las dos guerras mundiales y
las ideologías contrapuestas del mundo bipolar, y que colocaría al viejo
continente a la avanzada de un nuevo concepto jurídico y político del
territorio, demostró estar mal encuadernado.
Los problemas de España y Cataluña, tan
acuciantes como la ausencia de gobierno durante ocho meses o el avance del
independentismo catalán, sin que, al parecer, haya condiciones mínimas para
negociar una salida de Cataluña de España entre las fuerzas políticas de ambas
naciones, tienen que ver, según Ramoneda, con la crisis europea. El
secesionismo, sostiene el ensayista, empieza por las élites económicas de Europa
que, cada vez más, se separan de la amplia base de clase media, corazón del
europeísmo, edificando un mundo aparte.
Ramoneda es un ensayista que apuesta
por el diálogo entre el arte y las ciencias sociales, la economía y las
humanidades. La mejor prueba de ese empeño es la revista La maleta de Portbou, fundada hace tres años en Barcelona, que él
dirige. El título de la revista alude, naturalmente, a la maleta que habría
dejado Walter Benjamin en un hotel de ese puerto fronterizo entre Cataluña y
Francia, donde se suicidó el filósofo, en septiembre de 1940, con una
sobredosis de morfina. La maleta de Benjamin es otra metáfora del libro perdido,
como el que Ramoneda observa en el fracaso de Europa.
La revista que dirige el intelectual
catalán es, también, la apuesta por una publicación impresa en medio de la
revolución digital. Pero una apuesta cuya melancolía, como la propia melancolía
de Benjamin, no es el cursi lamento por la pérdida de la cultura libresca sino
la crítica a la disgregación de la esfera pública contemporánea, que limita la
capacidad de intervención de los intelectuales. Hoy no pocos escritores
prefieren el Facebook, como plataforma de posicionamiento político, a un
artículo en un periódico, una revista de ideas o un buen libro de ensayos.
En el último número de La maleta de Portbou leemos un ensayo de
Marina Subirats sobre la creciente escisión de la sociedad española, como
consecuencia del agotamiento del modelo político de la transición, otro de
Jordi Gracia que intenta explicar el complejo fenómeno de Podemos y, de paso,
discute con agudeza y equilibrio el libro La
desfachatez intelectual (2016) de Ignacio Sánchez-Cuenca, y otro más, de
Jordi Amat, que vuelve sobre la transformación política de Cataluña, luego de
la pérdida de la hegemonía bipartita de Convergencia y Unión y el Partido
Socialista. Literatura de ideas de la más alta calidad en tiempo de pokemones.
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