En textos recientes de Graziella Pogolotti, Ambrosio Fornet, Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso, Silvio Rodríguez, Abel Prieto y, sobre todo, algunos conocidos libelistas electrónicos, de menor estatura intelectual, se sostiene una idea obsoleta de la identidad nacional cubana. Una idea que reitera mecánicamente el meollo de una política cultural totalitaria, donde se mezclan el nacionalismo estrecho y el marxismo ortodoxo, y que entiende la nación y su cultura diversa y cambiante, como sujetos ideológicos, moldeados por valores únicos y perpetuos, que se verían desfigurados o metamorfoseados en el contacto con el turista, el extranjero, el mercado, la democracia, el reformista, el emigrante, la "falsa" izquierda, la derecha o el centro.
En el mejor de los casos, ese neoconservadurismo cultural no se opone al turismo y al mercado, pero los considera un mal necesario -porque el "bloqueo" y no una política económica concreta, impidió el desarrollo del país-, o propone que el Estado, específicamente el Ministerio de Cultura, tome el control total de ambos para difundir los "valores" de esa identidad. ¿Qué valores son esos? ¿La soberanía, la justicia, la igualdad? Para empezar, esos valores no son "cubanos", son universales. Lo específicamente cubano son las instituciones y las leyes con que se intentan defender y promover esos valores: la Constitución vigente, el partido único, la ideología de Estado "marxista-leninista y martiana", el control gubernamental de los medios de comunicación, la penalización de las libertades públicas, la falta sistémica de autonomía cultural.
La vieja mentalidad nacionalista y comunista, de la política cultural del 71, que esos intelectuales dicen "corregida", reaparece intacta en élites reaccionarias que llaman a preservar la pureza de una supuesta mayoría moral y a combatir la contaminación de lo propio por lo foráneo, tal y como se definía el proyecto neoconservador en la obra de Irving Kristol. El otro amenazante es hoy un territorio tan poblado como hace cuarenta años, con sus propias modalidades de "revisionismo" de izquierda o de centro. El "diversionismo" de hoy es la música popular "vulgar", la clase media frívola, el "nuevo rico" de Miami que pasa sus vacaciones en la isla, los pequeños empresarios que buscan créditos en el exterior, los académicos que critican la lentitud de las reformas económicas y demandan la apertura de la mediana empresa, algunos escritores bien vendidos, los medios electrónicos alternativos y, por supuesto, los opositores.
¿Cuándo ha sido el mercado un enemigo de las identidades culturales? Grandes ciudades portuarias como Venecia, Barcelona, Nueva York o Buenos Aires, fueron construidas por el comercio y el mercado. La Habana fue eso y debería aspirar a serlo de nuevo. El viejo dilema republicano entre "comercio" y "virtud" ha sido descartado por las izquierdas contemporáneas más renovadoras y abiertas. El problema, sobre todo en países subdesarrollados como los latinoamericanos y caribeños, no es el "capitalismo", es decir, la economía de mercado, sino un tipo de capitalismo específico que se desentiende de la distribución del ingreso y de la ampliación de derechos sociales. Ni siquiera la izquierda comunitarista, que asociamos con la autonomía indígena o la defensa de las identidades culturales locales o regionales, es contraria al mercado.
La ideología oficial cubana vive un perpetuo desdoblamiento. Un sector reformista del gobierno quiere avanzar más por el camino de la ampliación del mercado y la consolidación de una política exterior realista, pero otro, más visible y demagógico, prefiere la inmovilidad y, en algunos casos, el retroceso, la vuelta a la "batalla de ideas". El campo intelectual hegemónico cubano forma parte de este segundo grupo y está cumpliendo funciones orgánicas en la promoción de la contrarreforma. Por eso, con el beneplácito de Cubadebate y Granma, se ensaña contra dos publicaciones de relativa autonomía, Cuba Posible y On Cuba, que en los últimos años han defendido las reformas -aunque también han cuestionado sus límites- y el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos.
En esto último -y en muchas otras cosas- el neoconservadurismo comunista de adentro coincide con el viejo conservadurismo anticomunista de afuera. Ambos rechazan la normalización diplomática y la apertura comercial de Cuba, pero por razones antagónicas. La élite del poder porque no quiere ceder, siquiera, pequeñas parcelas de su dominio. El exilio tradicional porque se opone a una inserción de Cuba en la comunidad internacional controlada por la nomenklatura. Sin embargo, en esas publicaciones que unos y otros descalifican, se han publicado algunas de las críticas más serias al carácter exógeno y excluyente del capitalismo que se está construyendo en Cuba.
Si el viejo conservadurismo anticomunista despreciaba a la juventud revolucionaria de los 60 y 70, por tercermundista, hippie, anticolonial y utópica, el nuevo conservadurismo comunista aborrece a otra juventud, la tecnológica, conectada, globalizada y migratoria del siglo XXI. Los gobernantes cubanos han hecho lo imposible por impedir que las tres últimas generaciones de la isla lleguen al poder. El resultado es una dirigencia máxima de octogenarios, que se volverá nonagenaria al mando del país, sin que esa obscenidad resulte escandalosa a los intelectuales oficiales. De hecho, no les parece anómalo sino natural, justo y hasta ventajoso que la jefatura del Estado, el partido y el gobierno esté en manos de las mismas personas por 60 años.
El nuevo conservadurismo cultural se dice "anticapitalista", pero confunde el capitalismo con la democracia y se opone a las reformas económicas porque éstas pueden alentar internamente una reforma política. En contra de Obama, le dan la razón a Obama. Si hubieran permitido que en Cuba se construyera una democracia soberana, desde los 90, hoy no tendrían que temer al efecto político e ideológico de la normalización. Su mayor reparo -y su mayor miedo- no es al capitalismo sino a la democracia. Si fuera al capitalismo estarían cuestionando abiertamente la modalidad privilegiada u oligárquica de economía de mercado que ya existe en Cuba. Pero no, ese capitalismo jerárquico y racista les conviene, y tan sólo por fanatismo o adoración a Fidel Castro jamás harán una crítica pública a la gran vida neoliberal que se dan los hijos del Comandante y otros jerarcas del régimen.
Se hacen llamar "socialistas" y, sin embargo, no han hecho un esfuerzo mínimo por clarificar lo que ese adjetivo significa en el siglo XXI. El rol que cumplen sólo contribuye a legitimar la exclusión económica, política y cultural de la mayoría por unos cuantos. Esos académicos e intelectuales reformistas, marxistas o católicos, que los inmovilistas se empeñan en estigmatizar, por lo menos se han tomado el trabajo de estudiar las diversas acepciones que ha tenido el socialismo en el siglo XX y proponen una reforma económica más audaz que la del gobierno y, sobre todo, una reforma política que permitiría transitar de un totalitarismo comunista a un socialismo democrático. Queda claro que si dedican decenas de libelos electrónicos a combatir esa posibilidad, temen tanto o más a ese reformismo interno que a la oposición y al exilio.
Desde Cuba Posible: No me defiendas, compadre...
ResponderEliminar¿Eres Cuba Posible? Yo he publicado ahí, varias veces, ¿Quién eres tú? ¿Has publicado en Cuba Posible o te identificas con algunas de sus ideas? ¿Por qué hablas en su nombre? Sería bueno conocer tu opinión sobre esa página para debatir con un mínimo de transparencia. Pero probablemente ese no sea tu objetivo.
ResponderEliminarUna pregunta, al margen de Cuba Posible. ¿Conoce Ud. algún intelectual cubano (mediático), de la llamada Diáspora, que sea además de anticastrista, antiimperialista? Le agradecería el dato en caso de que conozca ud. alguno. Noto, también, que muchos piensan a Cuba, pero muy pocos realmente la sienten.
ResponderEliminarHay un número considerable de cubanoamericanos que reconocen los errores de las ideologías estrictas, tanto el socialismo dinástico a la cubana como el "imperialismo" norteamericano. Algunos son herederos de los grupos de izquierda formados en los 70, otros más jóvenes. Rafael Rojas los conoce a todos, sean académicos o en otros ramos de la economía y las profesiones.
EliminarPor favor, sería Ud. tan amable de aportar algunos nombres. También me gustaría saber por qué las comillas a la palabra imperialismo. Gracias.
EliminarEs torcido tildar de "neconservadurismo cultural cubano" a un grupo de pensadores cubanos que, dentro de Cuba, mantiene una postura de resistencia precisamente contra el conservadurismo ideológico estadounidense ahora disfrazado de liberalismo. Es tramposo y de un oportunismo mendaz teorizar a favor de una falsa corriente de normalización que trata de colonizar el imaginario colectivo a partir de una narrativa de ficción bastante burda, por cierto. Al final de cuentas, salen beneficiados -intelectualmente hablando- los aludidos que se pretende estigmatizar en este post. Especialmente, viniendo la crítica de un maestro del malabarismo como es Rafael Rojas.
ResponderEliminar¿"Resistencia contra el conservadurismo ideológico estadounidense disfrazado de liberalismo"? El conservadurismo estadounidense está basado en la defensa de una "identidad nacional" americana, de raíz cristiana, que se siente amenazada precisamente por los valores liberales. La misma reacción se lee en esos pensadores cubanos que sienten que la "identidad nacional" de Cuba está en peligro por el contacto con Estados Unidos. Yo no trato de "estigmatizar" a nadie porque, para empezar, opino desde un blog personal, no desde la publicación de algún Estado o algún gobierno, como esos pensadores que escriben en publicaciones del Partido Comunista o el Ministerio de Cultura y se apropian del derecho a decidir quién es quién en la cultura cubana. Trato, además, de cuidar los adjetivos, precisamente para no descalificar. Lo que no se puede decir de alguien que, en unas cuantas líneas, abusa de calificativos como "torcido", "oportunista", "mendaz", "tramposo", "falso"... Por último, la normalización no es una "corriente" intelectual sino una realidad política, encabezada por las cancillerías de ambos países. Pensar esa realidad como una "colonización" retrata muy bien el maniqueísmo y la intolerancia de la ideología oficial cubana. Esa ideología, por lo visto, es incapaz de comprender la normalización porque tiene graves dificultades para asimilar conceptos elementales de la democracia y del realismo en las relaciones internacionales.
ResponderEliminarUsted, como historiador, parece anclado en el pasado y en los conceptos y manuales que hace tiempo han sido renovados por un vacío de significado alevoso. Y sí, la identidad cubana está amenazada no por el "contacto con Estados Unidos", sino por la obstinación histórica de su gobierno con respecto a la soberanía de Cuba. No trate de relativizar desde sus artificios postmodernos y sus viciadas deconstrucciones la realidad objetiva del diferendo histórico. Usted escribe sus panfletos y estigmatizaciones no solo en este blog, también lo hace en otras tribunas como La Razón y el País, órganos mediáticos al servicio del corporativismo neoliberal que pretende imponer una forma única y global de pensamiento. No trate de mostrarse tan hábilmente susceptible a los adjetivos que le encajan muy bien a su retórica académica. Por último, la normalización por parte de EEUU es una obvia falacia que pretende el continuismo de los mismos objetivos históricos a través de otros fariseos y sutiles mecanismos. Cuando usted habla de democracia y de realismo en las relaciones internacionales en el mundo de hoy, me parece tan ingenuo e infantil que me provoca una sonrisa fraterna.
ResponderEliminarAdemás, le reitero: No personalice los adjetivos convenientemente. Los uso refiriéndome a ciertas posturas políticas suyas claramente expuestas en su post. Usted tergiversa cuando le pone comillas a "oportunista", término que yo no he usado. Por favor no me haga personalizar, entonces sí, el término tramposo.
ResponderEliminarEste artículo no está escrito ni en La Razón ni en El País, sino en un blog personal, donde tú comentas libremente. Y no hay ninguna estigmatización en el mismo, sólo crítica a un discurso identitario y culturalista que postula la supuesta pureza de una identidad nacional. Estigmatización significa convertir al crítico o al disidente en enemigo, como hacen las publicaciones oficiales cubanas, donde a quien no concuerda con el orden establecido se le acusa de anexionista, contrarrevolucionario y anticubano. Cargos que tienen expresiones muy precisas en el sistema judicial de la isla y por los que mucha gente inocente ha sido encarcelada o ejecutada en 57 años. Al estigmatizado se le expulsa sistemáticamente de la nación, como puede leerse en Ecured, Cubadebate o Granma. En El País y en La Razón, escriben liberales, socialistas y hasta comunistas, gente de derecha, de centro o de izquierda. Articulistas que defienden a Podemos en España o al PRD en México, pero también que simpatizan con el PP, con el PRI, con el PAN o con el PSOE. ¿Es eso pensamiento único? No, pensamiento único es la prensa de un país gobernado por un mismo partido o dos únicos líderes en 57 años. La normalización no es ninguna falacia, es una realidad, una negociación entre dos dos gobiernos, que reporta ventajas comparativas para ambos pueblos y ambos estados. Así lo ha presentado la propia cancillería cubana y sus negociadores, Josefina Vidal y Gustavo Machín. Ni Estados Unidos ni Cuba son países siempre iguales a sí mismos, inertes, que buscan lo mismo a lo largo de la historia. No es cierto que Estados Unidos, es decir, el gobierno de Obama, busca anexar a Cuba, destruir la nación cubana o colonizar la isla. Quienes quieren ver ese proceso como una claudicación de La Habana o de Washington son reaccionarios, como tú, da lo mismo del lado de qué intransigencia estén. Son neoconservadores, que dividen obsesivamente el mundo en buenos y malos y piensan que a "los malos" hay que excluirlos o difamarlos, como hacen los oficialistas con publicaciones alternativas como Cuba Posible y On Cuba. Eso -y no yo- es lo que está a discusión. Pero a tí, por lo visto, te obsesiono yo. Algo que puede ser bueno para el ego pero que, en resumidas cuentas, es una distorsión del tema del post.
ResponderEliminarAhora usted, además de tutearme irrespetuosamente, me califica de "reaccionario". Aquí todo está relacionado, de manera que no hay distorsión alguna del tema del post. En este momento hay un asomo de debate sobre ciertas posiciones y tendencias respecto a Cuba Posible. Lo que trato de discutir con Ud. es lo que subyace en su "oportuno" espaldarazo a Cuba Posible específicamente. En mi opinión usted aprovecha una coyuntura política que ha trascendido mediáticamente para subvertir las ambigüedades obvias que existen en la plataforma política de Cuba Posible. Esto nada tiene que ver con el ego ni con usted personalmente. Su reacción es la típica de un intelectual que no está acostumbrado a ser cuestionado por sus ideas. Creo que el meollo de las turbulencias le asusta y además le irrita. A mí me obsesiona un poco la poesía y mucho las piernas de Jane Birkin.
ResponderEliminarNo sabía que tutear a un anónimo tan frecuente en estas páginas sea falta de respeto. Yo he colaborado varias veces en Cuba Posible y antes en Espacio Laical. Conozco a sus editores. He coincidido y también he debatido respetuosamente con sus posiciones. Pon los títulos de cualquiera de esas dos publicaciones en el buscador de este blog para que lo confirmes. Mi artículo no es un "espaldarazo" ni es "oportuno", es una crítica a quienes descalifican ese proyecto, consecuente con mi propia relación con el mismo. Un proyecto que no tiene "ninguna ambigüedad obvia", como tú, siguiendo al oficialismo cubano, aseguras. Muy típico del maniqueo eso de calificar de "ambiguo" un proyecto que se coloca a distancia de los extremos. Además, el post no trata únicamente de Cuba Posible, también de On Cuba y, sobre todo, de la batería de descalificaciones contra ambas en Cubadebate, Granma y varios blogs oficialistas, con los que tú te alineas.
ResponderEliminarGracias por su tiempo. Al margen de la irrespetuosidad, las calificaciones personales, las etiquetas y las alineaciones impuestas.
ResponderEliminarUn saludo
Magnífico post de Rafael Rojas y excelentes respuestas al anónimo que ha escenificado la ceguera intelectual precisamente criticada en el post. Aquí el anonimato parece un elemento fundamental del retrato hecho por Rojas.
ResponderEliminarMe pregunto cual es el salario que le paga el Gobierno de Cuba por atacar a Rafael Rojas, por defender lo indefendible? Debería avergonzarse por ser parte de ese grupo de legitimadores asalariados de la dictadura castrista. Afortunadamente, usted no tiene los argumentos sólidos ni para contrarrestar la lucidez del articulo, ni la veracidad del autor. Es lamentable como un país económicamente destruido tiene designado un presupuesto para posiciones laborales como la que usted ocupa. Rafael Rojas ha sido muy cortés al haberle respondido.
ResponderEliminarResulta muy curioso que los "defensores" de Rojas, se parecen mucho - en el tono y lo superficial- a los aduladores de Iroel Sánchez. Tal parece que la "guataquería" insular está enraizada en el imaginario colectivo incluso allende los mares. Creo que hay un estudio psicosocial pendiente a este respecto. Incluso me atrevería a decir algo así como, dime quién te defiende, y te diré quién eres. En fin, pobre realidad cubana.
ResponderEliminarRojas, una vez más muchas gracias por tu lucidez y por ser uno de los pocos intelectuales cubanos que habla desde su razón y el corazón.
ResponderEliminarEn efecto, cómo comentaba uno de los usuarios e incluso añadiéndole algo más: El verdadero derroche de un sistema político se da cuando el poder, ya no digamos solo por destinar recursos para enfocar ataques de este tipo y así legitimar lo no legitimable, no sólo eso, si no cuando dicho poder tiene la capacidad y la potestad de llevar a cabo dicha acción sin que haya medios que, no digo yo que le impidan hacerlo, pero si al menos criticar ante la vista publica del pueblo cubano este tipo específico de financiamiento... porque sabemos todos los de aquí que el pueblo de Cuba, el que vive allá, en sus calles, el que va a buscar el pan racionado, el que no llega a la primera semana del mes con el sueldo de de cualquier empleo legal que ofrece el gobierno, no tiene la menor idea de este tipos de debate, no puede acceder a ellos, no hay una institución, leyes que respalden el hecho de hacerlo y promueban sus opiniones (las del pueblo) a diferentes niveles en el orden político y social, porque amigos y amigas, en Cuba el gobierno a condenado a todos al secretismo de pasillos, conversaciones de esquina y a estar de reojo para ver si alguien equivocado oye de lo que están hablando. Por favor, vergüenza debería darles a los legitimadores que hacen este trabajo desde tal posición, la cual trae consigo dos circunstancias bochornosas, primera, aceptar un pago por un sistema o régimen que no deja espacio a la libre opinión y segunda, que tales argumentos, cómo bien afirmó Rojas, son devenidos del granma o la mesa redonda, o sea, que lo hacen desde ideas exteriores, heterónomas, no desde ideas propias y autónomas. Por lo tanto, no son voces verdaderas estas, aunque no por no serlas no creo que haya que prohibirles el emitir tales falacias, al contrario, dejarles estar aquí es una forma de mostrarles que la democracia existe y el poder inclusivo que tiene, algo que ellos desconocen.
Gracias Rojas y amigos.
Guataqueria colectiva es la que tienen personas como usted cuando sus posiciones son remake, contradictoria mente trasnochados, del oficialismo o el llamado discurso GMR, o sea, las siglas, Granma, Mesa Redonda. Además que es eso de hablar de imaginario colectivo como si fuésemos ratas de laboratorio que persiguen un mismo queso en un mismo laberinto, por favor que somos personas diferentes con ideas diferentes.
ResponderEliminarEl anónimo de las 11:27 bien podría empezar su estudio confesando quien lo defiende a él y, sobre todo, a quién él defiende. En otras palabras, estúdiese a sí mismo !
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