En un post de hace algunos años, en el que comentábamos las lecturas que Hannah Arendt hizo de Marx, decíamos que el marxismo occidental había tenido graves problemas para asimilar el concepto de totalitarismo. La observación me sigue pareciendo válida, aunque habría que hacer una excepción con Herbert Marcuse. En un libro fascinante, Soviet Marxism. A Critical Analysis (1958), que editó Columbia Universiy Press, Marcuse utilizaba el concepto, aunque asociándolo estrictamente con el estalinismo, es decir, recurriendo al tópico de separar tajantemente el periodo leninista de la Revolución Bolchevique del posterior, hasta la muerte de Stalin o el XX Congreso del PCUS:
"En vista de la permanencia de estos elementos principales del marxismo soviético a lo largo de su desarrollo, debemos preguntarnos si existe una "ruptura" entre el leninismo y el stalinismo. Las diferencias entre los primeros años de la Revolución Bolchevique y el Estado estalinista, totalmente desarrollado, son obvias: crecimiento constante del totalitarismo y de la centralización autoritaria; crecimiento de la dictadura, no del proletariado, sino sobre el proletariado y los campesinos. Pero si la ley dialéctica de la conversión de la cantidad en calidad ha sido alguna vez aplicable, lo fue precisamente en la transición del leninismo al estalinismo".
Marcuse escribía en pleno deshielo y en medio de las críticas al terror y el culto a la personalidad en las izquierdas marxistas. Pero su enmarcación del totalitarismo en el periodo estalinista no implicaba, a su juicio, que el Estado soviético dejara de ser totalitario después del XX Congreso del PCUS. Para reafirmar su hipótesis, que podía desdibujarse en una lectura apresurada de la última parte de su libro, escrita en plan de diálogo con varios marxistas soviéticos, Marcuse escribió un "Epílogo", a la edición de 1963, en el que comentaba, por cierto, la Crisis de los Misiles y mencionaba a Cuba. En aquel epílogo, hablaba Marcuse del "persistente vigor del capitalismo organizado y del persistente totalitarismo en la sociedad soviética", como "tendencias interdependientes".
El libro, por lo visto, se tardó en aparecer en español. La primera edición en castellano la hizo Revista de Occidente en Madrid, en 1967, y luego lo rescató, en 1969, Alianza Editorial. El impacto en la izquierda iberoamericana de esta tesis sobre el marxismo soviético debió ser tardío o desfasado, ya que para entonces, el propio Marcuse estaba involucrado en la plataforma teórica de la Nueva Izquierda. Una de las constantes de Marcuse en aquel libro, la distinción entre la teoría marxista, incluso la teoría marxista soviética, y el comunismo o el totalitarismo como orden social o régimen político, sigue siendo difícil de entender por muchos, en la propia izquierda iberoamericana y en los estudios culturales académicos, especialmente en Estados Unidos, donde se lee muy poca historia y teoría políticas.
Aún hay reticencias al uso del concepto, Rafael, inclusive después de las precisiones de Juan Linz sobre los contenidos y modalidades del totalitarismo de corte soviético. Para quienes nos parece válido -y pensamos, por ejemplo, que Cuba es hoy un postotalitarismo, bastante duro por cierto- este debate es crucial.
ResponderEliminarAsí es, en los debates electrónicos cubanos, por lo menos, no se toma en cuenta o se prefiere ignorar la teoría de la transición a la democracia y la clasificación contemporánea de los regímenes no democráticos, sean autoritarios, totalitarios o postotalitarios. De hecho, hasta se puede observar una descalificación del término "transición", de un lado y del otro. Pareciera que no interesan los conceptos precisos sino las palabras altisonantes, la propaganda antes que las ideas claras y, por tanto, eficaces.
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