Comienzo a leer por estos días los artículos juveniles de María Zambrano, reunidos en el tomo quinto de las Obras completas editadas por Galaxia Gutenberg, y que aparecieron en publicaciones de la Segunda República como Nueva España, Hoja Literaria, Cruz y raya, El mono azul y Hora de España, y descubro los orígenes del liberalismo político de la filósofa española. Todos esos artículos sobre las juventudes universitarias, la función política de la educación superior o la necesidad de un "renacimiento litúrgico" para que la religión católica pueda sumarse a la "revolución civil", concepto que usa Zambrano con mucha familiaridad, son el cajón de sastre de su primer gran ensayo, el injustamente olvidado Horizonte del liberalismo (1930), donde las ideas centrales de su obra de madurez, Persona y democracia (1958), ya estaban insinuadas.
Sorprenden en esos artículos políticos la vecindad que Zambrano, desde su liberalismo y su cristianismo, llegó a vivir con anarquistas, socialistas e, incluso, comunistas. En Hora de España, especialmente, compartió páginas con Juan Marinello, Octavio Paz y Lino Novás Calvo, demandó una vuelta al "realismo social" de Benito Pérez Galdós y escribió un elogio sobre la poética "materialista" de Pablo Neruda. Luego de leer esos textos juveniles se entienden mejor sus dudas sobre la profesión filosófica, confesadas en sus memorias Delirio y destino (1989), escritas a principios de los 50 en La Habana. Dudas que, en realidad, comenzaron muy temprano, tal vez desde su primer ensayo en Revista de Occidente, "Hacia un saber del alma" (1934).
Con esos textos a la mano no resulta extraño tampoco que en su breve paso por La Habana, en 1936, con su esposo Alfonso Rodríguez Aldave, camino a Chile, cuando un grupo de jóvenes invita a la pareja a comer en la Bodeguita del Medio, Zambrano identifique a un "joven, inédito y de izquierda" José Lezama Lima, que se había leído sus nueve colaboraciones en la Revista de Occidente, aunque en su mayoría fueran breves reseñas de libros de filosofía. Todo aquello era entonces "izquierda", Cruz y raya de José Bergamín y también Revista de Occidente de José Ortega y Gasset. Y aquella izquierda era republicana y liberal, como se encargaría de reafirmar la propia Zambrano cuando se negó a adoptar el "dogma de la educación socialista", en el México cardenista, asignada por la Casa de España como profesora de filosofía en la Universidad de Morelia, Michoacán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario