Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

domingo, 21 de junio de 2015

Criminalidad y política

En el nuevo suplemento cultural del periódico mexicano, La Razón, Margarita Esther González traduce la última entrevista que diera Hannah Arendt a Roger Errera, a fines de 1973, para la serie Un Certain Regard. La Hannah Arendt captada en la entrevista es la última, no la de La condición humana o Los orígenes del totalitarismo, la de la teoría de la revolución, la violencia o la "banalidad del mal", a propósito del juicio a Eichmann en Jerusalén, sino la crítica de la Guerra de Viet Nam y la analista de los Documentos del Pentágono, en su libro Crisis de la República (1972).
Se trata, en suma, de una Hannah Arendt perfectamente contemporánea, que todo lo que asegura sigue siendo válido para el mundo posterior a la Guerra Fría, en el que muchos de aquellos mecanismos tecnocráticos de "solución de problemas" en conflictos mundiales se han perfeccionado a un grado inédito de sofisticación. En su primera respuesta a Errera, dice Arendt:

"Al igual que las corporaciones sin Estado son características de nuestra época, y se repite una y otra vez con distintos aspectos en diferentes países y con distintos colores..., lo que también es característico de nuestra época es la intrusión masiva de la criminalidad en los procesos políticos. Y con lo anterior quiero decir algo que trasciende, por mucho, a esos crímenes siempre justificados, correctamente o no, como razón de Estado, porque siempre son la excepción a la regla, mientras que ahora, en cambio, nos enfrentamos a un estilo de política que en sí misma es criminal".

Aquella Arendt, que había denunciado el estalinismo y que sigue pensando el comunismo como "tiranía", estaba, a la vez, tan inmersa en la crítica de la política de Estados Unidos en la Guerra Fría que llega a rechazar el rótulo de "liberal". En un momento, le dice a Errera: "espero no escandalizarlo si le digo que no estoy del todo segura de ser liberal". Y recuerda a René Char: "nuestra herencia no está garantizada por ningún testamento". Y, sin embargo, esa Hannah Arendt final sigue apostando por una racionalidad crítica, capaz de desenmascarar cualquier tiranía:

"Verá, la tiranía fue descubierta muy temprano e identificada muy temprano como un enemigo. Sin embargo, nunca ha sido un obstáculo para que un tirano se convierta en tirano. No fue un obstáculo para Nerón, como tampoco para Calígula. Y los casos de Nerón y Calígula no impidieron un ejemplo todavía más cercano de lo que puede significar la intrusión masiva de la criminalidad en el proceso político".

Es muy probable que Arendt estuviera pensando en Hitler, pero el tono de la entrevista, centrado en la Guerra Fría, Viet Nam y los Papeles del Pentágono, permite interpretar que también pudo estar pensando en Stalin o, incluso, en Nixon. Fue esa la interpretación que Christopher Hitchens prefirió de aquella última Arendt, en quien, en buena medida, se apoyó para su Juicio a Kissinger (2002). Según Arendt, la "intrusión de la criminalidad en política" se había vuelto "masiva", es decir, universal, durante la Guerra Fría. Y ha continuado siéndolo desde entonces.


1 comentario:

  1. H. Arendt fue fiel siempre a esa racionalidad crítica que es la base de toda ciencia social que quiera aportar realmente algo al conocimiento humano. Gracias por compartir fragmentos de la entrevista y tú análisis.

    ResponderEliminar