La obra de Guillermo Cabrera Infante puede ser leída como una sucesión de retratos y homenajes. Aquí va este de Elena Burke, en Cuerpos divinos (2010):
"Ahora debo (no: debo) hablar de Elena Burke y de su estilo que llevaba la canción cubana más allá del mero límite de tónica-dominante-tónica en que se había mantenido la canción durante decenios, introduciendo (también hay que darle crédito, entre otros, a Frank Domínguez, como compositor y pianista acompañante de Elena por ahora) acordes inusitados en la música popular cubana, siempre rica de ritmo pero pobre en armonía, arrastrando las notas en calderones inesperados, produciendo rubatos rápidos y armonizaciones que parecían venir de Debussy a través de la música americana, de ciertos blues, de las torch songs cantadas por Ella Fitzgerald y de los arpegios, del scat singing de una Sarah Vaughan, con los elementos tropicales de siempre del bolero que surgió de la habanera, tomando un nombre español pero siendo cubano, compartido por algunos mexicanos (como el inmortal Agustín Lara y como Sabre Marroquín), pero ahora ya no más bolero, desaparecido el ritmo de habanera licuada y acompañada por el sempiterno ritmo del bongó en tres por cuatro, ahora hasta ese ritmo había desaparecido y en su lugar estaban las armonías debussyanas que llevaban la melodía fluyente como un río, la canción otro río sobre el río subterráneo del ritmo: eso era, eso iba a ser, eso estaba siendo el feeling. Pero yo tampoco he venido aquí a dar una conferencia sobre música, discurriendo pedante sobre cosas que apenas sé y que más que saber intuyo, sino que he venido a entronizar a Elena, uno de los manes de estas noches tan solitarias, de estas madrugadas tristes, que ella presidía con su voz cálida, con bajos tonos, con arpegios de contralto aunque era una soprano natural, una de las más naturales sopranos que ha conocido la música cubana. Esas noches solas eran compartidas también por el cuarteto de jazz, al que yo le oía interpretar sus melodías cool con el mismo demorado entusiasmo que ellos mostraban su material, yo coolamente sentado a la barra, oyéndolos compartir con Elena, cada media hora, el trono musical".
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