Libros del crepúsculo
martes, 23 de septiembre de 2014
¿Fue comunista Lino Novás Calvo?
Cuando en la historia intelectual y política usamos categorías como "liberal" o "conservador", "socialista" o "católico", "fascista" o "socialdemócrata" es evidente que estamos leyendo un repertorio de ideas y valores en el posicionamiento público de algún actor del pasado. Decimos que un pensador hispanoamericano del siglo XIX o que un escritor francés de entreguerras es liberal o conservador, fascista o socialista, sin tomar en cuenta si militó realmente en un partido de izquierda o derecha. La adjetivación es intelectual o ideológica, no necesariamente política, ya que, históricamente, ha sido siempre una minoría del campo intelectual la que milita en partidos políticos concretos.
Por razones obvias, especialmente en los estudios cubanos, la calificación de algún intelectual del pasado o el presente como "comunista" genera múltiples tensiones. Ha habido siempre un malestar con el status conceptual del comunismo en la esfera pública cubana, empezando por la zona oficial, donde se prefiere el término de "socialismo", que se agudiza con la existencia de comunismos inconfesos o "paracomunismos" y con la circulación, todavía hoy, más de veinte años después de la caída del Muro de Berlín, de diversos tipos de macartismo. Hay, por ejemplo, un macartismo al derecho, que criminaliza el comunismo -cualquier comunismo-, en el pasado o el presente. Pero hay, también, un macartismo al revés, que procede subestimando o desconfiando de la seriedad del comunismo en la vida intelectual cubana.
Es muy común, cuando aplicamos el calificativo de "comunista" a algún escritor cubano del periodo republicano, que salte automáticamente la pregunta de si ese escritor militó o no en el partido. Es una pregunta infrecuente si hablásemos de escritores liberales o conservadores, católicos o socialistas, fascistas o "de derecha". En el caso cubano, pregunta y respuesta se complican no sólo por lo extendido que pudo estar el "paracomunismo", es decir, la práctica de una simpatía por el comunismo que, tácticamente, se proyectaba como otra cosa, sino por la ausencia de buenas biografías de grandes escritores cubanos. El estado de la literatura biográfica en Cuba, si lo comparamos con el de otros países latinoamericanos, como Argentina, México o Colombia, por no hablar de Gran Bretaña o Francia, España o Estados Unidos, no podría ser más elemental. A lo que habría que agregar el desprecio por la biografía y la historia en la nueva crítica literaria, de la isla o la diáspora.
Veamos, por ejemplo, el caso de Lino Novás Calvo, borrado de diccionarios e historias de la literatura cubana por su exilio y su anticastrismo, a partir de 1960. Estudios recientes, realizados dentro y fuera de la isla por Cira Romero y Carlos Espinosa Domínguez, nos presentan a un Novás Calvo con simpatías comunistas desde principios de los 30. En sus cartas a José Antonio Fernández de Castro desde Madrid, donde se sumó fervorosamente a la causa republicana, y justo cuando redactaba su gran novela Pedro Blanco, el negrero (1933), Novás Calvo aparece como un lector entusiasta del Capital de Marx, colaborador y promotor de la revista Bolchevismo -a un amigo, en La Habana, manda un ejemplar y le dice, "para que veas cosa buena"- y defensor, entre los escritores cubanos, de una identificación con el comunismo. ¿Cómo asumía esa identificación, Novás Calvo, en los 30?
"(Emilio) Delgado y yo escribimos a (José Manuel) Valdés Rodríguez, (José Zacarías) Tallet y (Juan) Marinello para formar la célula de la Unión de Escritores Proletarios Revolucionarios (un proyecto hispanoamericano que fundaron, entre otros, José Ingenieros y José Carlos Mariátegui). Comunícate con ellos, y déjense de rencillas por grado más o menos. Creo que para la solución de los asuntos inmediatos de Cuba es equivocado agitar la enseña comunista, dado la posición en que se halla la isla respecto a Estados Unidos. No puedo pararme a desarrollar mi opinión. Pero hay una acusación de Marx contra un movimiento agrario comunista en Estados Unidos que me parece aplicable a Cuba hoy. Cuestión de táctica".
En esencia, lo que dice Novás Calvo es lo mismo que decía Marinello cuando explicaba por qué se había incorporado tan tarde al partido: la vía paracomunista. Durante su intervención en la defensa de la causa republicana, en la Guerra Civil, es evidente que Novás Calvo se alineó aún más con el comunismo -sin que podamos confirmar su militancia- al punto de regresar a la isla como editorialista del periódico Hoy, órgano primero de la Unión Revolucionaria Comunista y luego del PSP. Es en los 40, cuando gana el premio Hernández Catá, se publica La luna nona y otros cuentos (1943) y comienza a insertarse en otros círculos, más liberales, de la opinión pública de la isla, que Novás Calvo se aparta del comunismo organizado, aunque mantiene fuertes amistades en esos ambientes, como José Antonio Portuondo.
Ese cambio, que fue muy mal comprendido y hasta estigmatizado por Salvador Bueno, Lisandro Otero, Ambrosio Fornet, Jesús Díaz y casi todos los estudiosos de la obra de Novás Calvo, en la isla, hasta los años 90, se consumó en la década de los 50, cuando el escritor fue designado Jefe de Información de la revista Bohemia. Ya ese Novás Calvo, que parece estar más cerca del Partido Ortodoxo que del PSP, es el que emergerá, con toda su elocuencia, en los artículos anticomunistas y anticastristas de Bohemia Libre, entre 1960 y 1961. Textos que se leen, todavía hoy, como una verdadera anatomía de la clase media cubana, en la que las lecturas marxistas juveniles se ponen en función de narrar los orígenes del totalitarismo en Cuba.
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Había otro término en Cuba, creo que de raíz macartista, y era filocomunista. Más o menos algo así como que no eras militante pero te gustaba el comunismo. Siempre se usaba en un tono peyorativo. Al menos así lo usaba un viejo periodista, de la época de Carteles y Bohemia en Cuba, en la redacción de El Nuevo Herald hace años, para referirse a ciertos escritores cubanos de su época.
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