Libros del crepúsculo

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domingo, 27 de abril de 2014

Teorías de la vanguardia



Más de medio siglo antes de que se publicara la Teoría de la vanguardia (1974) de Peter Bürger, en la cultura europea, estadounidense y latinoamericana ya estaban naturalizadas distintas versiones del término francés avant-garde. Incluso, algunos historiadores han encontrado esa noción, aplicada a la cultura y no a la guerra o la política, como harían Clausewitz y Lenin, desde el siglo XIX. Es el caso, aunque bastante excepcional en aquella época, del socialista utópico y matemático francés, Olinde Rodrigues, quien la introdujo en su ensayo “El artista, el científico y el industrialista” (1825).
En América Latina, el concepto se maneja ampliamente, bajo diversos significados, desde los años 20. No sólo Benjamin y Adorno, también Renato Poggioli, Clement Greenberg, Harold Rosenberg, Mario de Micheli –la obra de este, por cierto, Las vanguardias artísticas (1959), fue publicada en Cuba-, entre tantos otros críticos, utilizaron un concepto flexible de vanguardia, mucho antes que Bürger, con el propósito de captar las dinámicas de la producción cultural en la era industrial.
Ese uso flexible del concepto, aplicado a la literatura, fue el que predominó en América Latina, donde lo mismo Vicente Huidobro que Jorge Luis Borges, Xavier Villaurrutia que Nicolás Guillén, Pablo de Neruda que César Vallejo, fueron leídos y catalogados por críticos e historiadores, como autores de vanguardia. Octavio Paz advirtió la contaminación del concepto en Los hijos del limo (1974), cuando propuso entender la poesía latinoamericana de los años 40 o 50 en adelante –es decir, la de su generación – como una “vanguardia otra”.
Para la mayoría de los teóricos mencionados, las fronteras entre la vanguardia y otros fenómenos culturales de la primera mitad del siglo XX, como el modernismo, el kitsch, la decadencia, la bohemia o el industrialismo, no estaban rígidamente trazadas. ¿Qué sentido tiene, entonces, tomar como única visión válida de las vanguardias del siglo XX, la teoría de Bürger, para pensar la historia cultural latinoamericana y cubana del siglo XX?
En Cuba, por ejemplo, el concepto de “vanguardia” y “vanguardismo” se manejó en publicaciones como Avance, Orígenes, Ciclón, Nuestro Tiempo y Lunes de Revolución, de distinta manera. La idea del vanguardismo cultural que predominaba en La Habana, entre los 50 y los 60, estaba mucho más cerca de la visión de Micheli que de la de Bürger. La idea central de este último, por cierto, sobre el gesto vanguardista de confrontar y rebasar la "institución del arte”, fue muy popular durante el postmodernismo de los 80, pero ha sido cuestionada y, en buena medida, descartada por el boom del mercado del arte en las dos últimas décadas.
 

7 comentarios:

  1. Esa unión de vanguardia y posmodernismo es, ciertamente, una singularidad cubana en los 80 del siglo pasado. Fuera de allí, aunque allí también hubo ejemplos, el arte de los 80 fue más bien transvanguardista (desde Clemente hasta Schnabel). Sostengo, en cambio, mis dudas sobre la asumida vanguardia del arte cubano entre los 30 y los 40, pues no me parece que pueda calificarse como tal (al menos, como movimiento).

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  2. Tienes razón, Iván. Recuerdo que en los 80 Desiderio Navarro usaba el término de "transvanguardia" en La Habana. El post, creo, tiene que ver más con el debate sobre la vanguardia en la literatura cubana de los 50 a los 70. Y ahí encuentro que muchos escritores de aquellas generaciones, que se asumían como "vanguardistas", por sus estéticas pero también por sus políticas de apoyo a la Revolución, son hoy injustamente leídos como escritores "realistas", cuando no como tradicionalistas, por sus evoluciones posteriores en la isla o el exilio. Me parece que falta, en relación con la literatura cubana de aquellas décadas, una historización como la que emprendió Boris Groys con el arte soviético posterior a la Revolución de Octubre.

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  3. El término "transvanguardia", vinculado al arte, surge en 1979, el mismo año del libro de Lyotard, por cierto. Y es de Bonito Oliva, por eso hay tantos artistas italianos metidos ahí. (Aunque Barceló o Schnabel cumplían los "requisitos" también). No tengo conocimiento suficiente para hablar de esa época literaria que apuntas tú en Cuba. Pero, en cuanto al arte, lo que hace Groys es sospechar de la separación convencional entre realismo socialista y vanguardia, movimientos que él ve más conectados de lo que parece. Hay una exposición que ha unido los dos fenómenos: "Caballería roja", como el cuadro de Malevich. Muy buena.

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  4. Polemizar -sin decirlo- con la ácida reseña que hizo Duanel de "La vanguardia peregrina". Pero sin mencionarla. El clásico ninguneo cubano.

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  5. Gracias por el comentario, anónimo, pero yo estoy bastante acostumbrado a polemizar. Aquí no hago más que extender una discusión que está en mi libro "La vanguardia peregrina", antes que en la reseña que Ud. cita.

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  6. Pero fijate, esos dos caballeros, el tal Iván y Rafael, andan siempre en polemicas paneniricas como si fuesen los unicos academicos que pueden hacerlas. Y no se dan cuenta de que son repetidores citas y opiniones de otros autores.

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  7. Anónimo: Gracias por lo de "Caballero". En cuanto a lo de "Académico", ni lo soy ni me ufano de esa respetable condición. Como bien debe saber, en este mundo se hace lo que se puede y a nadie le regalan nada. En mi caso, voy tirando con lo prestado. Ánimos con lo suyo.

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