Antes de que su "Discurso académico en La Habana" fuera publicado en un espléndido número de noviembre de 1929, de la Revista de Avance -el mismo en que apareció el ensayo de Ezra Pound "Energética literaria"-, y mucho antes, por supuesto, de que, en 1944, José Rodríguez Feo le escribiera su primera carta, anunciándole las primeras traducciones suyas que aparecerían en Orígenes -traducciones, curiosamente, no del propio Rodríguez Feo sino de su amigo, Oscar Rodríguez Feliú-, Wallace Stevens viajó a Cuba.
Entre 1922 y 1923 el poeta hizo dos viajes seguidos a la isla. El primero, en enero de 1922, de pesquería con su amigo Arthur Powell, un empresario de Atlanta con el que pasó varias temporadas en Biscayne Bay y Long Key. El segundo, en octubre de 1923, con su esposa Elsie, en una breve estancia dentro de un largo viaje que los llevaría, luego, a cruzar el canal de Panamá y subir por la costa del Pacífico hasta México y, finalmente, California. Aquel viaje de los Stevens, según los biógrafos, fue, a la vez, una luna de miel atrasada y una celebración de Harmonium, el primer cuaderno del poeta publicado por Alfred Knopf en septiembre de ese año.
En ese cuaderno aparece un poema titulado "The Cuban Doctor" y que, contrario a lo que podría suponerse, no se inspira en alguna experiencia de su primer viaje, el de 1922, ya que fue escrito, por lo menos, un año antes: se publicó en la revista Poetry en 1921. Los estudiosos encuentran en este poema, lo mismo que en el contemporáneo "Anecdote of the Prince of Peacocks", premisas clave del modernismo de Stevens como el vínculo difuso entre imaginación y experiencia.
The Cuban Doctor
I went to Egypt to escape
The Indian, but the Indian struck
Out of his cloud and from his sky.
This was no worm bred in the moon,
Wriggling far dawn the phantom air,
And on a comfortable sofa dreamed.
The Indian struck and disappeared.
I knew my enemy was near -I,
Drowsing in summer's sleepiest horn.
Otro poema de Harmonium, "The Emperor of Ice-Cream", que sí fue escrito en 1922 y que la crítica tradicionalmente localiza en Florida, pudo haber sido motivado, irónicamente, por alguna escena habanera. La mayoría de los críticos ha leído en el poema una trama de inmigrantes hispanos en alguna ciudad de Estados Unidos, pero no habría razón para no remitir la escena a aquella Habana de enero de 1922 que visitaron Stevens y Powell, y que llegó a captar Walker Evans en sus fotos, unos años después.
The Emperor of Ice-Cream
Call the roller of big cigars,
The muscular one, and bid him whip
In the kitchen cups concupiscent curds.
Let the wenches dawdle in such dress
As they are used to wear, and let the boys
Bring flowers in last month's newspapers.
Let be be finale of seem.
The only emperor is the emperor of ice-cream.
Take from the dresser of deal,
Lacking the three glass knobs, that sheet
On which she embroidered fantails once
And spread it so as to cover her face.
If her horny feet protrude, they come
To show cold she is, and dumb.
Let the lamp affix its bean.
The only emperor is the emperor of ice-cream.
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