Libros del crepúsculo

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sábado, 21 de diciembre de 2013

Dos Harvardians en La Habana




Si se hiciera una historia de las traducciones de la literatura norteamericana en Cuba, entre los años 20 y 50, un nombre ineludible sería Lino Novás Calvo, traductor de Hemingway, Faulkner, D. H. Lawrence, Eugene O’ Neill, Aldous Huxley y Sherwood Anderson. Novás Calvo no sólo tradujo para revistas como Bohemia y Ultra sino para editoriales iberoamericanas, como Espasa Calpe y Sur, que circularon en Cuba en aquellas décadas.
Importantes traductores de poesía norteamericana también fueron Eugenio Florit y los hermanos Pedro y Max Henríquez Ureña que tradujeron, para las revistas Avance y Orígenes, respectivamente, a Jorge Santayana y Dylan Thomas. No se podría hacer, sin embargo, una historia de la recepción de la literatura norteamericana en Cuba sin las dos piezas clave de la política de traducción, en dichas revistas: Jorge Mañach y José Rodríguez Feo.
Los dos, graduados de la Universidad de Harvard. Mañach en 1920, año del nacimiento de Rodríguez Feo, y éste, en 1949, cinco años después de fundada la revista Orígenes. A pesar de la diferencia de edad entre ambos y de la contradicción estética e ideológica que caracterizaría el vínculo de Orígenes con Avance –escenificada en la famosa polémica Mañach-Lezama- estos dos harvardians compartieron la pasión por el modernismo poético americano. En cuanto a la poesía norteamericana hay más continuidad que ruptura entre Orígenes y Avance, y la fractura origenista tiene que ver, en parte, con la reacción del ala católica, hispanista y afrancesada de la revista contra ese modernismo.
Mañach tradujo para uno de los primeros números de Avance el largo “diálogo en el limbo”,  “La sabiduría de Avicena” de Santayana. Rodríguez Feo, por su parte, publicó en el primer número de Orígenes su gran ensayo “George Santayana: crítico de una cultura”, que puede ser leído como indicio de una poética editorial. La presencia de Santayana fue constante en ambas revistas, ya que en la primera se publicó, además, una traducción de “Aversión al platonismo” de Pedro Henríquez Ureña y en la segunda otra traducción de Rodríguez Feo, del “Epílogo a mi anfitrión el Mundo”, fragmento de la célebre Autobiografía, y el obituario “Jorge Santayana” de Humberto Piñera Llera –más bien contra Santayana o contra el Santayana de Rodríguez Feo- en uno de los últimos números.
Muchas traducciones en Avance no especificaban al traductor. Las de Mañach, de Santayana o de Eugene O’Neill, aparecían con la leyenda “versión española” o “versión en castellano de Jorge Mañach”. ¿Pero fueron esas las únicas traducciones que hizo Mañach para Avance? Tal vez no. Algunas traducciones de poesía como las de “Blues” de William Carlos Williams, la del “Discurso académico en La Habana” de Wallace Stevens o la del polémico ensayo “Energética literaria” de Ezra Pound pudieron haber sido de Mañach ¿Por qué no firmaba Mañach como traductor? Tal vez por la inseguridad con que siempre trató el tema de la poesía y, también, por escrúpulos de la vanidad: en cada número de Avance aparecía una o más de una colaboración de Mañach.
En todo caso, el momento de máximo esplendor en la edición del modernismo poético norteamericano, en Cuba, lo alcanza Rodríguez Feo en Orígenes. Allí, este harvardian habanero tradujo, además de Santayana, a William Carlos Williams, “East Coker” y “Burnt Norton” de T. S. Eliot, el enjundioso ensayo de su maestro, Francis O. Matthiessen, sobre los cuartetos de Eliot –el más largo ensayo publicado en Orígenes- y, desde luego, a su amigo Wallace Stevens. De Stevens no sólo tradujo Rodríguez Feo poesía, como generalmente se piensa. También tradujo el ensayo “Las relaciones entre la poesía y la pintura”, sin el que difícilmente se entiende la idea del arte en Orígenes.   

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