El ensayista y
crítico cubano Gustavo Pérez Firmat, profesor de la Universidad de Columbia, ha
hecho una actualización de su clásico Life
on the Hyphen. The Cuban-American Way (1995), para la reedición revisada en
University of Texas Press (2012). Las dos adiciones fundamentales del libro son
un capítulo final, titulado “The Spell of the Hyphen”, y el epílogo “My
Repeating Island”.
No hay mayores
cambios de sentido en la defensa de la cultura cubano-americana hecha por Pérez
Firmat en los 90. Defensa aquella, de por sí, irónica, traviesa, como las del
ajedrez que tanto admira, que rehuía de cualquier gravedad retórica o
fruncimiento doctrinal. Pero defensa al fin. Leo en esta nueva versión de su
libro, no un abandono de esa defensa, aunque sí una exploración por los límites
de lo “cubano-americano”.
No es raro que los
dos textos que se agregan a esta edición busquen el diálogo con escritores que,
a pesar de residir por mucho tiempo en Estados Unidos, produjeron lo fundamental
de sus obras en español y se mantuvieron alejados de cualquier condición
migratoria, étnica o enclave cultural distintivo. Me refiero al poeta Orlando
González Esteva, a quien Pérez Firmat dedica pasajes llenos de ideas e
intuiciones, y a Antonio Benítez Rojo, homenajeado en el epílogo.
El concepto que le
permite a Pérez Firmat entrelazar estas lecturas es el de exilio o, más
específicamente, el de “exilio crónico”. Considérense “cubanos” o
“cubanoamericanos”, escriban en inglés o español, unos (González Esteva,
Benítez Rojo, José Kozer…) u otros (Oscar Hijuelos, Cristina García, Virgil
Suárez…) son exiliados. Y algunos de ellos, como González Esteva y el propio
Pérez Firmat, “exiliados crónicos”.
El exiliado crónico
puede escribir haikus, rememorar el paraíso de la infancia, repetir la isla o
deletrear el guión en cualquier lengua. Su marca personal, su huella dactilar
–o su iris digital-, no están determinadas por el mayor o menor nacionalismo o
cosmopolitismo, por la alternativa entre bilingüismo o monolingüismo o por
relecturas obsesivas de José Martí o T. S. Eliot. Lo que distingue al exiliado
crónico es un saber sobre Cuba y Estados Unidos, sobre los tiempos antagónicos
de ambas naciones y sobre el peso de ese antagonismo sobre sí mismo y su
futuro.
Un saber poético, en
este caso, pero que, como cualquier otro saber, desglosa la nación, el
continente y el mundo, para luego replegarse sobre el propio sujeto. Una
sabiduría que funciona como ontología de sí y que las primeras noticias que da
al sujeto son las de su permanencia y su fin. Por ese saber, el “exiliado
crónico” sabe que no cambiará, aunque sus países de origen y destino cambien, y
que morirá en el mismo gesto de repetir la isla y deletrear el guión, por más
que el mundo se globalice.
“The chronic exile knows that, whatever happens in Cuba, it will have happened too late. Change
may come to Cuba –it may have already- but no change will come to him. In this
he resembles those hundreds of thousands of other exiles, on both sides of the
Florida Straits and also within them, who did not live to see the day of their
country’s liberation. Exile ends, chronic exile goes on”.
¿Oscar Hijuelos "exiliado"? Difícil de pensarlo así sobre quien nació en Nueva York en 1951, eso sí, de padres cubanos pero...En relación a Oscar Hijuelos, y a propósito de su fallecimiento, Leonardo Padura ha escrito un comentario muy interesante y en el que le ride homenaje a este newyorquino (recordando a Lourdes Casal, "demasiada newyorquina para ser cubana, demasiada cubana para ser..."). Lo encuentra en los blogs "En la esquina de Padura" y en "Café Fuerte".
ResponderEliminarGracias por su comentario, "Anónimo". Lea las páginas que Gustavo Pérez Firmat dedica a su amigo Oscar Hijuelos, en "Life on the Hyphen" y otros de sus libros, algunos de hace más de veinte años, y dígame si el término de "exilio" o de "exiliado" le era ajeno al autor de "The Mambo Kings". Varias notas de prensa en la prensa norteamericana, como esta, http://articles.latimes.com/2013/oct/14/local/la-me-oscar-hijuelos-20131014, no duraron en presentarlo como "exiliado". ¿Cuál es el problema con el término? ¿Que resulta demasiado noble como para aplicarlo a millones de cubanos que decidieron marcharse de la isla en el último medio siglo? Es probable. A mí, en cambio, me parece la palabra que expresa con mayor claridad lo que ha vivido la mayoría de los que hemos vivido fuera de Cuba hasta la más reciente reforma migratoria, o por lo menos.
ResponderEliminar"exlio cronico" que manera mas -no se que para no ofender a ndie- de decir lo mismo que dijo Heraclito: "nadie se bania en las aguas del mismo rio" (o algo asi, dependiendo la traduccion).
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