A Juan Goytisolo
Tal eres, tiempo de duelo,
que todo ayer fue una fiesta:
cuando el ángel de la siesta
retozaba por el suelo.
Aliabierto, fijo en vuelo,
equilibrado y clemente,
planeaba sobre el durmiente
el pájaro solitario
de plumas abecedario.
Faltó el aire de repente.
Un testigo perenne y delatado (1985)
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