Las cartas en las que el poeta cubano Rubén Martínez Villena lamenta haber "literaturizado" su correspondencia con su esposa, desde la URSS, por medio de detalles sobre su tuberculosis, los síntomas de la enfermedad y la sublimaciones oníricas provocadas por la morfina, relacionan la estética realista con las drogas y el sexo en la época del primer comunismo. La historiadora Helen Rappaport ha sostenido que Lenin contrajo sífilis en los prostíbulos de París a principios del siglo XX y que desde entonces se acostumbró a calmar sus dolores con morfina.
Esta droga opiácea, utilizada como analgésico, tiene como uno de sus efectos distintivos la clarificación de los sueños y las fantasías. El sueño del morfinómano es realista y sensual, como puede leerse en las cartas de Martínez Villena a su esposa Chela, desde los sanatorios del Mar Negro. No estaría de más incorporar la morfina al campo referencial de la teoría y la práctica del realismo socialista entre los años 20 y 40. El famoso cuadro del pintor catalán Santiago Rusiñol capta muy bien aquel sustrato erótico del realismo, tan apreciado por los primeros comunistas.
El realismo, que los neohegelianos y Lukács, específicamente, imaginaban como emanación del racionalismo, no era ajeno a los resortes alucinatorios de la morfina. Esta última era pensada, de hecho, como la droga del realismo por la transparencia que concedía al cuerpo en medio de los afanes espirituales de la Revolución. Cuando Martínez Villena advierte, no sin culpa, que su epistolario, escrito bajo los efectos de la morfina, es literatura, y no simplemente la "información precisa sobre el expediente médico de un compañero" -él mismo-, estamos en presencia del autocercioramiento de la estética del realismo socialista por uno de sus artífices.
El realismo socialista que tuvo su versión estalinista y nazi es el resumen y el método de un delirio. La perfección física e ideológica, una espiritualidad colectiva y normada. Combativa y sin el rasgo contemplativo de los románticos. Habría que esperar por los avances de la neurociencia en sus investigaciones sobre la química del cerebro, es posible que los dictadores tengan una composición especial que les produce todos los excesos y los delirios de manera natural sin necesidad de estupefacientes.
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