Todas las tramas y todos los personajes del mejor Hitchcock
cargan con un pasado traumático. Janet Leigh ha robado 40 mil dólares. Norman
Bates conserva a su madre disecada en el sótano de su lúgubre mansión y asume
intermitentemente su personalidad. El protagonista de Rear Window ha sido un fotógrafo de guerra, que libera el tedio de
la paz espiando los secretos de sus vecinos.
El personaje de Cary Grant en To Catch a Thief es un ladrón de joyas de la Riviera francesa que
formó parte de la resistencia contra el fascismo, durante el régimen de Vichy, pero
que no siempre fue leal a sus compañeros. Ben, el médico de The Man Who Knew Too Much es también un
veterano de guerra, que asistió a las tropas norteamericanas y británicas en
Marruecos.
Scottie, el personaje también interpretado por James Stewart
en Vértigo, es un detective traumado
por una persecución en unas azoteas de San Francisco, que le dejó un miedo
incontenible a las alturas. Melanie Daniels, el personaje interpretado por
Tippi Hedren en The Birds, es hija de
un magnate de la prensa de San Francisco que, el verano anterior, protagonizó
un escándalo en Roma, cuando se bañó desnuda en una fuente.
Hitchcock, como dice su personaje Bates, no se “recrea en el
pasado”. El espectador apenas se entera del origen del trauma: la historia lo transporta desde un inicio al presente. El pasado no es para Hitchcock algo
completamente oculto ni algo demasiado visible. Tampoco es una pátina o una
epidermis, la manida punta del iceberg o la espuma de los días: es, nada más y
nada menos, que un momento del presente.
Un placer tus incursiones en el Arte. Deberías hacerlo con más frecuencia Rafa. El arte purifica el alma y nos hace olvidar los desagravios de la política y la academia.
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