Libros del crepúsculo

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jueves, 14 de febrero de 2013

Martí y Rilke



Más de un crítico ha llamado la atención sobre las posibles sintonías entre José Martí y Rainer Maria Rilke. Los dos, poetas de naciones pequeñas, exiliados en capitales de imperio, en la frontera entre los siglos XIX y XX. Los dos, espíritus expansivos en cuerpos enfermos. Poetas entre guerras y razas, entre caballos y barcos.
Un primer punto de contacto que se destaca es el poema que cada uno dedicó a “la bailarina española”. Rilke, en un viaje de 1912 por Toledo, Córdoba, Sevilla y otras ciudades andaluzas, quedó fascinado, como antes Martí, con el tablao flamenco. En su poema habla del mismo fuego, el mismo “pelo inflamado”, los “pequeños pies firmes”, el “gesto orgulloso”, la “danza en redondo”.
Pero, tal vez, la más clara conexión entre ambos poetas se encuentre en las nociones conjugadas del heroísmo y la muerte. Cuando en la sexta elegía de Duino, Rilke habla de lo “extrañamente cercano que es el héroe a los jóvenes muertos” o de un “heroísmo que empieza en el vientre de la madre” y se cumple en una muerte predestinada, glosa, sin saberlo, algunos síntomas del “caso Martí”.
Lo advirtió el poeta y diplomático mexicano, Jaime Torres Bodet, quien fuera Secretario de Educación y, luego, canciller de México a mediados de los años 40. En un escrito suyo, “Martí, paladín de Cuba” (1945), por el cincuentenario de Dos Ríos, Torres Bodet atribuía a Rilke la idea de que “cada uno de nosotros lleva su muerte en lo más secreto de su persona, como en la pulpa del fruto va la semilla”.
Martí era, según Torres Bodet, una de las mejores pruebas de una vida cifrada en América y para América: “el itinerario de un viaje hacia la cita definitiva”, el camino ejemplar hacia una “meta augusta: encontrar a América”. La América hemisférica, no únicamente la “latina”, como madre de ese héroe predestinado a una muerte temprana.
   


1 comentario:

  1. Muy interesante, Rafa. Estaria tambien el interes mutuo por la pintura espanola, de la cual quizas el caso mas significativo haya sido Murillo, figura dramatica a la cual Rilke le dedicara una obrita de teatro, y de quien Marti tambien comentara en algunas de sus glosas. Que lastima que no se llegaron a conocer, hubiese sido muy interesante. Un abrazo,G

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