Libros del crepúsculo
miércoles, 23 de enero de 2013
¿Hay ocaso para los íconos?
El crítico cubano Orlando Hernández cura una exposición en la galería The 8th Floor de Nueva York, que lleva por título Waiting for the Idols to Fall. En un texto que escenifica el eje conceptual de su proyecto, reproducido en el sitio Cuban Art News, Hernández se pregunta si es posible, en el arte contemporáneo, el abandono de representaciones de íconos o ídolos que encarnan pesados significantes. En este caso, el significante abrumador de "lo cubano".
En un momento del texto, Hernández parece sugerir que los artistas más jóvenes de la isla ya no se hacen la pregunta por la representación de "lo cubano". Sin embargo, la muestra que él mismo ha curado y la conclusión de su texto apuntan a que aunque no se hagan la pregunta, los artistas jóvenes no dejan de apelar al registro obsesivo de íconos e ídolos de una condición -más que de una "identidad"- nacional: el Castro pantócrata de José Toirac, la interrogada Virgen de la Caridad de Alejandro Aguilera, el pasaporte imaginario de Abel Barroso, la memorabilia pesadillesca de Pedro Álvarez.
La fórmula de una representación de "lo nacional", a la espera de la caída definitiva de sus ídolos, no pasa de ser una ingeniosa salida retórica a un dilema -o un estancamiento- que merecería una crítica más a fondo. Desde los 80, en el arte cubano se da por sentado que cualquier representación de íconos e ídolos de lo nacional es irónica o hipertexual. Tanto tiempo invertido en el mismo gesto acaba por domesticar las energías críticas que le daban sentido en lo que podríamos llamar la primera o la alta "postmodernidad cubana".
Habría que preguntarse, incluso, si en la actual fase frenética del mercado de la imagen, esa noción típicamente moderna de un "ocaso de los ídolos" o un "crepúsculo de los dioses" tiene vigencia. El afán de Bacon -el filósofo o el pintor- o de Nietzsche, de confrontar especulativamente los "ídolos de la tribu", hoy es visto como una decadente afición ilustrada, como otra voluntad de dominio más, en este caso, del saber, expresada en la aspiración de un "filosofar a martillazos".
En el actual mercado de la imagen, hay sitio para el reciclaje de todos los íconos. Sobre todo de aquellos íconos que, como podrían ser los rostros un héroe popular -Bolívar y Messi, Evita y Shakira, el Che Guevara y Cristiano Ronaldo-, son ídolos que devienen marcas. La pregunta que se impone, y que sugiere Orlando Hernández, es si el ineludible expediente de la representación de ídolos e íconos -siempre en pie, nunca caídos-, como emblemas de una condición nacional, no se acerca ya a una suerte de nacionalismo postcrítico, a una yuxtaposición entre el arte plástico y la mercadotecnia turística.
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Rafael, muy pertinente y lúcida tu puntualización, como siempre... Creo que el texto de O. Hernández está atravesado por unos tics que siguen funcionando como especie de trampas conceptuales o deseos nunca satisfechos; esos de reafirmar -incluso contra las tesis que se quieren proponer- que 'basta con ser cubano' sin necesidad de representarlo y que es necesario ampliar el repertorio de representaciones de 'lo cubano' para seguir produciendo 'diferencias' o 'talismanes que amparan en cualquier circunstancia'... A mi juicio, este tipo de gesto crítico debería salir de ese circuito ni siquiera reconocido de autotelia... Traté' de proponer algo en ese sentido en "Olvidar a Cuba: contra el lugar común", que apareció en Diario de Cuba... Abrazos
ResponderEliminarSí, Walfrido, leí tu ensayo en Diario de Cuba y concuerdo con la idea central del mismo. De todas formas, y en favor de la argumentación de Orlando Hernández, habría que decir también que la plena exterioridad, la falta total de contacto con íconos e, incluso, ídolos, es quimérica. La cultura hiperpop que vivimos hoy no nos permite liberarnos enteramente de esas representaciones. Lo que no me parece bien es que se consolide ese nuevo tipo de nacionalismo, que llamo nacionalismo postcrítico, a base de ironías, polisemias, ambivalencias o como se les quiera llamar. Ahí tienes, por ejemplo, el caso de Candela, la alegoría guevarista de Los Carpinteros en Madrid. ¿Cómo debemos leer eso? ¿Qué tipo de relación con el ícono se plantea ahí?... Saludos, R.
ResponderEliminarotro idolo roto
ResponderEliminarhttp://el-guama.blogspot.com/2013/01/marti-el-comemierda.html?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter
"Lo que no me parece bien es que se consolide ese nuevo tipo de nacionalismo, que llamo nacionalismo postcrítico, a base de ironías, polisemias, ambivalencias o como se les quiera llamar"
ResponderEliminarRafa, te falto levantar el dedo, y tener una tribuna...uhhhhhh, candela!
Bueno, anónimo, a mí no me parece bien una cosa y a tí te parece mal que yo lo diga. Así que estamos parejos, R.
ResponderEliminarQuizá para las artes visuales sea mucho más difícil librarse del todo de la iconofilia; está claro que 'la plena exterioridad' se complica justamente como dices en nuestra cultura hiperpop. Sin caer en esencialismos, creo que la literatura puede ofrecer alguna salida con respecto a esto, creo de hecho que algunos discursos lo están haciendo. Entre otras cosas, porque se debilita el imperativo de relación "tortuosa" con el mercado -que no en el caso de las artes plásticas, sobre todo la que producen los cubanos. Con respecto a la consolidación del "nacionalismo postcrítico", no estoy seguro de qué demandas habría que hacerle a ese tipo de discursos... ¿menos polisemia? , ¿más 'transparencia' en las adscripciones/contestaciones 'políticas'?... Para mi gusto, me quedo con los discursos más olvidados de este tipo de recursos... Pero esto por supuesto no quiere decir que aquéllos no supongan algún problema... Saludos
ResponderEliminarBueno, yo no creo que al anónimo le parezca mal lo que dices sino cómo lo dices. Quizá se trata del tufillo inquisidor que revela.
ResponderEliminarEste blog es una plataforma de opinión personal, no una publicación de alguna institución o cualquier organismo de poder. Dígame usted, "anónimo", cómo puedo aplicar yo algún principio inquisitorial sobre la sociedad desde este blog, en el que usted, sin dar su nombre, por ejemplo, me acusa a mí de inquisidor ¿Sabe Ud. lo que fue el Tribunal del Santo Oficio, realmente?
ResponderEliminarGracias, Walfrido, por tu comentario. Pensaba, en el caso de la plástica, no en el abandono de la polisemia, la ironía o la ambivalencia, que al fin y al cabo son atributos siempre del buen arte. Pensaba, en realidad, en el abandono de la dependencia excesiva de los íconos, una especie de fijación con símbolos munumentales que está imponiendo la cada vez más hegemónica nueva cultura hiperpop del capitalismo contemporáneo. Para un artista que se pretende crítico y de vanguardia, eso debería ser un problema. Mi percepción es que algunos -no todos- artistas cubanos no se enfrentan a esa hegemonía sino que se acomodan a ella capitalizando -"postmodernamente"-los íconos de la tradición socialista y populista latinoamericana. Yo, desde mi gusto, preferiría un ademán más vanguardista aún, que eludiera la iconología populista. Pero se trata, al fin, y como siempre en el arte, sólo de un juicio personal, y tal vez anticuado. Volveré sobre el tema, aquí, a propósito de la interesante obra de Los Carpinteros en el Matadero de Madrid.
ResponderEliminarVamos a ponerlo de la siguiente manera y así nos ahorramos la banalidad del nombre no dado y el Tribunal del Santo Oficio, que, dicho sea de paso, lo conozco (aunque ahora ante su impertinente pregunta me asalta la duda). Supongámos que el primer anónimo discrepaba de su forma y no del contenido; algo que es muy revelador.
ResponderEliminarGracias al primer y el segundo "anónimos" por su terriblemente familiar distinción entre "forma" y "contenido".
ResponderEliminarHola Rafael, lei tus comentarios e incluso los puse en mi muro sin darme cuenta de que tenia esta posibilidad de dejarte saber lo que pienso. La verdad es que me entere tarde de que estaba participando en un show sobre 'arte cubano' y en un debate sobre ese tema. Y bueno veo que en el show estoy representado por una pintura de las muchas que he hecho movido mas por razones personales, o por encargo, o intercambios o regalos. Aqui en mi casa le decimos 'arte mas domestico', porque esta muy relacionado a las cosas diarias, a la casa o a nuestras relaciones de amistad, Y tambien porque nos ha sacado de mas de un aprieto economico. Claro que si me hubieran consultado para este show, no necesariamente hubiera sido esa la obra que llevaria. De modo que el debate me agarro desprevenido y no del todo bien representado. Pero bueno voy al grano: a mi lo que me parece 'viejo' o inactual es la intencion de armar un show con ese tema y llamar a un debate de contenido limitado como lo es la etiqueta 'arte cubano' [cuban art]. Tampoco me queda clara la idea de hacer un show [ uno mas en la cartelera] para tratar de definir cual arte es mas contemporaneo o de vanguardia, o cual mas viejo o menos influyente. Son topicos a los que de verdad no les presto atencion desde hace tiempo. Con relacion a Cuba, se puede decir todavia que existe un arte libre y un arte que no lo es. Artistas que han logrado su libertad e independencia personal por esa via, y artistas que siguen jugando la ficha de la docilidad, sin que se puedan expresar libremente en tanto ciudadanos. Creo tambien que las opiniones criticas alrededor de este show adolecen de un historicismo al mismo tiempo profundo y ramplon, que tiende a imponerse como criterio, y un poco a menospreciar los detalles del trabajo y la vida diaria de los artistas que se han alejado para siempre de la componendas y 'botellas' propias del mundo del arte en la isla. Los artistas y muchos profesionales en Cuba se liberan mentalmente porque las posibilidades de libertad real cada dia estan mas alejadas. Pero bueno me resulta dificil seguir el hilo a pesar de que tengo mucho interes en discutir a profundidad este tema contigo. Espero por tus comentarios. Un abrazo desde Atlanta
ResponderEliminarGracias por el comentario, Alejandro. No había podido responderte. Tus observaciones suman otros ángulos al debate. Más allá de una u otra exposición, de una u otra poética, la discusión que me interesa tiene que ver con el tema del lugar de los íconos comerciales en el arte y, específicamente, con la corriente neopop que veo propagarse por todos lados. Trataré de pulir mejor el argumento en la nota sobre Candela de Los Carpinteros.
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