Libros del crepúsculo
lunes, 10 de septiembre de 2012
Ortografía y totalitarismo
Hace algunos años Gerardo Muñoz observaba en su blog que en los diarios tempranos de Susan Sontag, traducidos recientemente en Mondadori, bajo el título de Renacida (2011), podía rastrearse una conexión cubana a través de amigos y amantes de la isla, que conoció en París, entre fines de los 50 y principios de los 60, como Ricardo Vigón, Germán Puig y María Irene Fornés. Las notas de Sontag revelan un aprovechamiento intelectual de aquellas experiencias afectivas y sexuales, con el fin de perfilar ideas sobre el nexo entre una sexualidad liberada y la democracia política.
Hay, sin embargo, otra zona donde la conexión cubana es rastreable, aunque de un modo menos evidente. Me refiero a los comentarios de Sontag sobre la lectura marxista de Weber por Wright Mills, tan importante para la posición de éste sobre Cuba, y, sobre todo, a la especulación sobre el vínculo entre caligrafía y dictadura. En un momento se pregunta Sontag si existe alguna relación entre la ortografía cirílica de Stalin y Lenin y la construcción del totalitarismo comunista en Rusia. Esa relación, evidente en el diseño gráfico por ejemplo, ¿no se extendería también al diseño de las instituciones y las leyes?
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