Por azar, o no, he leído en las últimas semanas dos libros que no podrían ser más opuestos en estilo e idea. La novela Liberación del escritor húngaro Sándor Márai (1900-1989), que, aunque escrita en el verano de 1945, acaba de ser vertida al español por primera vez en ediciones Salamandra. Y el libro El despertar de la historia (Clave Intelectual, 2012) del filósofo francés, Alain Badiou, en versión espléndida de Begoña Moreno-Luque.
Ambos libros, una novela y un ensayo, hablan de despertares de la historia, luego de dos pesadillas diferentes: el fascismo de principios del siglo XX y el neoliberalismo de fines de la misma centuria. Para Márai el despertar de la historia, que trajo la liberación soviética del nazismo en Europa del Este, no fue más que un sueño que abrió las puertas a otra pesadilla. Para Badiou, la primavera árabe, el 15/M y Occupy Wall Street son un despertar equivalente al triunfo de la Revolución de Octubre en 1917: un regreso a la revuelta y a la "Idea"
La lectura de ambos libros deja la sensación de que la joven Erzsébet Sós, protagonista de Liberación, podría dar algunas lecciones al anciano Badiou sobre esos despertares de la historia. Hija de un científico humanista, crítico del nazismo y con algunas simpatías por el bolchevismo, esta joven aprende en un sótano de Budapest, en el verano de 1945, que a la hora de mancillar al otro no había demasiadas diferencias entre fascismo y comunismo.
La joven Erzsébet, como los indignados de hoy, se rebela ideológicamente contra el fascismo y vive clandestina en los sótanos de Buda y Pest, atravesando furtiva los puentes entre las dos orillas del Danubio. Ella misma se resiste a las estigmatizaciones del bolchevismo, que predominaban entre la burguesía húngara. Al fin y al cabo, se dice, los comunistas son seres humanos y quienes los siguen son millones. El final de la novela le depara, sin embargo, una experiencia límite, en la que sufrirá en carne propia la barbarie de la "liberación" soviética: su despertar a la historia.
Lo que no nos aclara don Rafael es si Badiou cae en un error conceptual cuando compara al bolchevismo con los primaverales árabes, Occupy, 132 y demás fauna, o si, por el contrario, estos movimientos tienen la semilla totalitaria de las revoluciones del siglo 20.
ResponderEliminar(full disclosure: mi opinión personal es que, en esencia, los movimientos del siglo XXI sí tienden hacia lo totalitario pero los baby boomers los idealizan por el simple hecho de ser jóvenes).
Ya Cempazuchitl puso el dedo en la llaga. Los primaverales arabes, convertidos en inviernos islamistas (un tipo de totalitarismo, islamofascismo), Occupy, 132 y demas fauna, contienen en efecto la semilla totalitaria. Occupy Wall Street es neocomunista, como lo es Alain Badiou, un anciano como ese otro impresentable de Stephane Hessel, aunque al menos Badiou si es un intelectual y no de los menores.
ResponderEliminarComo se puede comparar al fascismo con el neoliberalismo?
Dicen que los dos ancianos, Badiou y Hessel, son amigos. Viejos que se han puesto de moda, siguiendo el ejemplo de la gerontocracia cubana. Pa'su madre.