James Wood es un resuelto defensor de la tradición realista de la novela moderna en los dos últimos siglos. Su libro How Fiction Works (2008), que alguna vez comentamos aquí, es una de las más vehementes apuestas por el realismo que ha producido la crítica literaria en décadas. Pero incluso la estética realista, piensa Wood, tiene límites que de rebasarse nos internan en un terreno ajeno al arte mismo. La última novela de la joven escritora canadiense, Sheila Heiti, How Should a Person Be? (2012), le ha parecido a Wood un mal experimento con el género, que lo lleva a distinguir entre el realismo de la ficción y la falsedad de lo real.
La transcripción literal de las zozobras de un grupo de jóvenes cosmopolitas, que entran llenos de dudas y frustraciones a la adultez, en cualquier ciudad del planeta, no le parece a Wood un ejercicio de ficción. Piensa el crítico que la autora de Ticknor (2005), una novela histórica inspirada en la amistad entre los historiadores norteamericanos del siglo XIX William H. Prescott y George Ticknor -los dos, hispanófilos, por cierto- debería conocer la diferencia entre novela e historia y entre ficción y realidad. Heiti podría replicar a Wood que, precisamente por conocer dicha diferencia, se propone ignorarla.
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