Libros del crepúsculo

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viernes, 15 de junio de 2012

La desaparición de Emma Pérez





 Tal vez exista, pero no conozco un buen estudio sobre las diferencias entre los cánones de la poesía cubana producidos por las antologías La poesía cubana en 1936 (1937) de Juan Ramón Jiménez, José María Chacón y Calvo y Camila Henríquez Ureña y Cincuenta años de poesía cubana (1952) de Cintio Vitier. Deliberadamente, Vitier incluyó más o menos la misma cantidad de poetas -68- que los antologadores de la Institución Hispano-Cubana de Cultura -63-, aunque su lista fue notablemente distinta.
         Con frecuencia se piensa que el principal cambio introducido por Vitier se debió a la incorporación de los más jóvenes poetas de la generación de Orígenes –en la del 37 sólo figuraban Gaztelu, Lezama, Piñera y Rodríguez Santos-, pero, como veremos, no es esa la alteración fundamental que produjo la compilación del cincuentenario. El principal cambio del canon de Vitier, armado sólo quince años después de la antología de Jiménez, tiene que ver con la exclusión de unos treinta poetas cubanos, muchos de ellos, mujeres.
         En la antología de Vitier no aparecieron Dora Alonso, Julia Cárdenas Quintana, Samuel Caldevilla, Julio Carvajal, Tete Casuso, Josefina de Cepeda, Esperanza Figueroa, Ada Gabrielli, Juan M. García Espinosa, Zoila García Fominaya, Leonardo García Fox, Alfonso García Iglesia, José Gómez Sicre, Dalia Íñiguez, Agustín Irulegui, Lukas Lamadrid Moya, Julio Morales Gómez, María Luisa Muñoz del Valle, Emma Pérez, Herminia del Portal, René Potts, Cuca Quintana, Pedro Alejandro Quintana, Mercedes Rey de Garriga, José Rodríguez Menéndez, Mariblanca Sabas Alomá, María Sánchez de Fuentes, Valentín Tejada, Carmela Valdés Gayol, Rosa Hilda Zell y J. L. Zúñiga.
         Había diferencias entre las concepciones de ambas antologías que explican, en parte, dichas exclusiones. A Juan Ramón Jiménez le interesaba una muestra sincrónica, que incluyera a los mejores poetas que estaban escribiendo en 1936 en Cuba. A Vitier, en cambio, le interesaba la obra poética consolidada en el lapso de medio siglo de vida republicana. Casi todas las purgas de este último tenían sentido, dada la baja calidad de la mayoría de los poetas mencionados. Pero hay excepciones. Una de ellas, la poeta Emma Pérez Téllez (1901-1988).
         Pérez había nacido en Cartagena, Murcia, a principios de siglo y había emigrado con su familia a Santa Clara. Desde fines de los veinte, ya vivía en La Habana, cercana a los círculos intelectuales de la izquierda antimachadista. A través de José Zacarías Tallet, conoció en 1929 a Carlos Montenegro, quien cumplía una condena por asesinato en la prisión del Castillo del Príncipe. Montenegro y Pérez se casaron en el mismo año 29, en el Príncipe, en medio de la campaña a favor de la liberación del escritor impulsada por la revista Avance. El autor de Hombres sin mujer (1938) salió en libertad dos años después, en 1931.
         Hasta mediados de los años 40, cuando ambos rompieron con Moscú, Montenegro y Pérez fueron figuras importantes de los medios comunistas cubanos. Fueron redactores de El Resumen, Mediodía, Hoy y otras revistas y periódicos del comunismo insular y se identificaron con la defensa de la República Española y el movimiento sindical. Emma Pérez fue la encargada durante años de la sección “Mi verdad y la vuestra”, en el periódico Hoy, además de escribir varios libros de poesía infantil y varios ensayos notables de historia de la educación y la pedagogía en Cuba, motivados por su experiencia como profesora de esas materias en la Universidad de La Habana.
         La mutación ideológica de Pérez en los 40 podría ilustrarse por medio de dos títulos suyos: Canciones a Stalin (1944) y La política educacional del Dr. Grau San Martín (1949). La poesía de Pérez en aquellas décadas mantuvo, sin embargo, el vanguardismo moderado o el surrealismo de baja intensidad que había caracterizado sus composiciones desde los años 20. Algunos poemas incluidos en la antología del 37 permiten leer un sutil acento Mayakovski en versos como:

Subo a mi hija sobre mis cantos
A que adhiera carteles a los muros…

Le enseño los himnos sangrantes,
La ferocidad de los ejércitos,
La ignorancia de los soldados
De ser hermanos de los que asesinan,
La ira apretada de los mares,
Alrededor de las hurtadas islas,
Los cielos que caerán al agua
Y las montañas que serán destruidas.

Coloco al lado de su cama
El retrato de Yevdokia Korobka
Amamantando a su hijo.

Le fabrico
Unas esperas verticales
(firmes, de hierro) de la tempestad…

O en su “Noción de la muerte de Pablo”, dedicado a Pablo de la Torriente Brau, o en “Tempestad sobre la isla”:

Ráfagas. Secas. Duras. ¡Sopla el viento
Desde lo alto de los Urales!

Fugitivo, el silencio de las ceibas
Arranca crenchas de palmares
Y va a hacerse llamados de alegría
Sobre el tumulto de las cañas.

Ráfagas. Secas. Duras. Como hierro.

El yanqui cierra sus ventanas,
Mientras rompen los puños del estruendo
Los ventanales de las fábricas.

Hay que enderezar cóleras
Y surgen, con sonrisas desenterradas,
Los guajiros del vientre de la tierra…  

Buena parte de la poesía de Emma Pérez en aquellas décadas adoptaba la forma de un diálogo con su madre, Luisa Téllez, y su hija, Emma Montenegro. Un diálogo que a veces se presentaba como conversación imposible, como articulación de palabras en el aire, que no llegaban a su destino en ninguna de las dos generaciones: la del pasado y la del futuro. La poesía infantil de Emma Pérez, que debe mucho a Ismaelillo de José Martí, tiene ese dejo de soliloquio, que también encontramos en la elegía “Contra el amor que no se cansa”, dedicada a su madre:

Donde estoy
No hay praderas de encuentros blandos.
Para advertírtelo hago esta bocina
Con mis dos manos apretadas
Y te lanzo palabras como piedras
Que estrían de sangre oscura el aire….

Fíjate que no voy sobre otros muertos
Con ramos de dalias compradas,
Haciendo altos en despedidas rígidas,
Dejando a mis ojos que viajen
Por caminos de nombres extinguidos,
En intentos de concentrar árboles
Que me protejan con la sombra tuya…

¿Cuándo, cómo y por qué desapareció esta poeta de la historia de la literatura cubana? Como su esposo, Carlos Montenegro, la autora de Elegías por Luisa Téllez (1944) no aparece en el Diccionario de la literatura cubana (1984) del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. Pero en la más reciente Historia de la literatura cubana (2003), coordinada y editada por la misma institución y concebida, en buena medida, para corregir las ausencias de aquel, tampoco aparece o, más bien, sólo aparece mencionada, una vez, como compiladora de la antología de Cuentos cubanos de 1945.
         Hasta que en años recientes se han interesado en ella Jorge Domingo Cuadriello y Carlos Espinosa Domínguez, quien escribió un magnífico artículo sobre el poemario Isla con sol (1945), sabíamos muy poco de Emma Pérez. Ahora sabemos que para comprender plenamente el sentido de un libro como la novela Hombres sin mujer  (1938) de Carlos Montenegro, hay que leer el poemario Poemas de la mujer del preso (1932) de Emma Pérez. Ahora sabemos que esta mujer escribió un ensayo fundamental sobre las ideas pedagógicas de Enrique José Varona y que todavía en los años 60, separada ya de Montenegro, vivía en La Habana, antes de su exilio a Estados Unidos, donde murió un año antes de la caída del Muro de Berlín. 



6 comentarios:

  1. Por supuesto que no se trata de la Emma Pérez que escribía a fines de los cincuenta la sección "De Ud, también diremos algo" en la revista Bohemia.

    Saludos, Jacobo

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  2. ¿Por qué piensas que no es la misma, Jacobo? La hija también escribía y dirigió la revista "Alba", pero tengo entendido que firmaba con el nombre Emma Montenegro. Saludos.

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  3. Si, parece que es la misma Emma Pérez. Pero leo en su artículo su estrecha relación que ella tenía con las corrientes izquierdistas de la primera mitad del pasado siglo; su adhesión a la lucha junto a la república española y su trabajo periodístico en el diario Hoy.
    La Emma Pérez que yo leía y admiraba publicó, en las famosas "tres primeras Bohemias" de enero del 59, artículos de crítica --crítica temprana-- a ciertas frases de Fidel Castro en sus discursos donde expresaba ideas --muy veladas en ese entonces-- en contra de la libertad de opinión.

    Leo en una entrevista al Sr Gerardo Fulleda, en La Jiribilla, sobre el tema de la editorial El Puente que al triunfo del castrismo ya consideraban a Emma como una intelectual antiizquierdista(¿con ese historial izquierdista?)
    http://www.lajiribilla.cu/2011/n550_11/550_28.html

    Si, Emma Montenegro también publicaba en Bohemia al mismo tiempo que Emma Pérez.

    Saludos y gracias por su atención

    Jacobo

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  4. Sí, la ruptura de Emma Pérez con el comunismo data de la segunda mitad de los 40, cuando se acercó a los auténticos. No sé si ocupó algún puesto en las instituciones educativas, pero evidentemente simpatizó mucho con la política social y cultural de ese partido bajo los gobiernos de Grau y Prío. También estuvo relacionada con los primeros programas de la Unesco en Cuba en los años 50.

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  5. Alguien me dice la biografía de emma perez tellez

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