En el número pasado de TLS, Sergey Radchenko hace un comentario titulado "Faking Beria" en el que refuta a sus anchas la obra del biógrafo neoestalinista ruso Sergei Kremlyov. Luego de varias hagiografías de Stalin, este escritor sumamente popular y publicitado en Rusia ha iniciado una campaña de reivindicación del siniestro Jefe de la NKVD, Lavrenty Beria, que comienza con la edición de sus Diarios, entre 1938 y 1953, año de la muerte de Stalin.
Lo más inquietante, dice Radchenko, no es la amplia circulación de esa mala literatura histórica en Rusia, que en ningún país democrático sería censurable, sino la protección que da a la misma la Commission to Counter Attemps to Falsify History to the Detriment of Russia´s Interests, creada en 2009 por el presidente Dimitry Medvedev. Con el silencio cómplice del gobierno, Kremlyov legitima su proyecto neoestalinista con el argumento de que la vida de Stalin y Beria ha sido "falsificada" por historiadores "slanders" y antirusos.
Kremlyov, dice Radchenko, presenta a esos historiadores como una mafia antinacional en la se juntan los intereses de los intelectuales proccidentales del patio y los revisionistas foráneos. La alianza de unos y otros está distorsionando la "verdadera historia patria", con el propósito de que las nuevas generaciones crezcan descreídas de las grandezas del estalinismo. Frente a esa amenaza, Kremlyov encabeza una cruzada que, con respaldo de no pocas instituciones y medios oficiales, busca preservar la memoria de la Unión Soviética.
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