Un libro reciente del historiador cubano Ricardo Quiza
Moreno, titulado Imaginarios al ruedo.
Cuba y los Estados Unidos en las Exposiciones Internacionales (1876-1904) (2010),
editado en La Habana por Ediciones Unión, se suma a las evidencias sobre la
vitalidad de la nueva historiografía escrita en la isla que hemos acumulado,
sobre todo, en la última década. El tema del libro es las relaciones culturales
entre Estados Unidos y Cuba a fines del siglo XIX. Un periodo caracterizado por
dos transiciones llamadas a producir múltiples asimetrías: de potencia media a
potencia mundial en Estados Unidos y de colonia a república en Cuba.
El campo referencial de Quiza está ubicado justo en uno de
los periodos y temáticas que en los últimos años ha sido más innovadoramente trabajado por historiadores dentro o fuera de Cuba como Marial Iglesias, Pablo
Riaño o Louis A. Pérez. El autor avanza, por tanto, sobre una zona del
pasado insular suficientemente desmitificada, en el ámbito académico al menos,
y liberada ya de la polarización maniquea entre Estados Unidos y Cuba que ha
caracterizado por siglos, tanto, a la historiografía imperial norteamericana
como a la historiografía nacionalista cubana.
A la manera del historiador mexicano, Mauricio Tenorio,
profesor de la Universidad de Chicago y del CIDE, en su gran estudio sobre las
representaciones culturales de México en las Exposiciones Universales de fines
del siglo XIX, Quiza reconstruye las figuraciones de Cuba y los cubanos,
bajo las últimas décadas del dominio español y los primeros años de la hegemonía
política de Estados Unidos sobre la isla, no en las Exposiciones Universales,
desde luego, sino en diversas muestras y ferias comerciales internacionales celebradas
en ambos países como las de Filadelfia (1876), Matanzas (1881), Búfalo (1901) y
San Luis (1904)
Las representaciones cubanas en esos foros, a diferencia de
las mexicanas estudiadas por Tenorio, tenían la peculiaridad de involucrar
alegorías de la colonia tardía o de la naciente república dentro de los
conjuntos alegóricos que representaban a las potencias hegemónicas española y
norteamericana, que limitaban la soberanía insular. Cuba era entonces, como aludiera un célebre título de Louis A.
Pérez, un sujeto cultural “entre imperios” y esa condición determinaba la forma
en que era representada en el mercado internacional de los símbolos.
Escrito en tono ensayístico y respaldado por una
investigación realizada en más de diez fondos del Archivo Nacional de Cuba, el
libro de Quiza Moreno, además de un valioso ejercicio de interpretación y
escritura de la historia, es también una crítica, no sólo a los estereotipos
historiográficos sobre las relaciones entre Cuba y Estados Unidos sino a todo
tipo de visión asimétrica de las mismas que quiera imponerse desde cualquier
lugar de enunciación o cualquier poder constituido.
En un magnífico prólogo, el profesor José Francisco
Buscaglia Salgado señala que si hubiera que escoger una alegoría que ilustrara
el sentido de este libro no sería la del monumento al Maine, en el malecón
habanero, o cualquier otra que trasmita una condición subordinada de la pequeña
nación a la grande, sino aquella que encontró Quiza en la Exposición de Búfalo de
1901 en la que Estados Unidos y Cuba son dos mujeres abrazadas, sólo
diferenciadas por el atuendo típico que cada una viste.
Esto esta bueno. Me gusta eso de las dos mujeres abrazadas. Hicieron bien en caerle a porrazos al pajarraco aquel.
ResponderEliminarOmar
Muy buena reseña de un historiador de la isla por un historiador exiliado. Pero Rojas probablemente se muera antes de que haya reciprocidad.
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