Libros del crepúsculo

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viernes, 27 de enero de 2012

Nuestra América mexicana

El ensayo Nuestra América (1891) de José Martí es, como sabemos,  un manifiesto de la identidad política regional. Una identidad que, como hoy reconocen sus mejores estudiosos, no está planteada desde las premisas étnicas, civilizatorias o religiosas que predominaban en el positivismo latinófilo, antisajón o procatólico por entonces en boga. Como el buen republicano que era, Martí intentaba formular aquella identidad en términos cívicos y políticos, aunque el tono simbólico del texto se preste a las más forzadas hermeneúticas.
Mucho se ha escrito sobre las fronteras imaginarias con que Martí separa a su América de la del Norte y de Europa, pero pocas veces se repara en los contenidos históricos y geográficos de ese sujeto "nuestroamericano". Llama la atención, por ejemplo, que la gran mayoría de los personajes históricos latinoamericanos que cita Martí en su ensayo sea mexicana. De hecho, además del argentino Bernardino Rivadavia, del canónigo salvadoreño José Matías Delgado y León -a quien Martí, equivocadamente, llama "español"-, que encabezó junto con Manuel José Arce la independencia centroamericana y del general Gabino Gaínza -este sí, peninsular-, líder de la Provincia de Guatemala, el resto de los políticos latinoamericanos que se mencionan en Nuestra América son mexicanos.
El "cura" que sale con "el estandarte de la Virgen a la conquista de la libertad" es Miguel Hidalgo, los "tenientes"son Ignacio Allende y Juan Aldama y la "mujer" es Josefa Ortiz de Domínguez, esposa del corregidor Miguel Domínguez. Martí asegura que esos criollos "alzan en México la república". Hoy sabemos que no es cierto: se alzaron a favor de Fernando VII y de la autonomía del reino de la Nueva España.
El "rubio" al que "hacen emperador" es Agustín de Iturbide y en las páginas finales del ensayo, Martí introduce el magnífico pasaje en que, a través de una alusión a Benito Juárez, hace la crítica de la política latinoamericana de su época: "de todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo.Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos.Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pompa de jabón".
Es lógico que la "nuestra América" de Martí fuera tan mexicana. No sólo por lo bien que Martí conoció ese país fronterizo y por la importancia que siempre le dio a un eventual apoyo del gobierno de Porfirio Díaz a la independencia de Cuba sino por el dato elemental de que Nuestra América fue escrito para el periódico mexicano El Partido Liberal, órgano de prensa de las élites porfiristas. De más está agregar que Martí, por entonces admirador de Díaz, incluía a la dictadura porfirista dentro de aquellas repúblicas latinoamericanas que, a su juicio, "acendraban, con el espíritu épico de la indepedencia amenazada, el carácter viril".

13 comentarios:

  1. Rafa, no entiendo cuando dices que el ensayo de Martí no parte de “premisas étnicas, civilizatorias o religiosas que predominaban en el positivismo” mexicano. ¿Quieres decir que no menciona a los negros, los indios, los criollos, y los mestizos tanto o más que a las personalidades mexicanas a las que haces referencia en este post? ¿De que premisas parte entonces? ¿Premisas cívicas y políticas? ¿Cuáles son esas premisas que no tocan las otras?

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  2. Gracias por el comentario, me refiero a que Martí, a diferencia de otros defensores del latinoamericanismo de su época, no se basa, en "Nuestra América", en el positivismo étnico o civilizatorio, a lo Taine e, incluso, a lo Renan, que contraponían lo latino a lo sajón y lo católico a lo protestante. Ese discurso, tan fuerte por ejemplo en Rodó, tiene escasa presencia en Martí. Tal vez porque las distancias de Martí con el todavía cercano conservadurismo y monarquismo de la época de Napoleón III y Maximiliano de Habsburgo eran mayores. Las premisas cívicas y políticas a las que me refiero tienen que ver con que para Martí la buena política latinoamericana era aquella que integrara mejor los diversos componentes sociales de un país -donde sí incluye las diferentes razas del mismo-, que preservara la soberanía de las naciones latinoamericanas, que rechazara estrategias oligárquicas y que avanzara en la justicia social.

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  3. Rafa, como seguramente sabes, en el México de finales de siglo (como en toda Hispanoamérica) había muchos tipos de “positivismos étnicos” y muchos tipos de discursos “civilizatorios”. Con el propósito de “integrar” y “preservar” las naciones latinoamericanas en los márgenes que heredaron de las guerras de independencia, los estados liberales recurrieron una violencia extrema tanto discursiva como sistémica con el propósito de “civilizar” el país y apropiarse de las mejores tierras para la producción, el consumo y la exportación. Nuestra América es otro ejemplo de la política de homogenización llevada a cabo por tantos políticos civilizadores. Busca resguardar ese mismo Estado liberal de los incultos, las masas indígenas y los caudillos. ¡Porfirio no lo escuchó(ni a él ni a muchos otros que se lo advirtieron), y así fue que se le vino encima la revolución mexicana!

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  4. Estimado Rafael,
    Me gustaría preguntarte dos cosas:

    1) Hace tiempo hubo una discusión muy interesante entre Jorge Camacho y Duanel Diaz, donde tasmbién intervino Francisco Morán, sobre Marti y precisamente Nuestra América. Camacho -y también Morán- son de la idea de que Martí sí sigue elementos positivistas propios de la época, y por ende se puede pensar de que sí parte de "premisas étnicas, civilizatorias". ¿Qué piensas al respecto?

    2)En Cesarismo democrático del venezolano Laureano Vallenilla Lanz, pro gomecista, usa como argumento la dicotomía que propone Martí entre hombre natural y falso erudito, precisamente para mostrar que nuestras sociedades necesitan un gran "caudillo". Mi pregunta, que se separa un poco de tu escrito, tiene que ver precisamente ¿si no crees que haya implicaciones anti-intelectuales y pro-autoritarias en esta tesis de Martí qué tanto ha sido defendida por el latinoamericanismo oficial?

    gracias.

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  5. Gracias por los comentarios. Creo que alguna vez ya tratamos el asunto aqui y pido disculpas por la falta de acentos. En efecto, Camacho, Moran y otros estudiosos de Marti tienen razon en que habia elementos positivistas en el pensamiento del poeta y politico cubano. Pero cuando digo que en "Nuestra America" no predomina el argumento etnico y positivista me refiero espcificamente al argumento eugenesico que contraponia las civilizaciones y razas sajonas y latinas. El tema de "Nuestra America" es la especifidad latinoamericana y, sin embargo, el elemento de diferenciacion que propone Marti no es egenesico.
    Eso no quiere decir que para Marti, como para la mayoria de los republicanos del siglo XIX, desde Bolivar hasta Rodo, la heterogeneidad racial de la region no fuera un problema. Marti tuvo simpatias por republicas "de orden y progreso" como la argentina y la mexicana, aunque las politicas de "integracion social" de ambas fueron muy diferentes, ya que en la primera se trataba del exterminio de las comunidades barbaras del desierto y en la segunda de la asimilacion por la via de la educacion y el mestizaje. Sin embargo, en Marti, el referente del positivismo eugenesico es menos fuerte que en Domingo Faustino Sarmiento o Justo Sierra, por ejemplo.
    En cuanto al ultimo tema, el del antintelectualismo en Marti, es algo que deberia pensarse con mas cuidado y que lo separa, una vez mas, de Rodo y otros espirituaalistas de fines del XIX. La diferenciacion entre el hombre natural y el letrado, en "Nuestra America", esta incorporada a una critica a la imitacion y la copia doctrinales, en tanto vicios de la tradicion liberal latinoamericana. Bolivar, como es sabido, y Mier, dos republicanos a los que Marti debio mucho, adelantaron esa critica desde un punto de vista antiaristocratico que, sin ser jacobino, atrajo mucho al poeta y politico cubano. Lo interesante en Marti es que ese antintelectualismo no es de raiz conservadora sino republicana y el mismo, creo, no tiene implicaciones autoritarias como las que inteprteto Vallenilla Lanz. Es cierto que Marti admiraba a Diaz -luego de haberlo criticado duramente en 1876, cuando vivia en Mexico, por el golpe de Estado contra Lerdo de Tejada- pero el proyecto de Republica que Marti penso para Cuba no era caudillista como el del Porfiriato.

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    1. Gracias por la detenida respuesta de mi dos preguntas.
      Por otro lado, me pregunto, en lo concerniente a la respuesta de mi segunda pregunta, si esa herencia bolivariana, profundamente ligada como usted advierte a un republicanismo clásico, no es precisamente la que genera esa corriente anti-intelectualista.
      Si bien Martí no la usó con fines autoritarios, me parece innegable que dejó toda una tradición con implicaciones autoritarias. Releo a Vallenilla Lanz y es claro cómo usa el argumento (no lo interpreta, sino lo usa estratégicamente) para reivindicar las "constituciones naturales" del pueblo venezolano, en contra precisamente de lo que viene de Europa o América: al alternavilidad del poder y otros principios liberal-republicanos.
      Si vamos más atrás, es el argumento de Bolívar, que lo usa con otros propósitos, para deslegitimar la primera república venezolana, que llamó como "república aérea", mostrando que fue un trabajo muy importante, con pensadores valerosos como el mismo Juan Germán Roscio.
      En fin, me gustaría saber qué piensa sobre ello. Gracias una vez más.

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  6. Rafa, entonces ¿a qué atribuyes tú esa simpatía que mostró Marti por “hombres fuertes” con poderes casi omnímodos como Rufino Barrios en Guatemala, Julio Roca en Argentina y Porfirio Díaz en México? ¿Solamente el liberalismo que profesaron estos caudillos o su modo de mandar sobre las masas?

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  7. Creo que la razon fundamental de esas simpatias era mas pragmatica que ideologica. No creo que Marti simpatizara con el autoritarismo de esos caudillos sino que simpatizaba con la resistencia que esos caudillos hacian a la hegemonia de Estados Unidos y con la tendencia de algunos de ellos a favorecer el latinoamericanismo. Marti pensaba que esa tendencia podia actuar en favor de la independencia de Cuba, como se desprende de la famosa carta a Mercado, que muchos leen como "testamento" pero que en realidad es una carta inconclusa, dirigida a un politico porfirista y destinada a ganar apoyos en la clase politica mexicana. A juzgar por la politica de Diaz y de otros de esos caudillos hacia la cuestion cubana, es evidente que Marti vislumbraba ese virtual apoyo latinoamericano con candidez

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  8. El antiamericanismo pudo ser un factor (no en el caso de Sarmiento ni de Roca que imitaron en muchos aspectos a los EEUU), no sé tampoco si podemos hablar de antiamericanismo en Rufino Barrios –que cortejó a los inversionistas americanos-. Seguramente en le caso de Zelaya en Nicaragua y de Porfirio Díaz en México el antiamericanismo fue un factor. Por otro lado, Martí buscaba el apoyo de estos países a la causa independentista. Barrios, por ejemplo, dio asilo político, reconoció la beligerancia de los cubanos y criticó a España. En el caso de la Argentina de Alberdi, Sarmiento, Roca esta podría ser también una razón. Pero si asumimos que era mas “pragmático que ideológico” como dices, estamos asumiendo que lo hacia para lograr un objetivo (atacar a EEUU o contar con su respaldo político), y que Martí no sentía un verdadera admiración por ellos, ni por la ideología que profesaban, aun cuando tú mismo dices -y para ponerlo de una forma muy suave- “Marti tuvo simpatías por repúblicas "de orden y progreso”. Esas repúblicas y esos caudillos llevaron a cabo un guerra de exterminio contra los indígenas en Argentina, -que Marti apoyó-, les expropiaron sus terrenos en Guatemala –que Martí aplaudió-, y los forzaron a trabajar en la tierra de los hacendados, -con lo que Marti estaba muy de acuerdo-. ¿Crees que esas “simpatías” eran pragmáticas” o eran ‘ideológicas”?

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  9. Creo que se han mezclado dos cosas en los comentarios y en mis respuestas. La relación de Martí con los caudillos y los autoritarismos de las "repúblicas de orden y progreso" y la visión de Martí sobre los proyectos liberales de exterminio de comunidades, emprendidas por los gobiernos argentinos de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca y Juárez Celman, en la "conquista del desierto", o de desamortización de bienes de los cabildos indígenas en el caso del México de Juárez, Lerdo y Porfirio Díaz. Estos proyectos liberales, por cierto, son anteriores a las repúblicas de "orden y progreso", por lo que ambos procesos no deberían mezclarse en el análisis de la relación de Martí con los mismos.
    Me parece podría documentarse con facilidad la visión crítica de Martí de los caudillismos autoritarios latinoamericanos y, a la vez, su simpatía por algunos gobiernos liberales. El gobierno de Juárez, por ejemplo, en la República Restaurada, fue desamortizador, es decir, intentó "civilizar" las comunidades indígenas por medio de la privatización de la propiedad comunal, y Martí simpatizó con el mismo y también con el de su sucesor, Lerdo de Tejada. En este caso, así como en el de Mitre o Sarmiento en Argentina hay una simpatía ideológica, a pesar de la ausencia de discurso eugenésico que hemos señalado en el post y que es fundamental, por ejemplo, para el Sarmiento de "Conflicto y armonías de las razas en América".
    Sin embargo, no creo que Juárez, Lerdo, Mitre, Sarmiento o Roca puedan ser catalogados como caudillos autoritarios de "orden y progreso", al estilo de Díaz o Guzmán Blanco en Venezuela. En el caso de Díaz, a quien Martí al principio criticó mucho, es donde observo más claramente el pragmatismo y la geopolítica. Por otro lado, la atracción de inversiones norteamericanas o la admiración de Estados Unidos, como demuestra el propio Porfiriato, no está reñida con una política de compensación de la hegemonía regional de Washington y su creciente poderío en Centroamérica y el Caribe. El gobierno de Roca, lo mismo que el de Balmaceda en Chile, tampoco fueron ajenos a dicha compensación y no por eso fueron antiamericanos.

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  10. Coincido contigo cuando dices que hay diferencias entre estos hombres fuertes, por ejemplo, entre Barrios y Díaz, o entre sus respectivos gobiernos, pero en todos ellos subyace el mismo proyecto modernizador, liberal, económico, que dominó en la mayoría de los países de Hispanoamérica a finales del siglo XIX. Además, algunos de estos presidentes comenzaron su carrera como militares, Roca, Barrios, Díaz, y favorecieron políticas y sectores económicos similares. Entre la revolución liberal de Barrios y el tiempo que muere Martí no pasan más de treinta años tampoco, y Martí pasó como un cepillo por todas estas experiencias y expresa gran simpatía (no solo simpatía) por estas repúblicas desde el punto de vista económico (progreso) y desde el punto de vista ideológico (positivista o no), de otra forma no hubiera aprobado mediadas claves que llevaron a cabo de estos hombres fuertes en sus años en el poder. Por otro lado, existen estudios que muestran el rechazo de Martí a los caudillos autoritarios hispanoamericanos como Guzmán Blanco o Rufino Barrios, y también estudios que han mostrado su rechazo y/o admiración por Rufino Barrios, Julio Roca, Porfirio Díaz y los gobiernos liberales de finales de siglo que estos guiaron. No niego que Martí evite caer en un discurso eugenésico en Nuestra América. Lo que yo argumentaría es que al igual que propusieron en México varios “científicos” del Porfiriato, Martí propone asimilar o aculturar a los indígenas a través de la educación y el mestizaje. Es una política más benigna que en la que utilizaron en la Argentina los gobiernos de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, pero igualmente perversa, algunos dirian incluso racista, porque negaba la misma esencia de la diferencia. Por eso no creo que las simpatías sean únicamente pragmáticas. Son también ideológicas.

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  11. Reitero que no niego que Martí haya sentido simpatías ideológicas por los proyectos liberales de aquellas repúblicas, pero no encuentro simpatías ideológicas, en cambio, por los caudillismos y los autoritarismos de los regímenes de "orden y progreso". Más bien encuentro críticas a estos últimos y también no pocas críticas a algunas de sus políticas económicas. Si no, a qué se refiere entonces cuando dice que algunas de esas repúblicas están propiciando un "lujo venenoso, enemigo de la libertad, que pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero", ahí mismo, en "Nuestra América". No hay que olvidar también que hay acentos antiliberales en Martí, que provienen del republicanismo. Poco sentido tiene asimilarlo totalmente al pensamiento de un Sarmiento, un Sierra o un Varona. No hay que exagerar las diferencias de Martí con esos liberales, al punto, como han hecho algunos de sus malos lectores marxistas, de convertirlo en socialista, pero tampoco hay que borrarlas del todo.

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  12. No, por supuesto, Martí no es Sarmiento, ni Sierra ni Varona. Tiene coincidencias con todos ellos, pero Martí no es ninguno de ellos. De hecho, las “grandes” diferencias entre ellos es lo que ha reiterado hasta el cansancio la crítica marxista y algunos no tan marxistas que viven fuera de Cuba, y creo que a estas alturas es más honesto y más sano explicar lo que sí tienen en común, que reiterar por enésima vez –por si alguien estaba dormido cuando lo explicaron-, lo diferente que es “Nuestra América” del resto de los ensayos de finales de siglo XIX. Martí, es cierto, en su última etapa combatió el lujo, y esa critica, como tú dices, aparece en Nuestra América. Pero si vas a sus escritos anteriores, por ejemplo, a sus escritos de México y Guatemala, veras que una y otra vez habla de la necesidad del consumo, de crear necesidades en los indígenas, para que en base de estas necesidades trabajen, y quieran más ropa, mejor casa y más lujos. Porque cuando hablamos de Martí, hay que hablar de periodos y de ideas que para nada caben de forma total dentro de un esquema político o ideológico, porque ninguno de nosotros es un manual que seguimos al pie de la letra y mucho menos lo fue Martí.

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