Una larga y abultada tradición ideológica ha querido leer el Ariel (1900) de José Enrique Rodó sólo como un alegato contra el utilitarismo anglosajón y una apología de la cultura latina. Este énfasis en los arquetipos civilizatorios, construidos por el escritor uruguayo a partir de los personajes de La tempestad de Shakespeare, ha provocado, a su vez, que en el campo referencial de Rodó se destaque, sobre todo, a Renan, Taine y otros espiritualistas franceses de la segunda mitad del XIX.
Sucede, sin embargo, que Rodó sólo dedica el acápite V de su ensayo a la crítica del utilitarismo y a la contraposición latino-sajona y consagra la mayor parte del texto a elaborar una moral y una pedagogía de la juventud latinoamericana. El tema del Ariel es, en realidad, el mismo que unos años después, durante la Primera Guerra Mundial, desarrollará Walter Benjamin en La metafísica de la juventud.
De ahí que en esa tradición se pierda de vista que el autor más citado por Rodó en el Ariel no es Renan o Taine sino Jean Marie Guyau (1854-88), un positivista francés que murió demasiado joven, muy leído por Kropotkin y Nietzsche y que, en una curiosa mezcla de epicureísmo y anglicismo, defendió una "moral sin obligación ni sanción". Rodó cita dos veces a Renan y cinco a Guyau, quien, a su juicio, había formulado una teoría moral de la juventud europea, adoptable por las nuevas generaciones latinoamericanas.
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