El marxista argentino Hugo Miguel Bressano Capacete
(1929-87), que utilizó el alias de Nahuel Moreno, fue, tal vez, el trotskista
latinoamericano de mayor rango dentro de la IV Internacional Comunista, fundada
por León Trotski antes de su asesinato en México. Como tantos otros dirigentes
de la izquierda argentina, Moreno, afiliado desde los años 40 al trotskismo,
inició su carrera política por medio de una relación ambivalente con el
peronismo. Luego de rivalizar con los peronistas por el apoyo de las bases
obreras, Moreno defendió una política autodenominada “entrista”, basada en la
alianza con Juan Domingo Perón.
Cuando el golpe militar contra Perón, en 1955, Moreno pasa a
la oposición y es en esa coyuntura que se produce el triunfo de la Revolución
Cubana. La primera lectura de Moreno de este fenómeno fue muy similar a la del
comunismo estalinista: a su juicio, no se tratada de una verdadera revolución
sino de un golpe de Estado promovido por una pequeña burguesía populista.
Cuando comienza la radicalización socialista de La Habana, a principios de los
60, Moreno cambia su percepción e involucra a su asociación, el Partido
Revolucionario de los Trabajadores, en la creación de la OLAS (Organización
Latinoamericana de Solidaridad), una alianza regional de izquierdas comunistas,
populistas y guevaristas.
En los 70 ya Moreno es el latinoamericano mejor posicionado
dentro de la IV Internacional, donde comparte el liderazgo y algunos debates
con Ernest Mandel, Pierre Franck, Joseph Hansen y James Cannon. A fines de esa
década, Moreno se involucra en el proyecto de creación de un contingente
armado, latinoamericano, la brigada “Simón Bolívar”, que participaría en la
insurrección sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua.
En aquellos años, por lo visto, la posición de Moreno sobre el socialismo
cubano dio un nuevo giro y en el mismo tal vez tuvieron algún peso las
diferencias con nicaragüenses y cubanos en torno a la Revolución Sandinista,
así como su rechazo a ciertos entendimientos entre el gobierno cubano y la
dictadura militar argentina.
A principios de los 80, Moreno se involucra en el proceso de
transición argentino por medio del MAS (Movimiento al Socialismo), organización
de la cual sería uno de los principales líderes. De aquella época data el
borrador de un largo ensayo histórico y teórico, titulado Las revoluciones del siglo XX (1984), en el que este trotskista
argentino hace algunas de las críticas más serias que se han hecho a la
Revolución Cubana desde la izquierda latinoamericana. Siguiendo las ideas
centrales de Trotski, Moreno sostenía que la historia del siglo XX obligaba a
considerar una etapa no prevista en la teoría marxista de la historia, que era
la de las “revoluciones obreras congeladas”, en la que el capitalismo no era superado
por el autogobierno obrero sino por una larga fase de “capitalismo de Estado”,
encabezada por una burocracia gubernamental.
En su ensayo, Moreno se refería, fundamentalmente, a tres
“revoluciones socialistas congeladas” en el siglo XX, la soviética, la china y
la cubana, y a una larga lista de experiencias derivadas de las mismas. En los
tres casos observaba un proceso histórico marcado por la toma del poder por
parte de un “ejército-partido”, que no destruía sino que reemplazaba la vieja
jerarquía social del orden burgués con una nueva jerarquía burocrática
autodenominada “socialista”. En el último acápite, titulado “Los regímenes
estalinistas y la revolución política”, Moreno aplicaba el concepto de
totalitarismo a esos tres sistemas políticos y señalaba tres semejanzas
fundamentales en los mismos: unipartidismo, ausencia de libertades públicas y sindicatos
estatales.
Moreno no alcanzó a ver la caída del Muro de Berlín y la
desintegración de la URSS, un proceso que los trotskistas entendieron como
confirmación de las ideas del fundador de la IV Internacional. En el magnífico
capítulo que el historiador argentino Elías José Palti dedica a Moreno, en Verdades y saberes del marxismo (2005),
se explora el “sentido trágico” de la obra de este marxista latinoamericano.
Hoy las críticas al socialismo cubano, desde la izquierda latinoamericana, son
cada vez más frecuentes. Antes de 1989, quienes se atrevieron a hacerlas
fueron, por general, marxistas obsesionados con la verdad.
¿Y qué ha pensado sobre la crítica de Teodoro Petkoff en "Checoslovaquia: EL socialismo como problema"?
ResponderEliminarGracias por el comentario. Entiendo que se refiere al pasaje del libro de Petkoff, "Socialismo para Venezuela" (1972), incluido en al antología de Michael Löwy "El marxismo en América Latina" (1980), en el que se critica la invasión soviética a Checoslovaquia de 1968. Sólo conozco el fragmento de la antología de Löwy y en el mismo no hay críticas al socialismo cubano, aunque sí a la URSS. Moreno, en cambio, en el texto mencionado sí critica directamente el respaldo de La Habana a la invasión de Checoslovaquia.
ResponderEliminarES MUY BUENO VER QUE GENTE COMO USTED SEÑOR RAFAEL SEPA RECONOCER A NAHUEL MORENO QUE ES PARA NOSOTROS LA PERSONA QUE DEDICO SU VIDA A CONSTRUIR EL PARTIDO Y LA INTERNACIONAL , ADMIRO A LA GENTE QUE RECONOCE QUE LAS PERSONAS A PESAR DE TENER ERRORES SON PARTE DE PROCESOS O MOMENTOS QUE LA SOCIEDAD NECESITA RECORRER Y MORENO DEMOSTRO SER ESA PERSONA QUE INSISTIO CON LA REVOLUCION , CON LA CONSTRUCCION DE UN PARTIDO REVOLUCIONARIO Y CON LA CONSTRUCCION DE LA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES DESDE ARGENTINA LE MANDO UN SALUDO Y MUCHAS GRACIAS POR RECORDAR A ALGUIEN QUE COMO EL DECIA "LUCHO CON RABIA HASTA TRIUNFAR" MUCHAS GRACIAS SALUDOS FRATERNALES CAMARADA
ResponderEliminarNahuel Moreno fumaba mucha mariguana y era adicto al tequila, el saque, el ron y el vodka, por lo que pensaba con dificultad. Es, eso sí, uno de los campeones del anticomunismo, encubierto en un lenguaje típico del trotskismo. No vale la pena ocuparse de estos agentes de Estados Unidos.
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