Libros del crepúsculo

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miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Por qué Marx suscribió a Cairnes y refutó a Wakefield?




Es fascinante recorrer el campo referencial de El Capital y comprobar lo mucho que Marx compartió con el evolucionismo o, específicamente, el darwinismo social de su época. En esa obra de madurez, con mayor transparencia que en otras, Marx se vuelve contra su propia teoría y a veces pone a descansar la maquinaria retórica del partidismo filosófico que dio personalidad a su estilo, en textos anteriores como La sagrada familia (1845), La ideología alemana (1845), La miseria de la filosofía (1847) o su poco conocido Herr Vogt (1860), una farragosa catilinaria contra el evolucionista y parlamentario de Frankfurt, Carl Vogt.
En el pasaje citado en el post anterior, donde se menciona a Cuba, por ejemplo, Marx suscribe, sin sus habituales sarcasmos o diatribas irónicas, varias frases de vulgar evolucionismo de Cairnes sobre la “influencia de los campos de arroz de Georgia y los pantanos del Missisipi sobre la constitución humana” de los negros esclavos del Sur de Estados Unidos. Si Marx no compartía todas las observaciones de Cairnes –lo cual es objetable dado sus muchos momentos darwinistas- las dejaba pasar, tal vez, porque Cairnes era irlandés, abolicionista, con simpatías por la independencia de Irlanda, uno de los pocos procesos de independencia nacional con los que el autor de El Capital se identificó.
Sin embargo, a Edward Gibbon Wakefield (1796-1862), el “padre de Nueva Zelanda”, el londinense autor de A View of the Art of Colonization (1849), no le deja pasar una. Marx es implacable con Wakefield, en el capítulo XXV titulado “La moderna teoría de la colonización”, a pesar de que para refutar a este defensor de la industrialización de las colonias británicas en Australia, Canadá y Nueva Zelanda, tenga que defender las viejas economías agrarias de los colonos norteamericanos. Es por ello que la visión de los Estados Unidos originarios que trasmite Marx en las páginas finales del primer tomo de El Capital es tan positiva.
En Estados Unidos, como en otras colonias, “territorios vírgenes colonizados por inmigrantes libres”, dice Marx, “el régimen capitalista tropieza por todas partes con el obstáculo del productor que, hallándose en posesión de sus condiciones de trabajo, prefiere enriquecerse él mismo con su trabajo a enriquecer al capitalista”. Habla entonces de un antagonismo entre “dos sistemas de producción”, uno capitalista, en la metrópoli, y otro “precapitalista”, en la colonia, todavía ajeno al concepto de “riqueza nacional”, que no estaría reñido con la “riqueza popular”. A Marx le molesta que Wakefield quiera destruir ese mundo que, según su propia teoría, sería más atrasado e, incluso, esclavista.

1 comentario:

  1. Gracias por estas entradas tan interesantes. Aunque Marx dio en el clavo al clasificar la riqueza de la plantación y la de sus clases como un capital global,cayó en el mismo punto ciego de todo darwinista o evolucionista de su época--el de deshumanizar el trabajo esclavo y sólo valorar la empresa "humana" y "empresarial" del trabajador libre. De ahí la visión posterior y el error de un marxismo tradicional que clasifica la esclavitud colonial en las Américas como una instancia "pre-capitalista" cuando es todo lo contrario,salvando por supuesto las interpretaciones que se han salido de esa norma como la de Eric Williams. Gracias Rafa- Jossianna

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