En las páginas culturales de La Jornada de ayer, dos noticias sobre libros, una encima de la otra. Mientras en el Greenwich Village de Manhattan cada vez más bares se suman al proyecto “Naked Girls Reading”, creado por Michelle L’Amour en Chicago –bellas muchachas desnudas leyendo sonetos de William Shakespeare y pasajes enteros de La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde y Casa de muñecas de Henrik Ibsen- en Teherán, el Ministerio de Cultura iraní acaba de anunciar que ordena la censura de Khosrow y Shirin, poema épico persa, escrito por Nezami Ganjavi en el siglo XII, por contener frases como “ir a algún lugar donde podamos estar solos”, “pasear de la mano” o unos “borrachos no dejaron nada de vino”.
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