Libros del crepúsculo

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lunes, 25 de julio de 2011

Nicolás Guillén y la ilustración comunista





La crítica asocia tradicionalmente la entrada de Nicolás Guillén a la literatura cubana con la transcripción del habla de los negros y los mulatos habaneros a las formas clásicas de la versificación en castellano, que se opera en "Motivos de son" (1930) y "Sóngoro cosongo" (1931). En el prólogo a este segundo cuaderno, Guillén sugería, de hecho, que la "repugnancia" que sus poemas podían causar entre algunos lectores blancos -"espíritus puntiagudos", decía, que "han arribado a la aristocracia desde la cocina, y tiemblan en cuanto ven un caldero"- se originaba en esa infiltración de voces populares en el lenguaje culto de la poesía.

En ambos cuadernos y en el prólogo, Guillén defendía, como es sabido, la "mulatez" de su poesía como correlato de la propia "mulatez" de la nacionalidad cubana. Sin embargo, en los poemas de "Motivos de son" y "Sóngoro cosongo" y en el citado prólogo a este último, se establecía una constante distinción de negros, negras, mulatos y mulatas. En el prólogo, por ejemplo, afirma que el "espíritu de Cuba es mestizo" y, en una rearticulación del republicanismo martiano, dice que de ese espíritu saldrá el "color definitivo", el "color cubano". Más adelante, en cambio, insiste en que en Cuba aparecerá una "cabal poesía criolla" cuando se abandone el "olvido del negro".

En "Motivos de son" y en "Songoro cosongo" la distinción entre negros y mulatos -o entre lo negro y lo mulato- está puesta en función, en buena medida, de lo que podríamos llamar una ilustración comunista. Guillén regaña al "negro bembón" porque se pone bravo cuando así lo llaman, porque no trabaja, su mujer lo mantiene y anda vestido como dandy. En otro poema, un negro le reprocha a la mulata que se crea "tan adelantá", cuando su boca "e bien grande y su pasa, colorá". En otro, es la negra la que exige a su negro que busque trabajo y gane "plata" porque está "a arroz con galleta" y no puede comprar "sapato nuebo".

Hay aquí un poeta que dota de identidad a su comunidad, que la representa, pero que a la vez la critica en aquellos valores y costumbres que, a su juicio, no se avienen con la moral comunista: el ocio, la vagancia, la prostitución o la falta de conciencia nacional, como en el célebre "Tú no sabe inglé". No sería difícil encontrar en los elementos ilustrados de esa pedagogía poética algunos de los tópicos racistas que circulaban entre las élites blancas republicanas, aquellos falsos aristócratas que Guillén "no incluía en su temario lírico".

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