Libros del crepúsculo

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domingo, 5 de junio de 2011

Historia oficial a debate






Desde hace más de una semana el diario español Público ha convocado a un grupo de historiadores peninsulares (Andreu Mayayo, Julián Casanova, Francisco Espinosa, Javier Chinchón, Laurenzo Fernández Prieto, Pere Oriol Costa, Jaime Pastor, Paloma Aguilar, José Luis Ledesma…) a debatir el reciente Diccionario Biográfico Español redactado y editado por la Real Academia de Historia, que dirige Gonzalo Anes.
Las críticas se han localizado, sobre todo, en la entrada correspondiente a Francisco Franco, escrita por Luis Suárez, pero se extienden también a diversas valoraciones sobre líderes republicanos, como Juan Negrín, y fenómenos como la Segunda República misma, la guerra civil o el levantamiento militar franquista. Los críticos de la historia oficial franquista reaccionan, con razón, contra el tono hagiográfico de varios pasajes sobre Franco, contra el juicio anticomunista que empaña la semblanza de Negrín o contra la caracterización del golpe contra la República como “cruzada”, “alzamiento nacional” o “guerra de liberación”.
Tan admirable de este debate es la participación de decenas de historiadores jóvenes en el mismo como el grado de interpelación que logra con las instituciones oficiales. El Ministro de Educación de España, Ángel Gabilondo, y la Ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, han llegado a solicitar a la Real Academia de Historia que revise los pasajes más controvertidos del Diccionario y los académicos han anunciado que lo harán.
La polémica es ilustrativa de la circulación de diversos relatos de un pasado nacional que distingue a las democracias. Los historiadores críticos españoles se enfrentan a los residuos de la historia oficial de la dictadura y logran desestabilizar los mitos que la misma difunde. Algunos conceptos como los de autoritarismo y totalitarismo –personalmente, creo que el régimen de Franco estuvo más cerca del primero que del segundo, lo cual no quiere decir que no fuera una dictadura- no logran generar consenso historiográfico entre los propios críticos, pero ningún historiador serio, de cualquier simpatía ideológica o teórica, suscribe a estas alturas un panegírico de Franco ni una catilinaria contra Negrín.
En América Latina, podrían ubicarse debates similares en Argentina y Chile, sobre las dictaduras de la Junta Militar y Augusto Pinochet, y en Venezuela sobre los usos oficiales de la figura de Simón Bolívar. Si algo demuestran esas polémicas, en contra de lo que afirman algunos, es que España, Argentina, Chile y Venezuela son democracias. Debates como esos serían inimaginables en China, Corea del Norte, Viet Nam o Cuba, donde la historia oficial comunista nunca es contrariada en los medios de comunicación.

3 comentarios:

  1. Rafael te equivocas en Venezuela. Creo que debes matizar un poco este tipo de reflexiones, que funcionan para criticar a Cuba, pero no ayudan para entender bien la especificidad de los países de América Latina .
    No es que esté prohibida la crítica de la historia oficial del chavismo en Venezuela, ciertamente, sino que es sistemáticamente desdeñada y marginada; en otras palabras: no hay debate en uno de los lados. Al menos en España salieron voceros del mismo gobierno a pedir cambios. En Venezuela, por el contrario, historiadores como Manuel Caballero, Luis Castro Leiva, Germán Carrera Damas, o Pino Iturrieta no son publicados, ni discutidos en las instituciones culturales del estado: son sistemáticamente omitidos, o descalificados. Si no fuera porque aún hay espacios de disenso, defendidos con las uñas por diferentes círculos opositores, estos historiadores y criticos no podrían ser leídos y discutidos, como merecen. De hecho estos espacios están cada vez más amenazados, de modo que le haces un flaco servicio a quienes valientemente han defendido y defienden estos espacios, omitiendo esta realidad.

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  2. Perdón si la calificación de Venezuela como "democracia" le parece desproporcionada. En el tema que nos ocupa, que es el de la circulación de diversos relatos de un pasado nacional, no hay comparación entre Venezuela y Cuba. Los historiadores venezolanos que critican la manipulación de Bolívar por Chávez publican sus libros en editoriales venezolanas, imparten sus clases en las universidades del país y hasta poseen columnas en periódicos nacionales. En Cuba no se conoce un sólo caso similar en la crítica, por ejemplo, a los usos oficiales de la figura de José Martí.

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  3. Yo no estoy en desacuerdo con lo que usted critica en Cuba. Por el contrario, estoy completamente de acuerdo. Si lee con cuidado mi comentario, entenderá que lo que hice fue una precisisión de lo que sucede en Venezuela, cuya situación si bien es mejor que la de Cuba no es ejemplar, y no se corresponde a la realidad de lo que usted afirma.
    Insisto que en Venezuela no hay debate, como usted afirma. Sólo hay una versión oficial y otra que se da en ciertos espacios. Usar a Venezuela como un ejemplo es un error, y es cegarse ante las nuevas operaciones autoritarias que se están dando en América Latina. En Venezuela son cada vez más pocas las universidades autónomas: el proyecto universitario que propone Chavéz no hay "libertad de Cátedra", no hay sindicatos, ni centros de estudiantes-. Además, las editoriales privadas donde se publican a los autores críticos no son representativas del universo nacional. De igual modo, a los profesores no se les asciende el sueldo desde el 2008, y las bibliotecas están cada vez más desabestecidas porque no hay dinero. Puedo contarle a usted muchos otros elementos, si quiere. En todo caso, lo que quiero decirle es que es claro que dentro del modelo del gobierno chavista la disidencia no debe tener lugar, pero no lo puede hacer de manera agresiva, como en Cuba. De modo que, insisto, le hace un flaco servicio a los venezolanos que han peleado -y siguen peleando- por mantener estos espacios si no matiza sus ejemplos. Eso es todo Rafael.

    PD: yo no hablé sobre su calificación de "democracia". Yo hablé del error de decir que en Venezuela hay debate, y por ende hay una democracia. No quisiera extenderme para hablar de ese concepto, pero quizás habría que pensar si por democracia entendemos sólo elecciones libres -pero con presiones- y ciertos espacios (muy restringidos) de libertad y tolerancia -más que en Cuba, claro-. Si eso es democracia para usted, entonces hay democracia. Para mí no es suficiente: debe haber poderes autónomos, y debate serio, sin descalificaciones. Y eso no hay; por eso creo que hay es una autocracia populista.

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