La editorial Akal, en Madrid, ha rescatado la edición que hace algunos años hizo el neomarxista –más bien, neoleninista- norteamericano, Michael Hardt, de La Declaración de Independencia y otros textos de Thomas Jefferson, para la editorial Verso de Nueva York. Hardt, coautor con Tony Negri de dos best sellers de la izquierda teórica actual, Empire y Multitude, vindica a uno de los padres fundadores de Estados Unidos, referencia acendrada del republicanismo y el liberalismo occidentales, como fuente del pensamiento “revolucionario” contemporáneo. Más aún, como lectura obligada a la hora de desarrollar cualquier enfoque socialista sobre la “transición”.
A partir de la defensa que Jefferson hizo de la revuelta del granjero Daniel Shays, en 1786, en medio del proceso constitucional que culminaría al año siguiente, cuando era representante diplomático en Francia, Hardt encuentra el raro caso de un constitucionalista liberal y republicano que, a la vez, no reniega del derecho a la rebelión contra poderes constituidos. Lo distintivo de Jefferson, según el leninista Hardt –quien no parece dar demasiada importancia al hecho de que el patriota norteamericano fuera dueño de esclavos y no respaldara la abolición- es que fue capaz de defender, a la vez, las leyes y la revuelta.
“Hoy en día, cuando los revolucionarios empiezan a hablar sobre una transición, es mejor tener cuidado: posiblemente estén intentando engañarte. No obstante, el pensamiento de Jefferson plantea una nueva concepción de la transición que puede ayudar al pensamiento revolucionario a superar los obstáculos que afronta en la actualidad. De un modo provocativo, une la Constitución y la rebelión, por un lado, con la transición y la democracia, por otro. En otras palabras, para Jefferson la acción revolucionaria debe desarrollarse sin cesar, reabriendo periódicamente el proceso constitucional, y la población debe ser formada en la democracia mediante la práctica de la democracia”.
Jefferson es tan rousseauniano que no entiendo cómo o por qué lo veneran tanto los gringos. O más bien, sí entiendo: FDR se los metió prácticamente a fuerza. El libro que mencionas es muy bueno. Sobre Jefferson, te recomiendo "The Failure of the Founding Fathers", de Bruce Ackerman, profesor de derecho de Yale.
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