Libros del crepúsculo

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jueves, 10 de febrero de 2011

Plaza Tahrir


Mucho se ha debatido en los medios globales sobre la naturaleza de la revolución egipcia. Pocas revoluciones han tenido una cobertura tan planetaria y, a la vez, tan ideológicamente favorable -desde la izquierda más radical hasta buena parte de la derecha norteamericana o europea han celebrado las protestas contra el régimen de Hosni Mubarak.
El foco de atención ha estado puesto en el tipo de sociabilidad que produce una movilización tan constante y, al mismo tiempo, espontánea. Durante más de dos semanas los manifestantes se han mantenido concentrados en la Plaza Tahrir, en El Cairo, resueltos a no dejar de ser noticia global y a crear una nueva red de ciudadanos –no de partidos-, que se articula en torno a un único punto: que deje de gobernar el círculo de poder –no sólo Mubarak- que durante tres décadas se enseñoreó de Egipto.
Por su peculiar sociabilidad política, esta revolución se parece más a las revueltas juveniles del 68 que a la primera etapa de las transiciones en Europa del Este. Es cierto que la conexión tecnológica facilita esa nueva sociabilidad, pero tampoco faltan en esta revolución elementos de las viejas tradiciones cívicas de Occidente y, naturalmente, de las propias tradiciones de peregrinación y oración multitudinarias del Islam, sin ser propiamente una revolución islámica.
Esa concentración permanente en la plaza pública, en el ágora, responde a algo más que una estrategia de visibilidad global. Congregarse físicamente en el espacio público, y de manera pacífica, es un método eficaz para obligar a las instituciones del Estado a reconocer la soberanía popular y dar por concluido el pacto social. Ya los sindicatos, el Ejército y parte de la clase política han reconocido al soberano originario, bajando a la plaza. Muy pronto deberán hacerlo también el propio Mubarak y sus colaboradores, abandonando el gobierno.
Pocos dudan que estamos en presencia de la primera revolución del siglo XXI. Una revolución pacífica, sin estructura organizativa previa, que debe muy poco a la tradición jacobina, bolchevique, socialista o descolonizadora; a Marx, a Lenin, a Mao, al Che Guevara o a Frantz Fanon. Una revolución que parece hecha por antiguos griegos o romanos –o por antiguos egipcios en contra de su faraón- pero conectados a las redes sociales de Facebook y Twitter.

13 comentarios:

  1. La primera revolución del siglo XXI fue la de Túnez, y la egipcia está -en gran medida- influenciada por esta.

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  2. Señor Rojas, además de errar respecto al dato de "que estamos en presencia de la primera revolución del siglo XXI", refiriéndose a la revolución egipcia y no a la tunecina, usted vuelva a dar muestras inequívocas de su falencia en cuanto al análisis político. Decir que "...Pocas revoluciones han tenido una cobertura tan planetaria y, a la vez, tan ideológicamente favorable -desde la izquierda más radical hasta buena parte de la derecha norteamericana o europea han celebrado las protestas contra el régimen de Hosni Mubarak", resulta superficial y no se ajusta a la realidad objetiva. Yo no sé a cuál izquierda radical usted se refiere, pero, en el caso del Gobierno cubano, por ejemplo, su posición ha sido altamente cínica e hipócrita, además de timorata, dadas sus relaciones históricas con el dictador Mubarak a través del Movimiento de Países No Alineados. En cuanto a la derecha norteamericana y europea, lo que ha demostrado hasta ahora ha sido un doble rasero y una ineptitud absoluta; ambivalencia y oportunismo que tiene, entre otras causas, la habitual e histórica abyección al regimen sionista de Israel. Si algo ha demostrado esta sacudida popular del mundo árabe ha sido el oportunismo político y la hipocresía, de producto de los diversos intereses, de la izquierda radical y la derecha estadounidense y europea.

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  3. Sí, la de Tunez fue anterior y tuvo un efecto de contagio sobre la egipcia. Pero en Tunez todo sucedió más rápido, sin tiempo, tal vez, para que se perfilaran los elementos distintivos de este nuevo tipo de revoluciones.
    El efecto de contagio, por cierto, también conecta estas experiencias con las tradiones revolucionarias modernas. Tiene que ver con el "entusiasmo", de que hablaba Kant, que produjo el 89 francés, que se repitió en el 48, en el 17 ruso o en el 59 cubano. Entusiasmos que han sido siempre regionales.

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  4. ¿Y qué tiene que ver la rapidez con que se haya desarrollado (la revolución tunecina), con el hecho objetivo de que fue la primera en su tipo y en el área?

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  5. Cuando me refiero a cobertura global y favorable aludo a grandes medios de la derecha o de la izquierda occidentales que se han identificado con la revolución egipcia. Revise usted, por ejemplo, periódicos de la izquierda iberoamericana como el mexicano La Jornada o el español Público y verá que la cobertura ha sido tan favorable como en La Nación argentina, el Mecurio chileno, El País, The New York Times, Le Monde o cualquiera de las grandes televisoras norteamericanas.
    No estaba pensando tanto en gobiernos, pero incluso en estos ha predominado una visión positiva de la revolucíón egipcia. Estados Unidos y Europa han exhortado a Mubarak a ceder, si bien han prescindido de mecanismos más explícitos de presión. Esto último puede desagradar a algunos, pero a mí parece más adecuado, ya que ha permitido que la revolución se produzca sin intervenciones foráneas, que le hubieran restado parte de su simpatía global.
    La rapidez del proceso de Tunez, a mi entender, impidió que el tipo de sociabilidad y la manera de intervenir en el espacio público, características de estas revoluciones, no se desrrollaran tan plenamente como en Egipto. Es sólo una hipótesis, sin ánimo de subestimar el proceso tunecino.

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  6. EE.UU. y Europa han exhortado, con gatopardismo insultante, a una "transición" encabezada por el mismo dictador y represor del pueblo. Algo que recuerda aquello de hacer lucir que las cosas cambien para que todo quede igual. Por otro lado, existe una intervención tácita pero directa, de los gobiernos norteamericanos y de Israel en Egipto; algo que no está acorde a lo que usted plantea sobre las no intervenciones foráneas. Prueba de esto es la socorrida visita que hiciera al Cairo Frank Wisner, enviado especial de Washington, quien declaró que Mubarak "debería seguir en el poder hasta las elecciones de septiembre", a pesar de la represión y los muertos ya existentes. A esto hay que sumarle las declaraciones, abiertamente desafiantes y de respaldo a Mubarak, por parte del Primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu.

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  7. Estados Unidos y Europa no están pidiendo una transición con Mubarak, que ya está de salida, sino, en todo caso, con el vicepresidente Omar Suleimán, que tuvo diferencias públicas con Mubarak. No sé qué idea tiene usted de las transiciones pero a veces esos procesos políticos empiezan moderadamente y acaban produciendo un cambio de régimen. Si Obama y Clinton, que son los titulares de la política exterior de Estados Unidos, se hubieran puesto del lado de Mubarak, como usted afirma, entonces éste no les hubiera reprochado su apoyo a la revolución con el argumento de que "no conocen la cultura egipcia". La lectura de que Estados Unidos y Europa han estado del lado del statu quo en este proceso me parece equivocada. En todo caso, es muy pronto para sacar conclusiones. La revolución está en curso y ahora mismo hay medios reportando que Mubarak está saliendo de Egipto.

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  8. Señor Rojas, ¿conoce usted quién es el actual vicepresidente (elegido arbitrariamente por Mubarak)? Conoce usted la trayectoria de violaciones de los derechos humanos del señor Omar Suleimán? No es ud. capaz de darse cuenta de que esto obedece a una estrategia de simulacro de cambio, con la intención de salvaguardar los interes de Washington y Tel Aviv. Y sí, estoy absolutamente convencido de que EE.UU. y Europa han estado del lado del stablishment actual de Egipto; lo que sucede es que, ambos, fueron sorprendidos por la rapidez y convulsión de las revueltas; que, de nuevo, comenzaron en Túnez.

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  9. Me parece que usted está aplicando ideas preconcenidas a una realidad cambiante. No creo que todo esté sucediendo de acuerdo con un guión preestablecido en Washington y en Tel Aviv. Claro que Suleimán es parte de ese régimen autoritario y los líderes de la revolución no confían en él y no votarán por él, en caso de que se presente a las elecciones de septiembre. Pero la salida de Mubarak y este traspaso de poderes podrían ser el principio del fin de esa dictadura de treinta años. Usted parece estar convencido de que no lo serán. Yo no.

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  10. Excelente comentario, y justo a tiempo. Gracias. Ojalá pronto los puedas hacer sobre temas más cercanos, hay que tener esperanza.

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  11. Esto que acaba de suceder en Egipto, independientemente del triunfo por la salida de Mubarak, es un claro y clásico golpe de estado. Ya veremos cómo siguen desarrollándose los acontecimientos.

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  12. A mi me parece que te apuras al llamarle revolucion a esto de Egipto y Tunez. Hay que esperar. Las cosas pueden seguir mas o menos igual. Aun si el presidente cambiara cada 4 anyos a partir de ahora. La tradicion que tu dices superada, o al menos no presente en los sucesos egipcios, podra gustarnos o no pero es revolucionaria realmente. Lo fue en Francia, en Rusia y en Cuba. Egipto esta por ver.

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  13. Rafael, probablemente te interesará este artículo:
    http://www.japanfocus.org/-Mohammed-Bamyeh/3486

    Mohammed A. Bamyeh, The Egyptian Revolution: First Impressions from the Field, The Asia-Pacific Journal Vol 9, Issue 6 No 3, February 7, 2011.

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