La primera vez que escuché una versión de September Song de Kurt Weill, interpretada por Django Reinhardt, en la que después del primer solo de saxofón viene un punteo rápido de El Manisero de Moisés Simmons -antes citado por George Gershwin en su Obertura cubana- , advertí un indicio, tan sólo un indicio, de lo poderosas y persistentes que han sido las representaciones de Cuba –y especialmente de La Habana- en la cultura norteamericana de los dos últimos siglos. Historiadores como Louis A. Pérez Jr. o Lars Schoultz se han acercado a ese tema inmenso en los últimos años, pero lo han hecho colocando la política, o más específicamente, las visiones políticas de las élites norteamericanas sobre Cuba y de las cubanas sobre Estados Unidos, en el centro de sus indagaciones.
El escritor Gustavo Pérez Firmat, en su más reciente libro, The Havana Habit (Yale University Press, 2010), ha echado un vistazo a esa misma vastedad, pero lo ha hecho con tres atributos que distinguen su libro, tanto dentro de los estudios sobre Cuba en el imaginario norteamericano como dentro de la creciente bibliografía habanófila que se produce en el mundo: 1) la esfera donde emprende su arqueología es la cultura popular, especialmente la música, el cine, la televisión, la radio, la gráfica y las guías turísticas; 2) el periodo histórico que recorre, aunque con visitas al siglo XIX, a la primera mitad del XX o a la Revolución, está bastante ubicado entre los años 40 y 60 del pasado siglo; 3) la prosa de Pérez Firmat, como en casi todos sus libros y de manera creciente, es híbrida, no es propiamente la de un scholar sino la de un escritor ingenioso y refinado, que no desconoce la producción académica sobre el tema que aborda.
En The Havana Habit Pérez Firmat glosa clásicos de Hollywood como You’ ll Never Get Rich o The Maltese Falcon, guías turísticas como When it’s Cocktail Time in Cuba o Havana Mañana, musicales como Week-End in Havana, shows de televisión como I Love Lucy, posters de Conrado Massaguer y una buena cantidad de álbumes (Cole Español de Nat King Cole, Olé Tormé de Mel Tormé, Bagels and Bongos de Irving Fields, Latin ala Lee de Peggy Lee, Cha Cha Cha de Amor y Dino Latino de Dean Martin, Latin for Lovers de Doris Day…) y de canciones o piezas de Cole Porter, Irving Berlin, George y Ira Gershwin, Hoagy Carmichael, Harold Arlen y Johnny Mercer, donde aparecen motivos cubanos o habaneros.
No por vasto, ese archivo impone una presencia farragosa en el texto. Pérez Firmat, como en todos sus libros, ha sabido reunir mucha información sin perder la gracia narrativa o analítica. A diferencia de On Becoming Cuban de Pérez Jr. o de That Infernal Little Cuban Republic de Shoultz, este libro busca ilustrar el discurso exótico y turístico en las representaciones cubanas de la cultura popular de Estados Unidos, no para documentar el nacionalismo insular o el imperialismo norteamericano, sino para rastrear los orígenes de una posible identidad cubanoamericana. Tema éste, central en el autor de Life on the Hyphen, y lamentablemente descuidado por muchos académicos que estudian las relaciones entre ambos países sin reparar en la comunidad migratoria creada en la frontera de esos vecinos distantes.
Rafa, gracias por la recomendación y excelente reseña, siempre es un placer leer a Pérez-Firmat.
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