En Temperamentos filosóficos (Siruela, 2010), una colección de prólogos a obras clásicas de filósofos antiguos, medievales y modernos, Peter Sloterdijk parte de la idea de Fichte de que cada quien elige la filosofía más parecida a su temperamento.
A simple vista podría pensarse que Sloterdijk recicla la vieja teoría de los humores, en versión antigua de Teofrasto o en versión moderna de Kretschner, para clasificar a los filósofos según el líquido predominante en su cuerpo.
Nada más lejos de la propuesta de Sloterdijk que esta racionalidad naturalista o clasificadora de los humores filosóficos. La noción de temperamento que le interesa a Sloterdijk es de otra estirpe, más cercana al arjé griego o atributo distintivo de cada héroe y cada hombre. El temperamento vendría siendo aquí un acento o una pulsión definidora de toda obra filosófica.
De ahí que Sloterdijk no divida a sus 19 filósofos (Platón, Aristóteles, Agustín, Bruno, Descartes, Pascal, Leibniz, Kant, Fichte, Hegel, Schelling, Schopenhauer, Kierkegaard, Marx, Nietzsche, Husserl, Wittgenstein, Sartre y Foucault) en coléricos, sanguíneos o melancólicos sino que intente condesar la obra de cada uno en un concepto.
Educación (Platón), imperio (Aristóteles), persona (Agustín), libertad (Bruno), método (Descartes), universalidad (Leibniz), civilidad (Kant), subjetividad (Fichte), totalidad (Hegel), fragmentación (Schelling), renuncia (Schopenhauer), modernidad radical ( Kierkegaard), capitalismo (Marx), psiquis (Nietzsche), autopercepción (Husserl), límite (Wittgenstein), heroísmo (Sartre), política (Foucault).
Los conceptos que elige Sloterdijk como emblemas son, a la vez, arquetipos intelectuales y biográficos. Cada filósofo es descrito en estas viñetas como autor y como persona, como bios y como grafía. Tal vez por ello nos resultan arbitrarios o insuficientes algunos de los conceptos distintivos. Sloterdijk intentó dibujos de siluetas, trazos veloces de densidades epistemológicas que, por momentos, suenan caricaturescos o tan cuestionables como la selección misma de los 19 filósofos.
La explicación de esto último tal vez resida en el origen de los textos –prólogos a compilaciones básicas de estos filósofos en la editorial Diederichs-, pero, en todo caso, el propósito de “ofrecer una historia alternativa de la filosofía” parece, a todas luces, excesivo. Es curioso que en el prólogo no sólo no se inserten las habituales excusas de “esto no es un canon” y hasta se hable de una “crestomatía de los autores más significativos”.
Aún aceptando la centralidad alemana de esa crestomatía y desconociendo las demandas reales de edición de la obra, por ejemplo, de Martin Heidegger, no deja de ser pertinente la pregunta por la ausencia del autor de Ser y tiempo en Temperamentos filosóficos. Sobre todo cuando, como el propio Sloterdijk reconoce, la falta de buenas antologías de Heidegger fue una de las razones que impulsó el proyecto de Diederichs en los 90.
Peter Sloterdijk no va mucho más allá de la filosofía en moda desde los 60. Más bien, se queda mucho más rezagado, casi detenido en el tiempo. Juguetea, como la mayoría de los seudofilósofos coetáneos, con la eufonía de las palabras. Pero, carece de la creatividad de estos. En vez de resignificar las categorías metafísicas con afijaciones grecolatinas -al igual que posestructuralistas, posmodernos y el resto de los suprametafísicos-, recurre a nociones ya desechadas secularmente por archiobsoletas. No ya, como sus coetáneos, que reerigieron el altar de Freud -demolido por la sicología cognitiva contemporánea por seudocientífico- sino que recurre a categorías que hasta el propio Freud había superado, como la teoría dieciochesca de los temperamentos, etc. I.e., que Sloterdijk llevó el dolo cuasimetafísico de sus contemporáneos a sus extremos de la mediocridad. http://havanaschool.blogspot.com/
ResponderEliminarEstimado Octavio:
ResponderEliminarHe leído con atención sus comentarios.La idea de establecer relaciones entre temperamento, carácter y personalidad y colocar estas definiciones en movimiento con la biografía de los filósofos y escritores sigue siendo muy atractiva.Karl Jaspers en su trilogía de "Los grandes filósofos" y en "Genio y Locura" y más recientemente Fernando Savater con "La aventura del pensamiento" son muestras exquisitas de estos análisis.No creo que haya algún marco teórico de referencia o alguna epistemología sobre el psiquismo humano que pueda ser superada por otra y mucho menos ser rotulada como obsoleta.El psicoanálisis, la fenomenología, las teorías cognitivo conductuales, las aproximaciones sistémicas, las dialógicas e intersubjetivas por nombrar algunas;continúan siendo indispensables clínicamente.En relación al temperamento, Ernst Kretschmer, en las primeras décadas del siglo pasado;lo describió como la cualidad afectiva básica, más instintiva; el ánimo básico vital.Este mismo autor alemán desarrolló dos tipologías sitemáticas acerca de la personalidad humana.Por otra parte referirse a Freud en un término específico carece de toda utilidad. Todo el desarrollo de las neurociencias en la últimas tres décadas han validado sus observaciones y descripciones.La invitación por supuesto es a leer este nuevo intento de exploración de las pulsiones de los filósofos escogidos por Sloterdijk.
Octavio Rojas