En Baby Face (1933), el clásico de Alfred Green, estelarizado por Barbara Stanwyck y George Brent, se cuenta la historia de una femme fatale que escala posiciones en la Gothan Trust Company de Nueva York, seduciendo a empleados y ejecutivos. El personaje, Lily Powers, posee, desde su nombre y apellido, una mezcla de sensualidad y vigor que, en algún momento del film, intenta ser traducido en términos de la filosofía vitalista Friedrich Nietzsche.
Una de las víctimas de Powers, un joven ejecutivo protagonizado por Donald Cook, que está a punto de casarse con la hija del dueño de la compañía, es lector de filosofía y literatura. Durante el cortejo, le envía a Powers un ejemplar de las Consideraciones intempestivas de Nietzsche. La Stanwyck abre el volumen en una de las tantas páginas en las que el filósofo llama a no pedir perdón por la búsqueda del placer y la felicidad.
El pasaje que lee es el que aparece abajo. Los críticos e historiadores del cine han reconstruido el proceso por el cual los productores y el director de la película tuvieron que hacer ajustes narrativos y visuales, luego de la codificación moral de Hollywood en aquellos años. El final, en que Stanwyck y Brent lo pierden todo con la Gran Depresión y reconstruyen sus vidas como obreros en Pittsburgh, recuerda las moralejas del realismo socialista, para el que Nietzsche era una de muchas “bestias negras”.
Una de las víctimas de Powers, un joven ejecutivo protagonizado por Donald Cook, que está a punto de casarse con la hija del dueño de la compañía, es lector de filosofía y literatura. Durante el cortejo, le envía a Powers un ejemplar de las Consideraciones intempestivas de Nietzsche. La Stanwyck abre el volumen en una de las tantas páginas en las que el filósofo llama a no pedir perdón por la búsqueda del placer y la felicidad.
El pasaje que lee es el que aparece abajo. Los críticos e historiadores del cine han reconstruido el proceso por el cual los productores y el director de la película tuvieron que hacer ajustes narrativos y visuales, luego de la codificación moral de Hollywood en aquellos años. El final, en que Stanwyck y Brent lo pierden todo con la Gran Depresión y reconstruyen sus vidas como obreros en Pittsburgh, recuerda las moralejas del realismo socialista, para el que Nietzsche era una de muchas “bestias negras”.
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