Libros del crepúsculo

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jueves, 18 de noviembre de 2010

Parábolas del mal

La apasionante historia de Roger Casement, el diplomático irlandés que informó al Foreign Office de Gran Bretaña sobre las atrocidades cometidas por el imperio de Leopoldo II de Bélgica contra los congoleses y por las compañías del caucho contra los indios de la Amazonía, establece, en El sueño del celta (2010) de Mario Vargas Llosa, un contrapunto con El corazón de las tinieblas (1902), la gran novela de Joseph Conrad.
Vargas Llosa repara en la coincidencia de que Casement y Conrad eran nacionalistas católicos –uno irlandés y el otro polaco- pero que sus críticas al régimen colonial del Congo partían de visiones contrapuestas sobre el imperio británico y sobre el mundo africano. Mientras Charles Marlon, el personaje narrador de la novela de Conrad describe al señor Kurtz como un civilizado europeo barbarizado en el contacto con África, Vargas Llosa presenta a Casement como un arquetipo de la civilización europea que se afirma frente a la barbarie imperial.
Si para Kurtz el mal estaba en la salvaje humanidad del África, para Casement el mal estaba en los imperios europeos. Vargas Llosa llama la atención sobre el hecho de que durante el arresto y juicio contra Casement en Gran Bretaña, en 1916, la firma de Conrad no apareciera, junto a las de Arthur Conan Doyle, William Butler Yeats y George Bernard Shaw, en las cartas de solidaridad que pedían clemencia para el político irlandés y que no lograron impedir su muerte en la horca.
Vargas Llosa ha dicho que su novela es una ficción histórica, pero yo he encontrado más historia que ficción en la misma. En el prólogo de Pere Gimferrer a Los exiliados románticos del historiador británico E. H. Carr, reeditado este año en Anagrama, se dice que aquellos intelectuales rusos (Herzen, Bakunin, Ogarev…) que peregrinaban por la Europa de la segunda mitad del XIX eran encarnaciones históricas de personajes de novelas de la misma época, como Monsieur du Charles o Rastignac, Julien Sorel o Raskolnikov.
Lo mismo podría decirse de Casement, lector atento de El corazón de las tinieblas, aunque más admirador de versos de Yeats. Vargas Llosa retrata a Casement como un protagonista de la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial que vivió su vida como personaje de una novela de Conrad. Hay aquí un trasiego de caracteres e imágenes entre ficción e historia que encuentra trasfondo común en las parábolas del mal construidas por culturas nacionalistas y católicas.

2 comentarios:

  1. El que la firma de Conrad no apareciera, o fuera retirada, del pedido de clemencia para Casement, obedecio a la divulgacion de los diarios de este ultimo, en que se describen las actividades homosexuales del irlandes, supuestamente plagadas de conductas condenables por la sociedad que fueron mas alla de las preferencias sexuales. Hasta hoy se duda si estos diarios son verdaderos o una operacion de la policia britanica, pero el propio Vargas Llosa se inclina a reconocer la autenticidad de los mismos.
    saludos
    alejandro

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  2. Gracias, Alejandro, sí, los diarios y la homosexualidad de Casement tienen que ver, por supuesto, pero creo que el enfoque que le da Vargas Llosa es otro, deliberadamente. Vargas Llosa le da más importancia a las diferencias sobre las visiones del Congo entre Conrad y Casement que a la homosexualidad de este último. Tal vez haya allí una reacción de Vargas Llosa contra algunos estudios biográficos e históricos que han presentado a Casement como otro Lawrence de Arabia.

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