Libros del crepúsculo

Libros del crepúsculo

sábado, 20 de noviembre de 2010

Estoy con Paz

Varias veces hemos elogiado, en este blog, la labor de rescate bibliográfico que realiza la editorial sevillana Renacimiento. Poco a poco, Renacimiento y el Centro de Estudios Andaluces conforman un archivo de obligada consulta a la hora de reconstruir la historia intelectual de la guerra civil española y del exilio republicano en América.
Entre los varios títulos dados a conocer por esta imprenta en lo que va de año figura Hombres de la España real (2010), un conjunto de entrevistas a personalidades de la segunda República que realizaron los escritores comunistas cubanos, Juan Marinello y Nicolás Guillén, y que fueron publicadas en la revista habanera Mediodía entre 1936 y 1938.
Magníficamente prologado por el estudioso Jorge Domingo Cuadriello, este libro rescata las conversaciones de Marinello y Guillén, quienes asistieron al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura y recorrieron varias ciudades de la península, con José Bergamín, Rafael Alberti, Dolores Ibarruri y María Teresa León, entre otros.
Uno de los escritores que entrevistaron los comunistas cubanos fue el poeta Miguel Hernández. Nicolás Guillén y su amigo, el poeta norteamericano Langston Hughes, se citaron con Hernández en una fonda valenciana y, entre otras cosas, le comentaron que durante una de las sesiones del Congreso en Madrid el poeta mexicano Octavio Paz (en la foto, con su esposa Elena Garro) y el poeta argentino Raúl González Tuñón, polemizaron sobre las “posibilidades líricas del romance para la poesía revolucionaria”.
Guillén reseña a Hernández las posiciones del debate: mientras el mexicano pensaba que el romance era el “medio de expresión por excelencia del pueblo español”, González Tuñón sostenía que el romance era un “hermoso instrumento ya gastado por el uso”. Luego de la reseña de Guillén, Miguel Hernández afirma:
“Estoy con Paz. Pero pienso que lo importante es la técnica personal del poeta. Lorca renovó, retocó, pulió el viejo romance de Góngora y el Romancero; le impuso un sello único ¿Por qué no ha de ser posible, cada vez que la calidad lírica lo permita, la obtención del romance de guerra con toda la fuerza del pueblo alentándolo como otras veces”.

5 comentarios:

  1. Es cierto que la literatura perdería mucho si obviamáramos a estos magníficos escritores. Pero, su filiación y sus actuaciones políticas los convirtieron en cómplices de toda la sangre inocente que hicieron correr y todas las naciones que esclavizaron los regímenes comunistas. Guillén, Marinello, Miguel Hernandez, José Bergamín, Rafael Alberti, Dolores Ibarruri, María Teresa León, etc. que tan desenfadadamente presenta el autor hablando de fruslerías literarias, ensalzaron la república española aún cuando esta, al caer bajo el control de los comunistas, protagonizó horrores que emulaban con los cometidos por los falangistas. De igual manera “irresponsable” ensalzaron al estalinismo y obviaron las decenas de millones de muertos y ciento de millones de esclavos que provocó su tiranía. Marinello, junto a otro intelectual comunista llamado Carlos Rafaél Rodríguez, fue el mayor apoyo de Fidel Castro cuando este aún estaba en la Sierra Maestra para que traicionara las fuerzas democráticas que luchaban contra Batista y se aliara a Moscú. La eternidad en el infierno no sería suficiente castigo para ellos.http://havanaschool.blogspot.com/

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  2. Guerra es uno de los tantos que han hecho de la política o de la dicotómía entre revolución cubana o comunismo y democracia o libertad un universal que le asfixia la existencia y la reduce lastimosamente.

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  3. Obviar responsabilidades es señal de precariedad ética. El reductor real en este caso es el señor Anónimo, quien parece ver constreñidos sus muy subjetivos y parcializados presupuestos ontológicos por unos pretendidos universales que están muy lejos de ser tales. Este incógnito crítico-crítico se disipa en un discurso meta-metafísico (como es idiosincrático de esa lamentable raza de la retórica posmoderna) para banalizar mi comentario descontextuado en un mediocre maniqueísmo y camuflar con su “desenfadada tolerancia” intelectual su afecto hacia las tiranías comunistas y sus atrocidades, en especial, la que devastó nuestra nación material y moralmente… por otra parte, no comparto tal reduccionismo ya que los libros de todos esos poetas –a quienes reprocho la ración de responsabilidad que comparten con los tiranos comunistas- como Vallejo, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Rafael Alberti, acompañan en mi mesa de noche a sus opuestos ideológicos, como Borges, Lezama Lima, Piñera, etc.

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  4. Señor Guerra: su comentario se asemeja a los de aquellos según los cuales el origen del Holocausto nazi se encuentra se encuentra en la duda metafísica y el racionalismo de Descartes. Echarle la culpa a Miguel Hernández o a César Vallejo de (o asociarlos con) los crímenes del estalinismo es, por lo menos, exagerado, si no una desproporción en el análisis que peca de un optimismo en torno a las posibilidades de la poesía que, en otros contextos, tal vez sería saludable.

    Atte.,

    Cristián Gómez

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  5. Señor Gómez, en parte, pienso que su comentario peca de extremismo al llevar hasta los límites de la de la ilógica las consecuencias retóricas de mis aserciones. Pero, debo reconocer que, en parte, usted tiene razón. La obra de un creador puede ser genial y canóniga para nuestra civilización. Pero, considero que tal creador tiene responsabilidades paradigmáticas quiéralo o no. Los poetas mencionados –como los de derecha- estuvieron muy lejos de cometer directamente los crímenes de los movimientos y los gobiernos de izquierda (o de derecha). No obstante, los justificaron, tergiversaron y/o ocultaron, divulgando su ideología en la peor forma posible: a través del “irrefutable” criterio “ético” de la verdad poética y/o de la autoridad. Ello, ha conducido a millares de jóvenes a la guerra y a la violencia política e ideológica con sus consecuencia de lesa humanidad. Y, este es precisamente el caso de muchos creadores de talento que han y siguen apoyando la tiranía que ha asolado de forma irreparable nuestra nación tanto material como moral como humanamente… ¿debemos eximirlos aunque formen parte entusiasta de la maquinaria propagandística castrista sólo por ser intelectuales?...no soy genio ni líder ni intelectual ni poeta pero sufrí prisión y decenios de ostracismo por no permitirme caer en semejante vacío axiológico. Y ello no fue motivado por “altos principios ético-teoréticos-metafísicos” ni políticos ni ideológicos. Tal actitud fue motivada simplemente por la más básica decencia aprendida, no ya en libros ni universidades ni academias, sino en el seno de mi familia durante mi infancia, algo que parece haber pasado de moda…
    Mis respetos
    http://havanaschool.blogspot.com/

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