Libros del crepúsculo
martes, 12 de octubre de 2010
Poema de Kozer
A IMAGEN
José Kozer
(Para Rafael Rojas)
Antes me parecía mucho al del espejo.
Era del pulgar al índice, la mano extendida (eso que
llaman en mi país quimbe
y cuarta) un muchachón,
la raya a un lado, mota
(la mota cada vez más
alta: motón) pantalón
beige, recia camisa roja
remangada, cheche
ladeando desde su
altura a un lado y otro
la cabeza, a mi paso volutas,
a mi paso estelas de alguna
narración que la cabeza
jamás interrumpida
suscitaba, ¿adónde iba?
Prendía la mariquita a la
tela de mi camisa, daba
otro paso el Cheche de
aquel reparto, desde mi
altura la contemplaba,
Oh Israel, le perdonaba
al insecto (Yo, Señor de
los insectos) la vida.
Iba camino de aquel impertérrito espejo al que me
parecía, equis por ciento la
madre, equis por ciento el
padre con toda su parentela
de panes redondos, gigantesco
holocausto el pan de mi
parentela (kimmel broit,
allá quedaron amasados) tres
pelirrojos, ni una sola hembra,
uno ya calvo pese a ser tan joven
(a la hora del hueso ya era anciano)
a todos me parezco en aquel espejo
primero de La Habana: los rezumo;
me astillo, vuelvo el rostro en todos
ellos renovado, se inscriben las
cicatrices, se inscribe el estigma
vuelto ideograma, y el rostro
vuelto hacia el Rostro hecho
lamento y muro, Oh Jerusalén,
se inclina y se inclina rozando
casi la piedra, rostro ancestral:
un por ciento equis la muerta
retahíla de mi parentela, ya
pronto migro cual pájara
desvencijada hacia poniente,
en su osamenta iré a reclinarme
(despojarme: no por propia
voluntad) veré mi renovado
rostro unos instantes antes
de incendiarse: alfa pelirroja
mi cabellera, delta la camisa
recién abotonada (no quiero
que se me vea la rala pelambrera
cana del pecho) verdinegro fulgor
el liquen de una palabra que traigo
en mente (ofrenda) para presentarme
(un juicio, auguro) Señor: mucho
me parezco en la imagen, apenas
soy (ya) en la semejanza.
No puedo más con las palabras. Alzo los ojos (Señor)
hoz viva la ceniza, parturienta
guadaña en verdad esta situación:
échate, perro. Rasca, moscardón.
Tritura, aspa, que llegan el papel
y el pan redondo de mis ancestros
rodeados (renovados) por dulces
panes de migración, un largo pan
de flauta en el espejo, perfecta
división de su infinito de harinas,
la yagua que lo atraviesa (aleluya):
ya mucho me parezco. A éste. Por
la falla. A la salida. El frío del
madrugón (¿estaba en verdad
preparado?). De atrás para
adelante me cogió descalzo
sobre las baldosas del cuarto
de baño y justo (pues es lo
justo) al alzar los ojos al espejo
del botiquín Oh Padre Jacob
éramos diez soy uno.
Tepoztlán, 1998.
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Grande Kozer. Desparpajo y refinamiento a la vez.
ResponderEliminarDesparpajo, demasiado desparpajo...
ResponderEliminarsiempre que leo a Kozer disfruto una lectura llena de sorpresas,una primera lectura de descubrimientos; segundas y terceras para imbricar mis caminos en sus caminos,muy agradecido por el texto.
ResponderEliminarjuan carlos valls