Habíamos leído la novela Vida y destino (1980) del gran escritor ucraniano Vasili Grossman (1905-1964). Sabíamos que su autor había sufrido toda clase de infortunio bajo el régimen estalinista y que aquella inmensa novela, que tantos lectores le ganó, había sido publicada, en Suiza, dos décadas después de su muerte. Sabíamos, pues, que Grossman fue un desgraciado.
Lo que no sabíamos, hasta la edición de La vida y el destino de Vasili Grossman (Madrid, Encuentro, 2010), la espléndida biografía de John y Carol Garrard, reseñada en Babelia por L. F. Moreno Claros, era que aquella desgracia había comenzado cuando Grossman, respaldado por el escritor estalinista, también ucraniano, Iliá Erenburg, había propuesto a Stalin la redacción de un Libro Negro de las matanzas de judíos en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
Para Grossman era evidente que los principales responsables de ese capítulo del holocausto eran los nazis, en campos como Treblinka o Sobidor. Pero a él le parecía también importante documentar la colaboración de antisemitas ucranianos y lituanos en aquellas masacres. Aunque aquellos antisemitas eran enemigos de Stalin que se aliaban con la invasión nazi, la propuesta del Libro Negro molestó tremendamente a Stalin ya que ofrecía una imagen bárbara de algunos ciudadanos soviéticos.
Ahí comenzó el infortunio de Grossman. Ni el apoyo del oficialista Erenburg, ni la prosa tolstoyana o el resuelto antifascismo salvaron a Grossman de la furia de Stalin. Rechazada su propuesta, quedaba el propio Grossman como testigo incómodo de aquella protección del mito soviético, capaz, ya no de controlar la información, sino de eliminar físicamente a quien la utilizase para defender los propios valores comunistas.
Pues claro, es que el stalinismo no es lo mismo que el socialismo, y bla bla bla....
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