Libros del crepúsculo
miércoles, 9 de junio de 2010
La América de Chesterton
En su colección “Los Viajeros”, la editorial sevillana Renacimiento ha realizado la primera versión en castellano del libro Lo que vi en América (2009) del gran escritor londinense G. K. Chesterton (1874-1936). Recién convertido al catolicismo –por lo menos, su tercera conversión, ya que luego del espiritismo y el ocultismo juveniles, se convirtió, primero, al agnosticismo, y luego, al anglicanismo- Chesterton recorrió Estados Unidos impartiendo conferencias, en una especie de réplica de las giras intelectuales que algunos escritores norteamericanos, como Mark Twain o Henry James, realizaron por Inglaterra.
Chesterton llegó a Estados Unidos casi un siglo después que Alexis de Tocqueville y, sin embargo, son asombrosos los paralelos en las observaciones de ambos sobre la sociedad, la cultura y la política norteamericanas. Podría pensarse que la razón de tal persistencia de visiones europeas sobre Estados Unidos reside en que ninguna de las culturas involucradas en ese intercambio de miradas –la francesa, la británica y la norteamericana- cambió demasiado entre mediados del siglo XIX y la entreguerra del siglo XX.
Pero habría que considerar también que la gran literatura viajera del siglo XIX dejó imágenes fijas, impresiones de uno y otro espacio fuertemente grabadas, que los escritores de la primera mitad del XX recibieron con suficiente aliento. Chesterton recorrió Estados Unidos, se fascinó con la cultura católica de los inmigrantes irlandeses y no abandonó nunca la obsesiva yuxtaposición entre la América democrática y la Gran Bretaña aristocrática. En algunos pasajes de su libro, como el que reproducimos a continuación, basta sustituir el referente británico por el francés, para obtener una reescritura de Tocqueville:
“En América o bien no existen estados de ánimo o bien sólo hay un estado de ánimo. Es indiferente que lo llamemos bullicio o fervor; que lo consideremos heroica camaradería o la última histeria del instinto de manada. Se ha dicho de los típicos aristócratas ingleses de las oficinas de gobierno que se parecen a ciertas fuentes ornamentales y juegan de diez a cuatro; y lo cierto es que un inglés, incluso un aristócrata inglés, no siempre se siente más inclinado al juego que al trabajo. Pero la sociabilidad americana no es como la fuente de Trafalgar. Es como el Niágara”.
Chesterton utilizaba con frecuencia el término francés, específicamente tocquevilleano, de “sociabilidad”:
“La sociabilidad americana desecha sutilezas. No podemos esperar que comprenda la paradoja o la perversidad del inglés, que es capaz de ser amistoso y, sin embargo, eludir a los amigos. Eso es lo que hay de cierto en la idea de que Dickens era un sentimental. Significa que probablemente se sentía mucho más sociable cuando estaba solo”.
Sólo en un punto, y no precisamente el religioso, el relato de Chesterton se apartaba del de Tocqueville: cuando describía el estado de la democracia. Para el liberal francés, la democracia era el presente promisorio de Estados Unidos y el futuro visible del mundo. Su vigor, a la altura de la cuarta o quinta década del siglo XIX, estaba fuera de dudas. Cien años después, en medio del auge wilsoniano, el conservador y católico británico observaba un ocaso de la democracia que, a su juicio, ¡se venía experimentando desde un siglo atrás! Es decir, desde la entusiasta época monroísta. Con los últimos párrafos de su libro, Chesterton borraba de un plumazo la gran obra de Tocqueville:
“Los últimos cien años han asistido a una decadencia general de la idea democrática. Si aún queda alguien para quien esta verdad histórica resulte una paradoja, es sólo porque durante este tiempo nadie le ha enseñado historia, y menos aún historia de las ideas. Si se hubiera establecido una especie de inquisición intelectual con el objeto de definir y diferenciar herejías, se habría comprobado que la ortodoxia republicana ha ido sufriendo más secesiones, cismas y atavismos. Las dudas han ido mermando la democracia sin cesar. Y estas dudas políticas han sido contemporáneas y a menudo idénticas a las dudas religiosas”.
Renacimiento ha hecho, como decíamos, la primera edición castellana de Lo que vi en América, en traducción de Victoria León Varela. De manera que las élites intelectuales latinoamericanas, que entre fines del XIX y principios del XX todavía eran más francófonas que anglófonas, no lo leyeron. Es interesante, sin embargo, constatar en Chesterton buena parte del repertorio de estereotipos sobre Estados Unidos –país sin historia, sin pasado, sin cultura, materialista y gregario, rústico y emprendedor…- que compartió la literatura y el pensamiento latinoamericano de aquellas décadas. Con algunas excepciones, naturalmente, como José Martí.
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Sin embargo, de haber un victorioso en esta "batalla de ideas" sobre las visiones americanas - la de Tocqueville y la Chesterton - es interesante ver como Chesterton, al menos hoy, fue quien se aproximo mas a lo correcto. Hablar de "Democracia" en Estados Unidos es tan ilusorio como hablar de democracia cubana. Sobre todo hablo despues del 9/11 y la guerra contra esa figura inventada del "terrorismo". Pero el problema va desde mucho antes, y se puede recorrer en la historia de las ideas de Estados Unidos. Gano la vicion hamiltoniana y federalista, y perdio, lamentablemente, la America heterogenea, plural, y democratica de la tradiccion que buscaron crear figuras como Melville, Emerson, y Jefferson.
ResponderEliminarNo me deja de sorprender, por otra parte, como las ideas de Chesterton, aun siendo un recalcitrante catolico (recordaras la polemica con Shaw), se encuetran muy cercanas a cierta ideologia de Izquierda.
Gerardo
Gracias por tu comentario, Gerardo. No estoy tan seguro de cómo serían las cosas hoy en día en cuanto al estado de la democracia en Estados Unidos -entendida la democracia como un conjunto de reglas que aseguran la más equitativa distribución posible de derechos políticos (no creo, honestamente, que los derechos sociales o económicos tengan que ver con este concepto de democracia). Pero lo que sí podemos asegurar, históricamente, es que la idea peyorativa de Estados Unidos, como sociedad que personificaba el progreso y la democracia, era, entre fines del XIX y principios del XX, más propia del conservadurismo y de las derechas católicas que del liberalismo y las izquierdas socialistas. La migración de la imagen negativa de Estados Unidos de un polo a otro del espectro ideológico, a mediados del siglo XX, debe ser mejor estudiada.
ResponderEliminarHablan de Estados Unidos como si siguiera Bush en la presidencia, como si Bush y sus porquerias post-9/11 se hubieran congelado en el tiempo, como si no hubiera habido una eleccion para renovar la presidencia en la que gana Barack Obama por mayoria de votos ciudadanos, como si Obama fuera lo mismo que Bush, como si no hubiera habido reforma democratica al Health Care.
ResponderEliminarLos federalistas (Hamilton, Madison y Jay, siendo Madison, no Hamilton, el mas relevante e influyente). Uy, ahi nomas la antidemocracia, eh! Seguro, los federalistas son el diablo!
Primero no creo que porque los "ciudadanos" voten libremente (whatever that means) estemos hablando de democracia. Sin dudas Rojas y Gerardo tienen dos concepciones diferentes de lo que es "democracia", y eso esta bien. Pero tambien hemos visto que Obama ha sido una continuacion del bushismo por otros medios. Bush no creo que sea el origen del mal, ni que se trate de un problem de partido, sino de Estado. De la nacion que Estados Unidos representa (guerras, esclavitud, violencia, bombas atomicas, politicas economicas desastrozas para la clase media).
ResponderEliminarNo se trata que los "federalistas" sean el diablo, sino que gano un ala politica que se olvida del bienestar del pueblo, y enfatiza politicas neo-liberales en el ambito de lo domestico y la guerra imperial en la orden internacional.
Se entiende: es muy dificil que cubanos sostengan una posicion critica frente a estos problemas, ya que ellos (esto es otra marca que les lego el totalitarismo cubano) ven todo en relacion con el castrismo. Es una lastima.
El Pseudo Sergio
"El Pseudo Sergio"??
ResponderEliminarLos federalistas eran neoliberales????
Si los ciudadanos (las comillas que se le ponen a esta palabra en el comentario anterior son incomprensibles) votan liberemente, de que hablamos entonces? Si no de democracia, por lo menos democracia electoral, de que hablamos?
Hasta ahora las políticas públicas de la administración de Barack Obama han tenido que ver muy poco con el canon neoliberal. El neoliberalismo es un conjunto específico de políticas económicas y sociales, regido por la desregulación, el monetarismo y la ortodoxia en el equilibrio financiero. Obama, en cambio, ha recurrido al incremento del gasto público y a una política de seguridad social que para nada recuerda a estrategias privatizadoras del sector público como las que tuvieron lugar en Estados Unidos con Reagan, México con Salinas, Argentina con Menem o Perú con Fujimori.
ResponderEliminarEn cuanto a la democracia, claro que cada quien puede utilizar el concepto que más le guste. Sólo recuerdo que esa idea decimonónica de la democracia como sinónimo de igualdad ha sido descontinuada por la teoría política contemporánea. Si midiendo la igualdad se mide la democracia entonces muchos países del mundo con un coeficiente Gini bajo, pero regidos por dictaduras, serían más democráticos que aquellos países con amplias libertades públicas pero dispareja distribución del ingreso. El Chile de Pinochet, sobre todo entre fines de los 70 y mediados de los 80, tuvo índices de desigualdad bastante bajos.
La democracia entendida como régimen político, no como orden social, por cierto, no tiene que ver únicamente con el ejercicio libre del sufragio sino también con la plena libertad de asociación y expresión, con la autonomía de la sociedad civil y con la existencia de un Estado de Derecho.