Libros del crepúsculo
jueves, 20 de mayo de 2010
Memoria y ficción de Coetzee
La última novela del escritor sudafricano J.M. Coetzee realiza una operación intelectual del mayor refinamiento. Se titula Verano. Escenas de una vida de provincias III (Mondadori, 2010) y, en buena medida, continúa las prosas autobiográficas de Infancia (2001) y Juventud (2002). Sólo que aquí no es Coetzee quien cuenta su vida en Ciudad del Cabo, entre 1972 y 1975, justo cuando escribe sus dos primeras novelas, Tierras del poniente y En medio de ninguna parte, que le confirmaron su vocación literaria.
Quien cuenta ese momento de la vida de Coetzee, que coincidió con la enferma ancianidad de su padre, es un ficticio investigador literario de mediados del siglo XXI, que entrevista a cuatro mujeres con las que Coetzee tuvo relaciones sexuales o sentimentales. Las mujeres lo cuentan todo, dibujando una silueta lamentable del joven Coetzee, quien aparece como un huraño, egoísta y asexuado aspirante a escritor, al que abruma el deber de hacerse cargo de su padre. La valentía y la honestidad con que Coetzee encara su juventud son similares a las de V.S. Naipaul, quien reveló a su biógrafo los detalles oscuros de su pasado.
Más allá del tono de reproche que predomina en los testimonios de las mujeres del joven John –tanto de las que él abandonó como de las que a él abandonaron- es posible reconstruir otros aspectos interesantes de la biografía intelectual y política de Coetzee. Por ejemplo, a través del testimonio de Sophie Denoël, la colega francesa y pareja de Coetzee, en la Universidad del Cabo, nos enteramos de los conflictos de identidad de aquel joven afrikáner, que rechazaba el apartheid, pero que, al mismo tiempo, se oponía a los discursos antiblancos de la comunidad negra.
En el testimonio de Sophie leemos, una vez más, esa endemoniada visión de Coetzee sobre la política, aún sobre la política emancipadora, que aparece en casi todos sus libros:
“En opinión de Coetzee –dice Sophie- los seres humanos jamás abandonarán la política porque esta es demasiado conveniente y atractiva como un teatro en el que representar nuestras emociones más innobles. Las emociones más innobles abarcan el odio, el rencor, el despecho, los celos, el deseo de matar y así sucesivamente. En otras palabras, la política es un síntoma de nuestro estado de degradación y expresa ese estado.
¿Incluso la política de liberación? –pregunta el biógrafo imaginario.
Si se refiere a la política de la lucha de liberación sudafricana –responde Sophie- la respuesta es sí. Mientras liberación significara liberación nacional, la liberación negra de Sudáfrica, John no tenía ningún interés por ella”.
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Emancipacion, liberacion, libertad, no son sinonimos. Si no se hacen las indispensables diferencias y diferancias, se nubla lo que ya estaba cargado de nubes pesadas. Y sobre todo, es inutil pensar en un cielo azul cubriendo verdes praderas durante toda una eternidad. Hay que liberarse de muchas ilusiones, esto seria la liberacion- la libertad es un camino en la noche: se puede calcular pero hasta un cierto punto, lo incalculable termina por llegar. Es esto quizas lo tragico de toda "politica", y lo que asusta a Coetzee, como a todos.
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