La obra del filósofo italiano Giorgio Agamben es bastante representativa de cómo el pensamiento contemporáneo responde cada vez más a los mecanismos de la glosa. Su último libro en castellano, Signatura rerum (Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2009), es una buena muestra del arte de glosar a otros pensadores y a sí mismo.
Agamben comienza advirtiendo que en sus estudios sobre el homo sacer y el musulmán, el estado de excepción y el campo de concentración, no dilucidó plenamente si esos fenómenos históricos eran “figuras”, “arquetipos” o “paradigmas”. Sus glosas sobre Carl Schmitt o Walter Benjamin eran muy audaces, pero el “método” había quedado fuera de sus investigaciones.Decide entonces volver sobre la árida cuestión del método, interrogando el concepto de “paradigma”. Eso lo lleva a releer y a glosar a Michel Foucault –encuentra, por ejemplo, que la noción de “paradigma” de este último, supuestamente tomada de Thomas Kuhn, es diferente a la plasmada en La estructura de las revoluciones científicas- y, de paso, a completar su propio trabajo.
Releyendo y glosando a Foucault –sobre todo, La arqueología del saber y Las palabras y las cosas- Agamben descubre algo que, a primera vista, puede parecer fútil, pero que, bien pensado, tiene implicaciones importantes para buena parte del pensamiento postestructuralista. A saber, que durante las décadas de apogeo de la lingüística, la hermenéutica y la semiología, los filósofos del siglo XX –con la excepción, tal vez, de Umberto Eco- se desentendieron de los orígenes medievales de la teoría de los signos.
Agamben regresa, pues, al tratado De signatura rerum naturalium de Paracelso y a la doctrina teológica de los signos, como punto de partida de la relectura de lingüistas y antropólogos como Benveniste y Dumézil. Por medio de esta simple arqueología se pregunta por el sentido de la arqueología misma y critica esa recurrente actitud de la filosofía de dar la espalda a la historia. Su mensaje final, como casi toda su obra, es una continuación Benjamin:
“El actual predominio en el ámbito de las ciencias humanas de modelos provenientes de las ciencias cognitivas testimonia ese desplazamiento del paradigma epistemológico. Las ciencias humanas, sin embargo, alcanzarán su umbral epistemológico decisivo sólo cuando hayan repensado desde el comienzo la idea misma de un anclaje ontológico para entender al ser como un campo de tensiones esencialmente históricas”.
Pura pedantería occidental. Lógos, razón y 'Epistheme' como principio y finalidad de la existencia. Vaya cultural tan frágil, filosofía monomaniaca... tan inmersos en el Bios. Esa búsqueda desesperada por un referente ontológico, es la prueba fehaciente de la debilidad instintiva-afectiva del pensamiento occidental.
ResponderEliminarBendito pensamiento occidental que produjo todo Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes, Hume, Kant, Hegel y Carlos Marx...!
ResponderEliminarPrecisamente por deberle todo a la antigua Grecia son tan frágiles. He, ahí, la desventura filosófica. Cuánta pobreza espiritual en ese paradigma cartesiano del "primero pienso y después existo"... ahí se consagra la padencia.
ResponderEliminarqué idea más rara de la fragilidad y la pobreza tiene este anónimo...
ResponderEliminarQué falta de comprensión producto de la insensibilidad que establece la razón, puesta en función del poder, padece este otro anónimo.
ResponderEliminarHappy Easter!
ResponderEliminarLo invito a leer mi nuevo relato. Gracias.
http://losrelatosdemauricesparks.blogspot.com/2010/04/las-partes-del-cuerpo.html
Rafael, hace un par de meses me lei este libro de Agamben en ingles, que lo han titulado "Signature of All Things". Sin duda, en ensayo mas interesante fue el de los signos y Paracelso...
ResponderEliminarUn saludo,
G
Cuánta ignorancia y pedantería del anónimo antiOccidente!! Su “entendimiento” de la frase cogito ergo sum de Descartes como “primero pienso y luego existo” es para partirse de risa. No sabe ni que fue lo que realmente dijo Descartes; ciertamente no dijo lo que el confundido y atrevido anónimo dice. Pero qué se le va a hacer, hay gente que se fascina hablando tonterías, hablando sin saber.
ResponderEliminarTodo parece indicar que fue "P" quien no entendió nada sobre el contexto en el que se trataba de situar la máxima cartesiana de "pienso y luego existo". Parece no haber entendido, tampoco, que Descartes representa, en gran medida, la máxima expresión del "individualismo científico" que como "pilar de la modernidad" pone al sujeto en absoluto y contraproducente dominio del objeto. Pero, ¿qué se le va a hacer?... hay gente que se fascina tomando la tangente estrecha y amorfa en las discusiones.
ResponderEliminarJacques Derrida en su seminario, "la bête et le souverain", vol 2, recuerda lo que afirmaba Heidegger en 1930: la filosofía no es ni una ciencia, ni una visión del mundo, ni el arte, ni la religión.
ResponderEliminarY buscando el "camino" de la filosofía, Heidegger se da la vuelta hacia la hipótesis de una orientación histórica o historiográfica, y responde que este otro camino conduce a un callejón sin salida. La orientación histórica para la filosofía es una orientación de "ilusión y mistificación".
La filosofía no da la espalda a la Historia, la filosofía tiene su propio camino: un camino directo, que algunos intentan esquivar, evitar.