Libros del crepúsculo
miércoles, 31 de marzo de 2010
Roland Barthes, novelista
Alain Robbe-Grillet (1922-2008) y Roland Barthes (1915-1980) sostuvieron un coloquio en el Centro Cultural de Cerisy, en junio de 1977, durante un homenaje que se rindió a Barthes en esa institución. La intervención de Robbe-Grillet en el mismo y otros textos suyos sobre Barthes han sido recogidos ahora por Paidós en el volumen Por qué me gusta Barthes (2009). Si alguien está interesado en saber cómo se sobrellevaba una amistad literaria, incluso una definida como “turbia o sospechosa”, en el París de los años 50, 60 y 70, debería leer este volumen.
Barthes, como es sabido, se interesó mucho en la narrativa de Robbe-Grillet, sobre todo, en los primeros libros, Las gomas (1953), El mirón (1955), La celosía (1970), a los que dedicó estudios recogidos en los Ensayos críticos. Lo que desconocíamos era el envés de aquella lectura: la que hizo Robbe-Grillet de los textos críticos de Barthes. Confiesa el novelista haber aprendido de memoria pasajes enteros de los primeros ensayos de Barthes, El grado cero de la escritura (1953) y el Michelet (1954), por ejemplo, y más tarde de Fragmentos de un discurso amoroso (1977).
Robbe-Grillet leyó estos libros, sobre todo el segundo, como novelas, y al propio Barthes, no como pensador, crítico o ensayista, sino como novelista. Para Robbe-Grillet, era la novela, y no cualquier novela, sino aquella que exploraba los límites de la ficción, el género literario supremo. Barthes, a su juicio, llegaba al mismo lugar del Nouveau Roman por la vía del ensayo. Así definía Robbe-Grillet al Barthes novelista:
“Su texto y él forman una especie de pareja de torsión, lo cual me parece, al nivel de mi lectura, una característica del tipo de relación que yo mantengo no con un pensador sino con un novelista. En el ¿por qué me gusta Barthes?, Barthes adopta la figura de un novelista. Forma ese personaje muy próximo, para mí, por ejemplo, a Flaubert: no puedo separar la figura de Flaubert de sus textos. Consigo separar al autor de su texto cuando se trata de un pensador, es decir, de alguien cuya producción sería puramente conceptual, pero no cuando se trata de un novelista”.
Barthes, naturalmente, no aceptó el elogio y confesó sus tres “resistencias” a la novela:
“Me apetece mucho escribir una novela, y cada vez que leo una novela que me gusta, tengo ganas de escribir una, pero me parece que hasta ahora me he resistido a ciertas operaciones supuestamente de la novela. Por ejemplo, la capa, lo continuo. Me pregunto si se podría hacer una novela mediante aforismos, con fragmentos. La segunda resistencia sería la relación con los nombres, con los nombres propios; no sé, no me veo capaz de inventar nombres propios, y creo en serio que toda la novela está en los nombres propios. He pensado por mucho tiempo que habría una tercera resistencia: emplear el “él”, ese “él” de la novela, el personaje en tercera persona; pero he empezado a aclimatar ese problema mezclando el “yo” con el “él” en Barthes por sí mismo. En cuanto a la relación entre la figura del pensador y la figura del novelista, habría que recordar aquí el caso de Sartre, cuya figura se impone ineluctablemente como la de un “pensador”, y que, sin embargo, escribió novelas; pero no se impuso como novelista.
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Un gran comentario, Rafael. Aprovecho tu página, que supongo será leída por mucha gente del enigmático universo editorial, para comentar que existe una "Biografía intelectual de Roland Barthes", escrita por el gran romanista alemán Ottmar Ette. Llevo años intentando "colarla" en alguna editorial española o hispanohablante, y creo que es una obra básica sobre el pensamiento de Barthes y, en general, sobre el pensamiento en la segunda mitad del siglo veinte. Vamos, editores, animaos!!!!!!
ResponderEliminarUn abrazo
José Anibal Campos
Gracias, José Aníbal, debe ser muy interesante esa biografía de Ettte. Conozco su gran estudio sobre la recepción de José Martí en Cuba y sus ensayos sobre literatura cubana e hispanoamericana y me imagino que en dicha biografía de Barthes entre un poco en el tema de la recepción de este último en América Latina. ¿Es así? El tema de la recepción del postestructuralismo francés en América Latina me parece fundamental para entender nuestras culturas, entre los años 70 y los 90.
ResponderEliminarSin ir muy lejos, y para tomar en consideración nuestro continente, hay un gran trabajo del venezolano Rafael Castillo Zapata sobre Barthes, escrito en los noventa: el título es "El semiologo salvaje: Roland Barthes y la semiologia, 1953-1973" (1997).
ResponderEliminarTambién hay una traducción muy importante del autor ("Roland Barthes por Roland Barthes") hecha por Julieta Fombona.